𝐃𝐀𝐍𝐆𝐄𝐑 ≓ 𝐡𝐚𝐨𝐛𝐢𝐧

𝟓𝟏

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¿Qué debía hacer cuando mi mente decía una cosa y mi corazón otra? De pie, en silencio frente a la puerta que me dirigía al lugar donde definiría todo, debatía conmigo mismo en si entrar o largarme de una buena vez para acabar con todos los problemas.

Sabía que debía escuchar a mi corazón, que esta no era la mejor opción, pero tampoco podía dejar la situación como si nada y esperar a que el destino escriba nuestro futuro. Tenía que hacerlo ahora, no iba a dejar que Jiwoong dañara a Hao, y no me importaba arriesgar mi propia felicidad con tal de mantenerlo a salvo.

Decidido, e importándome poco el llamado insistente de Gunwook tras mis espaldas, finalmente crucé el umbral de la casa, caminando a paso apresurado por los pasillos, deteniéndome justo frente a la puerta de su oficina, donde sabía que Hao se encontraba.

Un movimiento y la puerta ya estaba abierta, otro más y ahora yo estaba dentro, mirando su cuerpo sumergido en el estrés de los documentos que lo atormentaban. Dios, cuánto daría por correr y unir su cuerpo junto al mío, sentir su aroma exquisito y besar sus carnosos labios pintados en carmín.

Era un imbécil al no cuidar lo que me pertenecía, y ahora debía mantener mi postura si es que quería verlo con vida. Él levantó la mirada, sus ojos se clavaron directamente en mí, analizando cada centímetro de mi cuerpo, brillando ante el deseo de acercarse y besarme tanto como yo también anhelaba.

Quería decir alguna palabra, pero el silencio y la oscuridad me envolvieron, aumentando mi nerviosismo y haciéndome callar al instante. Cada acción que quería hacer resonaba en mi mente, haciendo eco y gritándome una y mil veces sobre las consecuencias.

─ ¿Qué haces aquí? ─murmuró con falsa molestia, pues, por más que mostrara enfado en su rostro, su aroma demostraba lo feliz que se encontraba al verme. Podía sentir a su lobo alterado, el mío estaba igual.

Quería hablar, pero el nudo en mi garganta me lo impedía. Incomodidad, miedo, enfado, sentía todo eso, y lo peor de todo es que ya no había marcha atrás. Lancé un suspiro y miré directamente hacia sus ojos cuando mis labios se separaron para soltar el que sería el final de mi felicidad.

─ Voy... ─susurré con el corazón latiendo a mil.─ Voy a renunciar.

¿Cómo ser proclamado como el imbécil del año? El recuerdo de la conversación que tuve con Jiwoong todavía estaba fresco en mi mente. Podía sentir el metal frío de la pistola presionando contra el pecho de Taerae, aún podía escuchar la risa amenazante de Jiwoong resonando en el espacio poco iluminado.

"Sabes que si lo haré, así que habla ahora o despídete de tu hermano.", dijo Jiwoong, con su voz despreocupada pero amenazante. Todavía podía sentir los temblores de ira corriendo por mi cuerpo, haciendo que mi manos temblaran sin control. Quería acabar con él, pero el agarre sobre mis brazos me lo impedía.

Mis pensamientos me consumían, tanto que solo el inquietante sonido de un disparo seguido de un grito por parte de mi hermano lograron traerme de vuelta a la realidad, notando como su cuerpo se retorcía de terror, haciendo a mi lobo gruñir.

"Última advertencia." Esa frase bloqueó mi mente, haciendo que mis labios se abrieran por su cuenta para decir que haría todo lo que él pidiera con tal de dejar a Taerar libre. En ese momento, había tomado una decisión que lo cambiaría todo. No pude evitar sentirme como un idiota, un idiota por involucrar a Taerae en este lío.