La maldición se ha roto

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 El abrazo en realidad no duró demasiado

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 El abrazo en realidad no duró demasiado. Regina todavía seguía en el suelo y Henry rápidamente se apresuró a su lado. Mientras tanto Neal se acercó a su hija. Elia temió un regaño, pero en realidad el no dijo nada. Todavía estaba demasiado impresionado por lo que acababa de pasar. Aunque en medio de todo eso también había algo de orgullo por ese primer abrazo entre sus hijos.

Emma también se acercó a Elia colocando una mano en su brazo, asombrada por lo que la niña había hecho.

—Elia.., ¿cómo has hecho eso? —preguntó

—Yo... no lo se —dijo Elia—. Las hadas aun no me han enseñado tanto, de verdad

—¡Mamá, mamá! —exclamó Henry sacudiendo a su madre adoptiva—. ¡Mamá! Mamá, por favor... Despierta.

Por fin Regina jadeó abriendo los ojos. Se incorporó un poco levantando la cabeza. Parecía confundida, desorientada.

—Mamá —dijo Henry aliviado

—Henry —Regina llevó su mano a la mejilla de su hijo

—Mamá —repitió Henry mientras la ayudaba a levantarse. Ambos se abrazaron nuevamente.

Emma suspiró aliviada, y Neal sonrió levemente tomando con un brazo a su hija por los hombros.

—Nunca más volveré a dejarte solo —dijo Regina—, te lo prometo. Te quiero, Henry.

Y justo en el momento en que Regina besaba la frente de su hijo, una oleada de magia los atravesó a todos, devolviendo los recuerdos a toda la ciudad. A Elia le sorprendió, porque fue como una sensación, un calor muy agradable que la atravesaba y respiró hondo como si pudiera impregnarse de esa magia.

—¿Qué ha pasado? —preguntó

—No era yo —dijo Emma mirando a Regina—, eras tu.

—Mary Margaret, David, ¿funciona? —preguntó Emma—, ¿recordáis el año perdido?

—Si... todo —dijo Blanca mientras ella y David se miraban preocupados

—¿Cómo conjuró Zelena el hechizo? —dijo Emma

—No fue ella, Emma, sino nosotros —dijo Blanca

—¿Os... hechizasteis vosotros? —dijo Emma

—La flaqueza de Zelena es la magia luminosa —dijo Blanca—. Nunca lo había tenido tan claro como ahora, tú eres la única que puede vencerla.

—Por eso pagamos caro el hechizo de Regina —dijo David—. Para encontrarte.

—Espera, pero si uno de vosotros conjuró el hechizo, ¿no debería estar el otro... bueno, muerto? —dijo Neal

Así que se podía compartir un corazón, esa fue la explicación de la pareja. Eso sonaba bastante... curioso, pensó Neal. Pero mientras Emma se ponía al día con sus padres y Henry con Regina, el se agachó a la altura de su hija, que de pronto se puso nerviosa.

—¿Estoy en un lío? —preguntó Elia

—Ni siquiera me has dejado empezar a hablar —dijo Neal divertido

—Pero no te he hecho caso —dijo Elia

—Es cierto, no me has hecho caso y has corrido hacia alguien muy peligroso —dijo Neal—. Pero también has salvado a Henry. ¿De verdad las hadas no te han enseñado eso?

—No —dijo Elia—, de verdad, papá. De momento solo me han enseñado algunas cosas pequeñas.

—No creía que... bueno, que pudieses hacer algo así —dijo Neal

—¿Te molesta? —preguntó Elia

—No, no me molesta —dijo Neal

—Entonces, ¿de verdad no estoy en ningún lío? —dijo Elia

—De verdad —dijo Neal

—Y ahora que Henry recuerda, ¿puedo volver a estar contigo? —dijo Elia

—Si, ahora supongo que nos quedaremos los dos solos en la habitación del hostal —dijo Neal—, pero hay algo más de lo que quería hablarte.

—¿El qué? —dijo Elia

Neal sonrió, y suspiró antes de decidir que eso podía esperar.

—Luego —dijo Neal—. Ahora mejor vámonos de aquí.

—Espera —dijo Elia

Dejando a Neal sorprendido, Elia se acercó a Garfio. Su opinión sobre él todavía no se podía decir que fuera la mejor, pero había mejorado un poco.

—Gracias —le dijo

—¿Por qué me das las gracias? —dijo el pirata

—Por protegernos a mi y a Henry —dijo Elia

—Creo que tu hiciste la mayor parte del trabajo —dijo Garfio sonriendo

Elia sonrió un poco también. Pero antes de admitir nada, se apresuró a volver con su padre, tampoco quería ser todavía demasiado amable con Garfio, Su padre mientras tanto hablaba con Emma de algo. Sin embargo, interrumpieron la conversación a su llegada.

—¿Ya estás lista? —dijo Neal

Elia asintió.

—Había pensado que podíamos ir a tomar un chocolate caliente a la cafetería, para calentarnos y reponer fuerzas —dijo Neal—, ¿qué te parece?

—Me encanta —dijo Elia, ya se le hacía la boca agua

Neal miró a Emma

—¿Qué? ¿Nos acompañas?

Emma lo miró algo boquiabierta. Pero miró a sus padres, que estaban bien con su corazón compartido, y miró a Henry, con Regina y Robin, y sonrió al volver a mirar a Neal.

—Claro.

ONCE UPON A TIME (NEAL'S DAUGHTER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora