Capítulo 9

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CAPÍTULO 9NORA

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CAPÍTULO 9
NORA

He sido fan de las series con dramas médicos desde que vi una por primera vez, he crecido en una familia formada en su mayoría por personas dedicadas al área de salud, pero cuando decían que «nunca debes decir que un turno está tranquilo» porque entonces llamabas la tragedia, nunca lo creí.

Hasta ayer.

Ayer que en emergencias mientras Kinleigh y yo tomábamos dicha tranquilidad como un descanso a alguien se le ocurrió decir que todo estaba aburrido porque no había nada que hacer. Error. No había pasado ni un minuto cuando recibimos una llamada informando un accidente múltiple con varios heridos. Vi el pánico en los ojos de Leigh cuando una de las víctimas era una niña con múltiples laceraciones en su rostro y brazos debido a vidrios rotos por el impacto. Me ofrecí a atender yo a la niña, pero Kinleigh negó y me aseguró que estaba bien, sin embargo, mientras yo atendía a la madre de la niña estuve pendiente de mi amiga.

La mujer tenía una hemorragia abdominal y además de ellas dos había otras víctimas, dos de ellas murieron. Unos cuantos quedaron internados por haber tenido una cirugía y otro par sólo tuvieron lesiones leves.

Creo que hubo un poco más de caos, pero mi mente cansada no recuerda los detalles y lo único que puede pensar es en que hoy es San Valentín, no le compré nada a Alejandro, tengo sueño y se supone que Kinleigh y yo deberíamos de estar esperando a mi novio en la sala porque él nos trae el desayuno, que será, mejor dicho, nuestro almuerzo.

Kinleigh y yo llegamos hoy a las 6am a casa, apenas nos despedimos de la otra y cada una se dedicó a hibernar por las siguientes horas y creo que la única razón por la que nos despertamos es porque con anterioridad habíamos acordado este desayuno de tres. Sin embargo, sé que Ale entendería si viene y nos encuentra a ambas metidas entre las sábanas aún.

—¡Leigh! —grito desde mi cama —¿¡Ya estás despierta!?

—Sí —responde, asomándose en la puerta —. Dice Ale que revises el celular.

Giro en la cama, aún envuelta en las cobijas, y cojo mi celular de la mesita.

—Dice que ya viene cerca y que si puedes hacer café.

—Bueno, pero iré al baño primero.

—¿Por qué si te dijo que me avisaras no te dijo sobre el café? —se encoge de hombros antes de desaparecer de mi vista.

Me quedo acurrucada en mi cama, escuchando a Kinleigh ir al baño y de nuevo a su habitación. Creo que se queda ahí más tiempo de lo que pretende, no lo sé, porque creo que me quedo dormida otra vez. Sueño con Alejandro. Me está dando besos suaves en la mejilla y murmura algo con su voz ronca, pero no distingo el qué. Hay otro beso en mi mejilla y luego otro y otro más y... abro los ojos.

Alejandro está ahí. Con medio cuerpo suyo sobre mí, con su cadena de oro rozándome la piel de la mejilla y su rostro a escasos centímetros de mí. Le doy una sonrisa perezosa mientras estiro los músculos y después rodeo su cuello con mis manos. Él me da un beso en los labios.

Querida NoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora