Pelea entre hermanas

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Después de lo sucedido, Kath había decidido quedarse una noche más en Storybrooke

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Después de lo sucedido, Kath había decidido quedarse una noche más en Storybrooke. Aquella tarde, bajó a pedir algo de cenar al restaurante y como Elia estaba con su padre, decidió salir a pasear por el pueblo mientras esperaba que su pedido estuviera listo. Necesitaba despejarse y pensar con claridad. En su momento no le había dado importancia, estaba demasiado preocupada por la desaparición de su hija. Pero ahora no podía dejar de pensar en ello.

Como no encontraban a Elia, Neal había decidido llamar a la sheriff, Emma. La misma que resultaba ser su ex y la madre de su otro hijo. No era eso en lo que pensaba. No le importaba, el había salido con otras personas igual que ella. Pero Emma había decidido llamar para ayudarles a Ruby, la camarera. Había dicho que era buena rastreadora. Pero Kath no había esperado que ella literalmente oliera el rastro de Elia. Como si fuera un perro.

No se había alejado demasiado la cafetería cuando se percató de que la calle estaba llena de gente. Era raro. Era tarde y no parecía haber ningún motivo aparente para que tanta gente re reuniera en plena calle.

—¡Eh! ¡Escuchadme! Tenéis que volver a vuestras casas —dijo un hombre de pelo claro pasando al centro de la multitud. Kath pudo distinguir cerca de él a Emma, y a Blanca, la misma mujer de pelo corto que habían encontrado poco después de llegar. Con ellas parecía ir también una mujer rubia, con el pelo recogido en un moño.

—Nadie se irá de aquí —se oyó una nueva voz. Junto a la torre del reloj, apareció una mujer pelirroja. Vestía un extraño vestido negro ajustado y una capa, y llevaba un curioso cuchillo en la mano. Un hombre mayor la seguía—. Esto necesita público

Kath podía ver al resto de los presentes asustados. Ella solo frunció el ceño, ¿se suponía que era alguna clase de espectáculo?

—¡Apártate, munchkin! —exclamó a un hombre de poca altura

—S-soy un... enanito —titubeó este

—Eso es peor —dijo la pelirroja despectivamente mirando a otro lado—. ¿Dónde está, mmm? ¿No me digáis que es una cobarde? Eso para vosotros no es bueno. Si mi hermana no aparece en cinco minutos, voy a soltar al ser oscuro.

Kath frunció el ceño mientras decidió acercarse un poco entre la multitud, ignorando el hecho de que todos los demás parecían querer alejarse.

—Se acabó —dijo la pelirroja. Se giró a aquel hombre que iba con ella—. ¿A quién quieres matar primero?

—No matará a nadie —dijo Emma adelantándose—. Aquí me tienes si quieres pelea

—Lo siento —dijo la pelirroja—, no bailo con aficionadas.

—Te equivocas, soy la salvadora —dijo Emma desafiante

—Me parece que alguien se cree muy importante —dijo la mujer pelirroja

Miró al hombre y levantando el cuchillo que llevaba en la mano, le hizo un gesto con la cabeza. El hombre levantó su madre y de pronto Emma había salido despedida unos metros hacia el suelo. Kath sacudió la cabeza confundida. ¿Qué había pasado? Si el hombre no había tocado a Emma... No, eso era imposible. Aun no estaba muy cerca de ellos y el ángulo en el que estaba, casi a espaldas del hombre no le permitía verlo bien, seguramente solo se lo había parecido. No, estaba claro que el hombre había empujado a Emma, aunque no parecía tener tanta fuerza a primera vista.

Emma no tardó en levantarse.

—¿Alguien más quiere probar? —dijo la pelirroja manteniendo el cuchillo delante de su pecho

—Yo —esta vez fue una nueva voz

Una nueva mujer se acercaba, de pelo negro hasta los hombros con un largo abrigo negro. Kath la conocía. Regina, la alcaldesa. No se la habían presentado formalmente, pero le habían indicado quien era esa misma tarde, unas horas antes tras un breve encuentro. También era la madre adoptiva del otro hijo de Neal.

