Capítulo 4

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CAPÍTULO 4 NORA

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CAPÍTULO 4
NORA

—¡Sácalo! ¡Sácalo! —grito en medio de un susurro.

—Pero ¿por qué? Así va, ¿no?

—¡No! ¡Que lo saques, maldita sea!

—¡Pero me dijiste que lo metiera!

—¡Dije que esperaras!

Hablar en medio de susurros es difícil cuando quiero gritar, pero no estamos solos y es mejor guardar silencio.

—¡Me dijiste que lo metiera, Nora! —entrecierro los ojos en su dirección y él levanta las manos —. No puedo sacarlo ahora.

—¡Pero no pusimos esto!

—Creo que puede quedarse sin eso. —Hago una mueca —. No puedo sacarlo ahora.

—¿Por qué?

—Porque si lo saco entonces no crece.

Volteo a verlo de reojo.

—La hemos cagado, ¿verdad?

Sonríe, asintiendo.

Yo suspiro y recuesto mi cabeza en su hombro mientras ambos observamos el horno. Se supone que estábamos haciendo un queque de chocolate para Leigh, debíamos agregar un unas chispas de chocolate a la mezcla, pero alguien lo metió al horno antes de tiempo.

—Siempre podemos comprarle uno si ese sale mal.

—No. Yo quería hacerle uno. Ella me hizo un queque el año pasado, quería devolver el gesto.

Alejandro se gira completamente hacia mí y tomándome por sorpresa me coge por debajo de los brazos y me sienta sobre la pequeña isla de mi apartamento. A veces creo que Leigh y yo deberíamos mudarnos, cada año que pasa este lugar se ve más pequeño.

—Abre —dice Ale, dándome un golpecito en la rodilla. Separo las piernas y lo dejo meterse entre ellas —. Ambos conocemos suficiente al Solecito como para saber que así le hicieras solo una tostada con huevo de desayuno, ella estaría agradecida y apreciaría el gesto, Nora.

Pone sus manos en mis caderas, por debajo de la camisa que uso para dormir y que le pertenece. Mi piel está caliente, pero sus manos son tan cálidas que me hacen creer que estoy fría, es peor cuando la banda metálica del anillo que regalé el año pasado para su cumpleaños, me toca. Escalofríos. Eso siento. Cada vez que me toca, cada vez que está cerca.

—Ya sé, pero igual quería hacerle algo más... significativo.

—¿Qué tal si yo te doy algo significativo? —Arrugó las cejas y dejó que se acomode mejor entre mis piernas.

—¿Cómo qué?

Sonríe con malicia y besa mi cuello. Besos cortos, húmedos y su lengua me hacen cosquillas en la zona al mismo tiempo que sus manos suben por mi piel, debajo de su camisa, y acuna mis pechos. Sus manos grandes los cubren a la perfección.

Querida NoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora