Storybrooke

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Había pasado ya casi una semana desde que su padre se había ido

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Había pasado ya casi una semana desde que su padre se había ido. El le llamaba cada día, aun así Elia lo echaba mucho de menos. Por teléfono solo hablaban de ella, de como estaba, que tal estaba con su madre. Cada vez que Elia intentaba preguntarle por lo que había sucedido, el cambiaba de tema.

Pasar unos días de más con su madre estuvo bien. Estaban un poco lejos de su colegio, pero su madre la llevaba en coche (aunque tenían que salir un poco antes de lo normal). Luego, estaba Tom. Tom Carson, el prometido de su madre. No es que a Elia le cayera mal, aunque no había congeniado con el como lo había hecho con Tamara. Incluso ella se había dado cuenta de que Tamara se había esforzado por agradarla. Tom, por el contrario, había preferido darle espacio y tiempo. Dejarla acostumbrarse poco a poco, y como no pasaba tanto tiempo con su madre, el proceso estaba costando más. Pero el hombre entendía que podía ser una situación difícil para la niña y no había querido presionarla. Pero le había hecho saber que estaba ahí por si lo necesitaba.

Hasta el viernes cuando su padre al fin le dijo que podría ir donde él estaba. No dijo mucho más, solo que le explicaría todo en cuanto llegara. Tamara también iría, así que de nuevo iría con ella. Neal también llamó a Katherine, explicándole brevemente que se trataba de algunos asuntos familiares.

Cinco horas. Cinco horas en coche tenían antes de llegar a ese sitio. ¿Cómo lo había llamado su padre? Storybrooke. Elia iba pensando en lo largo que se le iba a hacer aquel viaje, aunque afortunadamente se quedó dormida la mayor parte del camino. Cómo a las dos horas Tamara la despertó. Había parado en un pequeño restaurante para que pudieran descansar y comer algo, pero volvieron enseguida al coche.

Cuando Elia volvió a despertar, tupidos árboles rodeaban la carretera, pero los árboles enseguida dieron paso a un pequeño pueblo de Maine, que a primera vista, no tenía nada fuera de lo normal. Elia se incorporó en su asiento mirando por la ventanilla. No había muchas personas por la calle. Aquello era muy diferente a Nueva York. Había salido varias veces de la ciudad, por vacaciones con su padre o con su madre, pero la verdad era que nunca había estado en un pueblo.

—¿Es aquí? —preguntó la niña mirando a Tamara

—Si, debería —dijo la mayor—. Esta es la localización que tu padre me envió, y el cartel que hemos pasado lo confirmaba.

—¿Qué cartel? —preguntó Elia

—Claro, tu estabas dormida entonces —dijo Tamara mientras giraba el volante—. Vale... Debería ser por aquí. Si, aquí estamos.

Tamara se había metido con el coche por una estrecha carretera que las había llevado hasta un pequeño hostal de aspecto rústico: "Granny's Bed & Breakfast", eso rezaba el cartel de la entrada y ahí delante de la puerta, estaba Neal esperándolas a ambas.

—¡Papá! —Elia no tardó en bajarse corriendo del coche para correr a abrazar a su padre.

Salió tan rápido del coche, que fue Tamara quien tuvo que coger su mochila, además de su propia bolsa de viaje. Se acercó a padre e hija sonriendo. Neal se incorporó tras abrazar a su hija para darle un beso a Tamara.

—Gracias por venir —dijo

—¿Pero por qué hemos venido? ¿Qué está pasando, papá? —no tardó en exigir Elia, de nuevo

—Te lo explicaré enseguida, ¿vale? —dijo su padre—. Solo espera un poco.

—Ya he esperado mucho —insistió Elia

—Vamos primero a la habitación —dijo Neal

Elia resopló y resignada siguió a su padre y a Tamara dentro del hostal. Tamara colocó su mano en su hombro e intentó animarla, mientras su padre se dirigía al mostrador, donde una mujer joven y morena estaba. Neal ya tenía una habitación, solo quería pedir otra llave que le entregó a Tamara. Luego subieron los tres a la habitación y fue cuando Elia se dio cuenta de que iban a compartir la misma.

Aunque estaban prometidos, Tamara nunca se había quedado a dormir en casa. Al menos no mientras estaba ella. Neal ni siquiera había tenido con ella aun la conversación anterior a que Tamara se mudara con ellos, pero pensó que aquella podía ser una buena prueba.

Había una cama de matrimonio a un lado, cerca de una de las ventanas. Un gran armario estaba enfrente. Una cama individual estaba apoyada en la pared más alejada, junto a un escritorio, y al final de la cama, reposaba una pequeña cómoda. El suelo era de madera y las pareces estaban cubiertas con papel pintado. Una puerta daba a un pequeño baño.

—¿Vamos... vamos a estar aquí los tres? —preguntó Elia

—Si, ¿por qué no? —respondió Neal como si nada

Elia no respondió, aunque la mueca en su rostro lo decía todo. Sin embargo, en silencio se dirigió a la que sería su cama dejando su mochila (que Tamara ya le había dado) sobre esta. Tamara se entró al baño con su neceser.

—No te acomodes mucho, enseguida vendrán Emma y Henry —dijo Neal

—¿Qué? ¿Por qué? —dijo Elia

—Es tu hermano, Elia —dijo Neal

—No lo es —dijo ella—, solo es medio hermano

—No hay diferencia —dijo Neal—. Todavía es tu hermano y me gustaría que os conocieseis. Dale una oportunidad. Por mi.

Elia se sentó en su cama cruzándose de brazos.

—Primero mamá y ahora tú —dijo—. ¿Por qué me queréis sustituir? ¿Ya no me queréis?

—Elia —Neal se acercó a la cama y se agachó sobre una rodilla frente a ella—, ya hemos hablado de esto. Que tu madre vaya a tener otra hija no significa que te vaya a sustituir y lo mismo conmigo y Henry. No te vamos a dejar de querer porque tengamos otro hijo.

—¿Y por qué te has venido con él y me dejaste en Nueva York? —preguntó Elia

—Eso no tuvo nada que ver con él, ni contigo —dijo Neal—. Es... complicado. Te lo explicaré en otro momento. Pero tienes que entender que no sabía que tenía otro hijo hasta ahora, y me gustaría poder pasar tanto tiempo con él y conocerlo, como paso contigo. Te aseguro que os quiero a los dos por igual.

—Pero a él lo acabas de conocer —dijo Elia

—Eso no importa —dijo Neal—. Quiero conocerlo, de la misma manera que también quiero que vosotros dos os conozcáis y seáis buenos hermanos.

—¡Pero...!

—Por favor —pidió Neal

—Está bien —dijo Elia acentuando cada sílaba dando a entender que seguía sin estar contenta con la idea

—Y será mejor que no les hables así cuando vengan —dijo Neal mientras se levantaban

En ese momento, Tamara salió del baño. En realidad no había tardado mucho en colocar sus cosas, pero había escuchado hablar a Neal y Elia y había pensado que era mejor dejarles un rato a solas. También había aprovechado para mandar un mensaje, avisando de que ya estaba en el pueblo. Claro que eso era la parte de su vida que Neal y Elia no debían conocer.

ONCE UPON A TIME (NEAL'S DAUGHTER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora