«No dejemos que nuestra historia termine como un cuento efímero,
hagámosla tender a infinito, yo sé que podemos:
nuestro amor es capaz de eso y más». -Manuel Ignacio.
*
Nora y Alejandro empezaron su relación como algo fugaz, algo de una noche.
Nora...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
CAPÍTULO 2 ALEJANDRO
Supe que Nora iba a ser mi perdición desde esa primera vez que la vi bailando en aquel bar. Supe que me había encantado desde que, esa misma noche, se acercó a mí, coqueteó conmigo y me dio una de las sonrisas más bonitas y traviesas que alguien me ha dado alguna vez. Supe que había perdido una guerra no iniciada cuando sus ojos, verdes, oscuros y brillosos, se posaron en mí. Y supe que me había enamorado de ella cuando sus labios pintados de rojo empezaron a aparecer en pequeños papeles dentro de mis cosas.
Y confirmo una vez más, viéndola salir de su casa con ese vestido rojo, satinado, pegado al cuerpo que realza todas sus jodidas curvas, que Nora Davis me tiene comiendo de su mano. Que no amaré ni adoraré a ninguna otra mujer en mi vida que no sea ella, con su cabello negro, sus ojos verdes, su sonrisa traviesa, sus labios rojos y su actitud decidida, un poco chiflada y libre.
Da una vueltita que me hace reír. No puedo evitar que mi vista baje por su cuerpo y fijarla en sus piernas desnudas. Me sorprende que no esté temblando del frío.
—¿Ya dejaste de devorarme, Alejandro Skadden? —cuestiona bajando las gradas de su hogar y acercándose a mí, que estoy recostado contra mi coche. Coge la rosa que le ofrezco y sus brazos me rodean del cuello y sus labios se posan sobre los míos.
—Nunca —murmuro contra su boca.
—Toma. —Leigh le da un abrigo negro y largo y por «dar» me refiero a que lo presiona contra el pecho de Nora y la observa con seriedad —. No quiero lidiar con tu culo enfermo en la misma semana en la que empezamos nuestra residencia. —Nora asiente, y riendo, le da un beso en la mejilla —. Hola, Ale.
—Hola, Solecito. ¿Listas para lidiar una tarde con mi familia?
Nora hace mueca de disgusto y Kinleigh me da una sonrisa tensa antes de subirse en la parte trasera del auto, cuya puerta sostengo abierta para ella.
—Todo estará bien. —Le aseguro a mi novia y la sonrisa de labios apretados que no llega a sus ojos me hace saber que no me cree —. Vamos. Sube. —Abro la puerta del auto para ella y ella sube dándome otra sonrisa tensa.
Le devuelvo la sonrisa, pero la mía es más relajada y quiero que de verdad me crea cuando digo que todo saldrá bien. Tiene que salir bien. Confío en que mi mamá no hará ningún comentario fuera de lugar que apague la energía y la felicidad de Nora de nuevo.
Rodeo el auto y subo al asiento del conductor en silencio. Pongo mi mano sobre el muslo de Nora y le doy un apretón reconfortante. Ella y Leigh se enfrascan en una conversación sobre la próxima semana y luego hablan sobre mañana, que Leigh cumple años, intervengo de vez en cuando en su conversación y todo va bien, hablamos durante el camino, Nora se ríe, molesta a Kinleigh, y todo está bien. Hasta que nos adentramos en la calle de la casa de mi madre. Nora intenta disimularlo manteniendo la conversación, pero notó su disconformidad cuando empieza a verse en el espejo, toca su cabello o revisa su maquillaje. A través del retrovisor comparto una mirada con Kinleigh. La sonrisa tensa que me da me hace saber que Nora tuvo sus dudas.