—¿Nadie te lo ha dicho? —dijo la recién llegada—. El negro es mi color.

La pelirroja se rio.

—Pero me sienta mucho mejor a mi —dijo—. Empezaba a pensar que no ibas a venir

—No iba a dejar que mi hermana se fuera de rositas —dijo Regina

—Oh, ¿así que ya has asumido que yo soy de la familia? —dijo la pelirroja

—He asumido que compartimos una madre, si —dijo Regina—. Pero aun albergo una duda, ¿qué te he hecho para merecer esto?

—¿No es obvio? —dijo la pelirroja—. Nacer, hermanita

Kath estaba asombrada, confundida. No entendía muy bien que estaba viendo. Pero nadie esperaba el bofetón de que pronto Regina le dio en la mejilla a la que parecía ser su hermana.

—Llevo todo el día deseando hacer esto —dijo Regina

—Rumpletiltskin no te salvara esta vez —dijo la pelirroja—. Debió elegirme a mi

—¿Quién?

—¡Rumpletiltskin!

—¿Ese es el motivo? ¿Qué estás celosa de mi? —se burló Regina

Regina agitó una mano hacia arriba y de pronto el semáforo se había descolgado para caer sobre la pelirroja, pero con otro movimiento de mano, esta consiguió desviarlo hacia el suelo, lejos. Eso... tenían que tenerlo planeado de algún modo, ¿no? pensó Kath.

—Sigues sin ver lo que tenías —dijo la pelirroja—. Tu poseías todo lo que quería, y nunca lo mereciste. Pero pienso quitártelo todo.

Agitó las manos en aire y Regina salió disparada hacia un coche azul. Pudieron oír su gemido al caer sobre el capo de este.

—Mi deportivo —pudo oír Kath a un hombre mayor, no muy alto, con gafas, que se encontraba cerca de ella

¿En serio? ¿Eso era lo que le preocupaba? pensó. Ni siquiera parecía sorprendido por lo que acababa de pasar. Esa pelirroja ni siquiera había tocado a la alcaldesa. Kath se echó un paso hacia atrás cuando al levantarse Regina de repente una bola de fuego apareció en su mano. ¿Qué clase de pueblo era aquel? Pero con un movimiento de mano de la pelirroja el fuego se volvió verde y desapareció. Luego, apuntando con su mano al cuello de Regina, la alzó, como si la estuviera cogiendo del cuello realmente y tuviera mucha fuerza.

—No puedes conmigo, hermanita —dijo la pelirroja—. Todo lo que aprendiste de Rumpletiltskin, también me lo enseñó. Pero yo era mejor estudiante.

Y lanzó a Regina por los aires, pero esta vez tan alto que esta atravesó el cristal del reloj que había en lo alto de aquella torre. Por si no fuera poco, de repente la mujer pelirroja desapareció en mitad de una nube de humo verde. Kath dio un respingo. Miró hacia todos lados sin verla por ninguna parte. Todos los demás parecían aliviados, aunque algunos todavía miraban con cierto temor al hombre que antes la seguía. Ella por otro lado necesitaba saber que demonios había pasado y Emma y Blanca eran las únicas personas que conocía por el momento de los que estaban allí, así que se acercó a ellas

—¡Emma! —la llamó

—¿Katherine? —dijo la rubia sorprendida

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Kath

—Es... complicado —dijo Emma—. No puedo explicártelo ahora mismo

—¿Qué? —dijo Kath—. Mira, acabo de ver...

—Lo se, te prometo que te lo explico luego, o pregúntale a Neal —dijo Emma—, pero antes tenemos que hacer algo

Y Kath se quedó asombrada, con las manos en alto mientras veía a Emma, a Blanca y a los otros dos correr hacia aquel edificio del reloj, hacía una puerta que había debajo. Se pasó la mano por la cara. Miró alrededor, como si esperara encontrar cuerdas y ese tipo de cosas que los magos usaban para hacer sus trucos, aunque allí no parecía haber nada.

ONCE UPON A TIME (NEAL'S DAUGHTER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora