Capítulo 19

286 36 37
                                    

CAPÍTULO 19NORA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

CAPÍTULO 19
NORA

Alejandro y yo caminamos en silencio detrás del mesero, que nos guía por el restaurante y nos aleja cada vez más del resto de comensales. Frunzo las cejas al percatarme de que en el suelo hay pétalos de... rosas, y cuando llegamos ahí, el mesero solo nos indica que sigamos. Ignoro lo extraño que me parece eso y me centro en la decoración del lugar que se basa en puros árboles de cerezo, lámparas de papel rojas, y mucho, muchísimo rojo y dorado.

Veo a mi novio de reojo y aunque él no me devuelve la mirada, sí sonríe y me aprieta la mano.

—¿Por qué nos alejamos tanto?

—Porque reservé una parte del restaurante solo para nosotros.

—¿Los pétalos tienen que ver con eso?

Sonríe, pero no me dice nada, solo abre el par de puertas enormes ante nosotros y se hace a un lado.

—Después de usted, señorita Davis.

Lo miro de reojo y jugueteo con mis dedos antes de dar un paso dudoso dentro del salón. La luz en el lugar es tenue, creo que lo único luminoso son las lámparas en el techo y una en la mesa, que está puesta para dos. Hay mucho en rojo en todo y me encanta. En la pared del fondo hay unos globos de helio que dicen feliz cumpleaños y debajo de las letras hay dos fotos de nosotros: mis cumpleaños anteriores a su lado. Solo han sido dos, pero han sido los mejores.

—Ale...

—¿Se vale felicitarte otra vez?

Le doy una sonrisa temblorosa y todo lo que él hace es atraerme a su cuerpo en un abrazo.

—¿Por qué? —susurro contra su hombro.

—Esto no es la mitad de lo que te mereces, Nora. —Besa mi sien y se aleja —. Siéntate. Ya todo está ordenado.

Jala una silla para mí y me deja sentarme antes de él tomar asiento frente a mí. Apoya los codos en la mesa y la barbilla en sus manos y centra su vista en mí. Trago con fuerza y jugueteo con la cajita de terciopelo. Supongo que ya debo de saber que los nervios con Alejandro nunca van a desaparecer. No cuando él me ve con esos ojos soñadores que me recuerdan a esos días lluviosos que adoro; no cuando sus labios se curvan en sonrisas ladeadas coquetas.

—¿Quieres tu regalo, guapo?

—¿Mi regalo no eres tú?

Sacudo la cabeza, divertida.

—Toma —empujo la caja en su dirección y suelto una risita cuando sus dedos rozan los míos —. Es chiquito, y a diferencia de otros, ese no lo hice yo, pero al menos así me tendrás siempre cerca de ti.

Arruga las cejas y juguetea con la cajita en sus manos.

—Nora, amor, yo siempre te tengo conmigo. —Lleva una de sus manos al bolsillo superior de su saco y saca un papelito doblado. Lo pone en la mesa y lo empuja en mi dirección —. Siempre tengo uno de tus besos conmigo. Y desde hace un tiempo te tengo más cerca que nunca.

Querida NoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora