Un corazón oscuro

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 Los dos días siguientes habían transcurrido relativamente tranquilos

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 Los dos días siguientes habían transcurrido relativamente tranquilos. Al menos para Elia que no había sido consciente de la llegada de la hija de Maléfica a la ciudad junto a Emma y Regina, ni que con ellos también llegaban Robin, Roland y Zelena, quien había resultado que se había transformado en Marian, la esposa de Robin Hood. Había oído a su padre hablar de ello, pero no se había cruzado con ninguno.

Al menos hasta aquel día cuando estaba con Anne. Desde que August ya no era un niño, Anne era quien se había vuelto su mejor amiga y pasaban mucho tiempo juntas, dado que todos casi siempre estaban ocupados con los diferentes problemas de Storybrooke. Aquel día lo que ocurrió fue un enorme dragón que sobrevoló por encima del parque.

Las dos niñas se pegaron un buen susto ante el rugido que se escuchó primero, luego una enorme sombra cubrió gran parte del parque y ambas levantaron la mirada sorprendidas, y algo asustadas. Era un dragón enorme, y muy largo, de escamas negras y brillantes ojos amarillos. Pero en realidad el dragón paso de largo, como si tuviera otro objetivo mejor.

—¡Ala! —exclamó Elia—. ¿Eso era un dragón?

—¿Da miedo, verdad? —dijo Anne—. Había uno cerca de donde vivía en el bosque encantado, pero el príncipe James lo mató.

—¿De verdad? —dijo Elia

—Si, siempre tenía miedo —dijo Anne

—¿A dónde crees que va este? —preguntó Elia

—No lo se —dijo Anne

—¿Lo averiguamos? —dijo Elia sonriendo

—Yo no quiero saberlo —dijo Anne

Elia quiso insistir, pero se dio cuenta del miedo en la cara de su amiga. No solo tenía miedo, estaba aterrada. Y se dio cuenta de que aquella experiencia con el otro dragón era un trauma para ella, así que solo asintió.

—Está bien —dijo—. No tenemos que ir.

Pero Elia miró por donde se alejaba el dragón. Era la primera vez que veía uno en Storybrooke y con todo lo que había oído de Maléfica y su hija se preguntó si aquel dragón tenía relación con ellas. Tuvo miedo. Aquello la inquietaba. Su padre decía que Maléfica ahora estaba de su lado, pero ella todavía recordaba su experiencia con ella y las otras. Su padre podía equivocarse.

—¿Crees... crees que es Maléfica? —preguntó Elia

—¿Por qué lo dices? —preguntó Anne

—Vamos, tengo que preguntarle a mi padre que pasa ahora —dijo Elia

Elia echó a correr y Anne, sorprendida, se apresuró a seguirla. Elia no estaba segura de donde estaría su padre, pero pensaba mirar en los lugares más probables. Sin embargo algo la detuvo a mitad de camino. Fue justo al pasar cerca de la tienda de su abuelo. Una sensación nueva la recorrió, una extraña sensación, pero también sintió que era algo malo. Miró la tienda asustada. Pero ahí había algo, aunque no sabía el que.

—¿Elia?

—Tengo... tengo que ir a ver a mi abuelo —dijo Elia

Corrió hasta la tienda y abrió la puerta despacio, insegura. Todavía le tenía algo de miedo a su abuelo por los últimos sucesos con él, pero tenía un mal presentimiento. Y cuando vio a su abuelo en el suelo, débil, apoyado en una de las vitrinas de cristal, se apresuró a acercarse corriendo a pesar de ese miedo.

—¡Abuelo!

—¿Elia? —la voz de Gold era débil—. ¿Qué haces aquí?

Anne se quedó detrás de Elia, cautelosa.

—Creí que había algo malo aquí —dijo Elia

—Bueno, pronto lo habrá —respondió Gold

—¿Qué quieres decir? —Elia lo miró con nerviosismo

Gold se llevo la mano al pecho y Elia se impresionó cuando se sacó algo de ahí: su corazón, completamente negro. Elia hizo una mueca con una mezcla de estar horrorizada e impresionada. Bella le había dicho una vez que ese hechizo era magia oscura y Elia no tenía intención de querer hacerlo, pero no podía evitar que le resultase algo curioso.

—El oscuro está ganando, Elia —dijo

—Pero... tú eres el oscuro —dijo Elia

—Pronto yo moriré, Elia —explicó Gold—, y solo quedará la oscuridad para tomar el control. Eso no será bueno.

—¿No puedes hacer nada? —dijo Elia

—Es demasiado tarde —dijo Gold

—Pero... —Elia miraba a su abuelo desesperada, a pesar del miedo. Seguía siendo su abuelo y no quería que muriera, tampoco creía que su padre lo quisiera aunque estuvieran peleados. Entonces, se le ocurrió una cosa cuando se acordó de lo que había ocurrido en el granero con Zelena—. ¡Abuelo! ¿Dónde está la daga? ¡Yo podría...!

Pero Gold tomo el brazo de la niña con las fuerzas que le quedaban.

—No —dijo—. No te lo permitiré, Elia.

—¡Pero no quiero que mueras! —exclamó Elia

—Y yo no quiero que tu aceptes esa carga —dijo Gold

—Puedo hacerlo, abuelo, por favor —suplicó Elia

—Vete —dijo Gold con voz débil mientras apartaba la mirada de la niña

—No, no quiero...

Con las pocas fuerzas que le quedaban, Gold consiguió conjurar un hechizo que transportó a Elia y su amiga fuera de la tienda.

Mientras tanto, otras cosas habían pasado en Storybrooke. Emma y Neal habían llegado corriendo donde el dragón en que Lily se había transformado quería atacar a los padres de Emma. Emma estaba dispuesta a salvar a sus padres usando su magia, pero finalmente fue Maléfica quien logró calmar a su hija y que Lily se transformara nuevamente en humana. Sentándose a su lado, ambas tuvieron finalmente su momento de reconciliación. Emma, ante la posibilidad de haber podido perder a sus padres, también sintió que por fin estaba lista para perdonarlos.

Neal observó la escena sonriendo, aunque pensando en el curioso paralelismo. Cuando su padre lo había encontrado en Nueva York, también había hecho falta una experiencia cercana a la muerte, en su caso un veneno mortal, para lograr que él lo perdonara. Aunque en el caso de su padre el perdón no había servido de mucho, esperaba que esas situaciones no se volvieran a repetir.

ONCE UPON A TIME (NEAL'S DAUGHTER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora