Vuelta a Nueva York

225 20 0
                                    

Normalmente Emma no lo habría hecho así

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Normalmente Emma no lo habría hecho así. Pero los problemas en Storybrooke eran urgentes y no tenía nadie más para llevar a la niña. Si al menos August fuera todavía un adulto... Había hablado con la madre de Elia por teléfono, explicándole la situación lo mejor que había podido sin desvelar nada... mágico, y había ayudado a Elia a preparar su mochila, que no había dejado de llorar. Luego la había llevado hasta la estación de autobuses más cercana.

—Tu madre te estará esperando en la estación de autobuses —dijo Emma

—¡Déjame en paz! —exclamó Elia todavía entre algún sollozo mientras salía del coche y cerraba la puerta de un portazo.

Emma suspiró. No culpaba a Elia por como se sentía. Pero se bajó el coche y la siguió. No pensaba dejarla sola hasta que estuviese en el autobús que iba a Nueva York. Sentía que le debía a Neal asegurarse de que estaba bien (aunque hasta él mismo le habría dicho que no le debía nada con su pasado, pero no se trataba de él, si no de su hija que no tenía la culpa de nada), y Elia llevaba el móvil de él con el GPS activado. Podía vigilar el trayecto un poco. Aunque le seguía sin gustar la idea de que fuera cinco horas sola en el autobús. Henry había ido tres horas hasta Boston solo en autobús y no le había pasado nada, pero eso no le hacía preocuparse menos. Y Elia ni siquiera era su hija.

Emma esperó de pie cerca del banco en que Elia se había sentado abrazando su mochila. Podía oír sus sollozos, pero no se acercó. La miró queriendo hacerlo, pero solo lograría que la rechazara de nuevo. Lo entendía. La niña necesitaba echarle la culpa a alguien. Miró la hora. El autobús estaba tardando en llegar. Tenía que volver a Storybrooke. Henry estaba con la abuelita y sus padres se estaban ocupando de cuidar a Regina. Pero Greg y Tamara todavía seguían por ahí y tenía que encontrarlos.

Por fin el autobús apareció. Se acercó a Elia para avisarle de que debía subir, pero al niña le pegó en la mano tan pronto intentó colocársela en el hombro como un pequeño consuelo. Luego se dirigió al autobús sin mirarla o dirigirle la palabra. A pesar de sus prisas, Emma la observó subirse al autobús y no se fue de allí hasta que el vehículo se hubo marchado.

Elia se sentó en uno de los últimos asientos junto al cristal del autobús. Todavía abrazaba su mochila mientras apoyaba la cabeza en el cristal observando el paisaje que pasaba. Pequeños sollozos escapaban de sus labios. Quería a su padre con ella, lo necesitaba. Era un mentiroso, le había dicho que no se iría nunca. Quería volver a Nueva York, pero con él. Respiró fuerte mientras las lágrimas caían otra vez por sus mejillas. Lo echaba ya tanto de menos.

—¿Estás bien, pequeña? —le preguntó una mujer que se había sentado cerca

—Estoy bien —trató de decir Elia con voz normal, sin mucho éxito antes de volver a apoyar la cabeza contra la ventana

—No lo parece —dijo la mujer

Elia se encogió de hombros, pero no respondió, tratando así de dar por finalizada la conversación. No quería hablar con nadie. La mujer pareció captar el mensaje, aunque Elia no se dio cuenta de que todavía la miraba preocupada. El autobús hizo hasta dos paradas durante el viaje, pero ella no se bajó en ninguna de ellas. En algún momento se quedó dormida.

Despertó cuando el autobús estaba entrando en la estación de autobuses de Nueva York. Se frotó los ojos que le molestaban entre el sueño y el haber llorado tanto. Todavía no podía creerse que estuviera en Nueva York sin su padre. Se colgó la mochila en los hombros y vio ya a su madre por la ventana mientras el autobús aparcaba. Tom estaba con ella. Frunció el ceño, ¿y si él también era malo?

Bajó del autobús y corrió hasta su madre.

—¡Mamá!

—Ven aquí, cielo —dijo su madre mientras la recibía con los brazos abiertos

Elia se echó a sus brazos empezando a sollozar de nuevo. Su madre la aferró contra ella acariciándole el pelo. Tom también se agachó a su lado acariciando el brazo de la niña para consolarla, pero Elia lo apartó bruscamente.

—¡Déjame! —exclamó

—Elia —dijo su madre con tono de regaño pero suave. Tampoco iba a enfadarse con ella después de todo.

—Quiero ir a casa —dijo la niña

—Si, vamos —dijo Kath mientras Tom la ayudaba a levantarse.

Tomó la mano de su hija y compartió una mirada preocupada con Tom. A pesar de todo, el también estaba preocupado por la niña. Sabía que a Elia le era difícil aceptarle, pero eso no quitaba para que el la quisiera como a una hija propia. Al fin y al cabo, amaba a su madre, se iban a casar e iban a tener una hija. Así que aunque ella no le dejara, el seguía preocupándose por ella.

Cuando por fin llegaron al apartamento, Elia corrió a encerrarse en su habitación con un portazo. Tiró la mochila a un lado y se echó en la cama enterrando la cabeza en la almohada. No pasó mucho tiempo hasta que la puerta se abrió de nuevo. Katherine entró y se sentó en la cama de su hija acariciándole la espalda.

—Elia, se que esto es duro... —dijo su madre

—Quiero que papá vuelva —sollozó Elia levantando la cabeza de la almohada

—Lo se, lo se, yo también quiero —dijo Kath

—¿En serio? —dijo Elia confundida

—Claro, que no estemos juntos no significa que no le tuviera aprecio —dijo Kath—. Al fin y al cabo, me dio uno de los dos mejores regalos de mi vida. Y yo fui tan tonta de no quererlo muchísimo desde el principio.

—¿Qué era? —preguntó Elia

—Tú, Elia, eras tú —dijo su madre

—¿De verdad? —preguntó Elia

—Claro que si —dijo Kath

Elia sonrió un poco incorporándose, y se apoyó en su madre dejando que esta le abrazara.

—Esta... Emma me contó lo que había pasado —dijo su madre

—Emma es una mentirosa, y una tonta —dijo Elia—. Todo es su culpa.

—¿Por qué dices eso? —dijo su madre

—Si no hubiera venido, papá estaría bien —dijo Elia—. Nunca nos habríamos ido, y no tendría un tonto hermano nuevo ni un tonto abuelo nuevo.

—Oh, cielo —Katherine acarició el brazo de su hija—, no es culpa de nadie. Se que no es justo lo que le ha pasado a tu padre, pero sabes que el no querría que estuvieras así. Tu padre siempre estará contigo, incluso aunque no lo puedas ver.

Elia dejó salir un sollozo mientras se acurrucaba más en brazos de su madre, que solo la abrazó con fuerza. Sabía que iba a ser una temporada difícil para la niña.

ONCE UPON A TIME (NEAL'S DAUGHTER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora