Capítulo 16

315 39 9
                                    

CAPÍTULO 16
NORA

Estar en la cama de Alejandro sin Alejandro, es raro.

Estoy acostumbrada a venir a su apartamento y despertar con él a mi lado o abrazándome o dándome besos en la mejilla para despertarme, no a tener un lado de la cama frío por su ausencia.

¿Dónde está? ¿Y por qué ahora tiene la mala costumbre de dejarme sola?

Me paso las manos por la cara y suspiro antes de sentarme.

Jesús, qué cansada me siento.

Veo a mi lado una vez más y noto un papelito sobre su almohada. Lo cojo y lo desdoblo, riéndome al leer lo que pone. Esperaba que después del «querida Nora» dijera algo bonito, pero no, solo es Alejandro siendo... Alejandro.

«No te asustes, no te he dejado. Estoy abajo, pero... ¿quieres que baje?»

Veo la hora en el reloj que cuelga sobre la Casita de Elliot. Ahora, eso tiene sentido. Son las dos de la tarde, por eso Alejandro no está en la cama conmigo. Él es una persona con un trabajo cuyos horarios de sueño no se ven alterados y cuando tiene libre, como hoy domingo, suele gastar sus energías haciendo ejercicio.

—Sí, señora puedo atenderla mañana a primera hora... —arrugo las cejas al escucharlo en la planta baja de su apartamento. Los domingos no suele contestar llamadas de trabajo —. No se preocupe, no es nada. Nos vemos mañana.

Salgo de la cama y camino hacia el balcón sin hacer ruido. Está sentado en el sofá que queda viendo hacia acá, pero parece estar muy concentrado en su computadora.

—Hola, guapo.

Levanta la cabeza y sonríe al verme.

—¿Por qué te pones camisa?

—Me da vergüenza que me veas. —Me guiña un ojo, burlón —¿Dónde vas? —pregunta cuando me alejo de la baranda.

—Al baño.

—¿Puedo acompañarte? —Sonrío y asiento, pero él frunce las cejas y se da un golpecito en la frente.

—¿Qué?

—Tengo que... debo hacer algo aquí primero. —Señala la computadora. Lo veo durante unos segundos, con desconfianza, pero termino asintiendo.

No iba a bañarme aún, de todas formas.

—Elliot —me asomo en la pecera enorme y estiro mi dedo para tocar el caparazón de la tortuga —, creo que tu papá me oculta algo, ¿sabes qué es?

Alejandro se ríe y creo que murmura mi nombre, pero es demasiado bajo como para poder confirmarlo. Su risa, sin embargo, sí la escucho y siento como si me calentara un poquito el corazón.

—Mientras no tenga una mamá secreta para ti estamos bien, ¿verdad, Elliot?

Alejandro vuelve a reír y esta vez rio con él. Nunca he sabido como describir la manera en la que Alejandro me hace sentir, quizás porque soy más de demostrar mi amor hacia él de muchas otras formas que diciéndoselo o quizás porque simplemente no hay manera de describirlo, pero si tuviera que escoger una palabra sería confianza.

Confianza por esto que estamos haciendo. Confianza porque sé que puedo bromear tranquila con esos temas y estar segura de que nunca serán más que eso, porque él y yo hablamos de las cosas, porque no nos guardamos nada. A Alejandro le confiaría mi vida entera y sé que estaría a salvo porque él no me defraudaría, porque él, a diferencia de muchos otros que han pasado por mi vida, ha sido bueno.

Querida NoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora