Capítulo 12

292 41 31
                                    

CAPÍTULO 12
ALEJANDRO

Creo que mi madre ha cambiado de colores en menos de cinco segundos. Abel acaba decirnos lo que Adam y yo ya sabíamos: será papá, y juro, que mi mamá palideció, recuperó el color al pensar que era broma y palideció de nuevo cuando Abel le mostró una ecografía.

Adam y Maddison observan expectantes su reacción a continuación y Nora, a mi lado, ve todo divertida. De hecho, mientras ve a mi mamá come de las papas salteadas que hicimos hoy en mi casa y quiere reírse, de verdad. La veo aguantando con ganas irremediables de soltar a reír mientras ve a mi pobre madre.

—Pero... ¿cómo?

—¡Ay, mamá! —exclama Adam divertido —. Como que si no sabes cómo se hacen los bebés. Tuviste tres. Muy guapos, por cierto.

Papá, mamá y Abel lo asesinan con la mirada mientras Nora se pega más a mi costado y sigue comiendo papas. Le encanta ver como el mundo arde alrededor suyo y presenciar dramas en los que ella no es partícipe. Es una chismosa. Pero es mía.

—No se supone que tengan hijos fuera del matrimonio, suficiente con saber que no han guardado el voto de castidad que los hice...

—Nos obligaste —interviene Adam.

—Los hice tomar.

—¿Los obligó a tomar un voto de castidad? —susurra Nora a mi lado —. Nunca me dijiste eso. ¿Quién fue la primera que te hizo pecar?

—Tú —susurró de regreso, pero sin dejar de ver la expresión perturbada de mi madre.

Nora me golpea el brazo, porque tristemente esa no es la verdad. Aunque, de haber sabido que la vida me iba a traer a su lado, hubiera guardado mi celibato obligado.

—Si te hubieras presentado antes y no me hubieras metido los dedos en el baño de un bar, te lo creería. —Se me escapa una risa que desvía la atención hacia mí, pero lo ignoro y veo a Nora antes de darle un beso en la frente.

—Debieron casarse primero. Todo esto es un pecado.

Suspiro, bebo un poco de agua y veo de reojo a Nora que lucha con todas sus fuerzas por mantenerse seria.

—De hecho, mamá —dice Abel —. Estamos casados.

Mi madre escupe el fresco, yo trago mal el otro trago de agua que he dado, por primera vez veo a mi padre en quitar su expresión seria y pasar a una sorprendida. Nora por otro lado ríe contra mi hombro y Adam y Madison se ven el uno al otro con sorpresa, mientras Abel e Isabella esperan expectantes. La pobre Isabella parece un papel de lo pálida que está y aprieta con demasiada fuerza la mano de mi hermano mientras sus ojos ven con fijeza a mi mamá.

A mi mamá, que parece tener un tic en el ojo.

A mi mamá, que parece va a darle un infarto.

—Gatita.

—¿Sí?

—Creo que tienes que estar atenta por si debes hacerle RCP a mi mamá.

Nora ladea la cabeza, entrecierra los ojos y niega.

—Lo está fingiendo.

Quisiera replicar, pero honestamente sé que mi mamá es capaz de eso. Sin embargo, sí me parece que en este instante no finge nada, esa mujer está pálida, con la mano en el pecho y la boca abierta. Parece un pez fuera del agua y solo se escucha ella murmurando palabras incompletas.

—¿Y no me has invitado? Mi hijo, mi bebé, mi primogénito se casó y yo no fui invitada...

—No invitamos a nadie.

Querida NoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora