Capítulo 6

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CAPÍTULO 6ALEJANDRO

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CAPÍTULO 6
ALEJANDRO

La sorpresa en el rostro de mi madre es notable cuando abre la puerta y me ve frente an ella. No la culpo, venir aquí más de una vez a la semana es algo que ya no hago a menudo.

—¡Mi amor! ¿Qué haces aquí tan tarde? Vamos. Pasa, pasa.

Sujeta mis manos y me insta a entrar a la casa. Pero no vine aquí para entrar y quedarme a comer, obligado, un poco de lasaña o pastel o pollo al horno. O lo que sea que haya cocinado hoy.

Suelto sus manos y me quedo afuera.

—¿Alejandro?

—¿Qué le hiciste a Nora?

Resoplo incrédulo ante la mueca de desconcierto que pone.

Me paso una mano por la cara y con la otra, saco el celular del bolsillo de mi pantalón. Mi mamá me observa con atención mientras yo busco los mensajes que Nora me envió hace unas horas en medio de un rato libre que tuvo. Sospeché que su visita inesperada hoy fue por algo, sospeché de manera mínima que había sido por mi madre y solo me bastó darle un poco más de tiempo a mi novia para que ella por medio de mensajes me dijera que se había encontrado a mi mamá en el salón.

Mensajes que ahora le enseño a la mujer frente a mí.

—¿Por qué me enseñas tus mensajes con Nora?

—Para que no me mientas —murmuro.

Deja de verme. Culpa. Eso capto en su mirada antes de que baje la vista y cuando vuelve a verme ya no está.

—Alejandro, por favor. Entra.

—No hasta que me digas qué le dijiste a Nora.

Solo he visto a mi madre así de seria en cuatro ocasiones, tres de ellas fueron cuando mis hermanos y yo decidimos dejar esta casa, respectivamente. Fui el último en irme, pero siempre fui el más rebelde y quizás por esa razón sus caras serias nunca me han importado, hasta ahora. Porque sabe que detrás de nuestra razón de salir de esta casa, que detrás de toda mi rebeldía en mis años de adolescencia, está ella y sus ganas de controlarnos, de hacernos la vida imposible, de querer decidir con quien debemos hacer nuestra vida.

Y la última vez fue cuando decidí presentarle a Nora. Aún después de que dijéramos que no involucraríamos familias, pero fui idiota y quise presentarla a mi familia porque ella, sin querer ni planearlo ya me había hecho parte de la suya. Ya William había amanezado mi carótida, Janet me había hecho comer rice and beans, sus hermanos me habían palmeado la espalda con demasiada fuerza y el Solecito empezaba a confiar en mí. Lo correcto para mí fue presentarle a la mía y terminó siendo el peor error que he cometido en mi vida. Porque Nora no merecía las miradas que mi mamá le dio esa noche ni todo lo que vino en las siguientes cenas familiares.

—¿Entonces? —insisto.

—Le dije que no era buena para ti. —Se encoge de hombros —. Le dije que no te merece, que eres mucho para ella y que nunca me ha agradado. Le dije que sé sobre eso que hizo y...

Querida NoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora