La cita 2

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Pude controlar mis impulsos a tiempo de no desparramar el vino encima de mi acompañante ni de nadie que estuviera a menos de un metro de distancia.
Conseguí tragármelo pensando en sus palabras. "Quédate conmigo" o stay with me, como la canción de Sam Smith.
¿Qué le contestaba? Apenas le conocía de cuatro ratos, aunque fueran bastante agradables... Y quería que cambiara mi vida para quedarme con él en Inglaterra.
¿Acaso era eso correcto?

- apenas nos conocemos, ¿cómo se te pasa por la cabeza proponerme algo así?

- porque mi padre, ya sé que le conoces, me dijo una vez que sabría quién es la mujer de mi vida solo con verla. Que cuando la mirara la imaginaria con canas a mi lado y a un gran grupo de hijos y nietos jugando en el jardín de mi casa. Y eso me ha pasado solo contigo... Quiero conocerte María. Al menos dame esa oportunidad.

A ver... Eso de que me viera como la abuela de sus nietos me inquietó un poco. Demasiado a decir verdad...
Pero si a él su padre le había enseñado eso, a mí mi abuela a la que adoro por encima de todas las cosas y es lo que más quiero, me enseñó que a la gente siempre hay que darle una oportunidad de que te demuestren lo que pueden aportarte. Y, a decir verdad, un chico tan dulce como Vagim estaba intentando conocerme de un modo que no estaba preparada. Pero ambos merecíamos la oportunidad de conocernos y ver hasta dónde llegaba la atracción.
- No te prometo que me voy a quedar - dije - pero si te prometo que voy a hacer todo lo posible por que nos conozcamos y seamos amigos.
Alzó su copa a modo de brindis y le imité.

- Porque esto sea más que una amistad.
Estuve tentada de no chocar su copa con la mía.

Pero pensé en Alba y en todas las mujeres del mundo que se merecían que yo hiciera este sacrificio por todas ellas.

Si todos son así... Qué vengan a mí los sacrificios...

La cena estuvo riquísima.
La conversación fluyó en todo momento y me sentí muy cómoda con el.
Su mano volaba hacia la mía y yo no hacía nada para evitar ese contacto... Me gustaba.

Al final de la noche yo tenía un proyecto de cogorza un tanto interesante... Y mi acompañante también estaba bastante achispado.

Intercambiamos números de teléfono y se despidió de mí dándome un beso que me robo el poco aliento que tenía después de la caminata y dejó unos pequeños ojos verdes rechinando del enfado mientras me espiaban por la ventana...

Diario desastroso de una Au Pair EspañolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora