Un nuevo amigo

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—Papá, me aburro —Elia se cruzó de brazos mientras veía como su padre y Henry jugaban con las espadas de madera

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—Papá, me aburro —Elia se cruzó de brazos mientras veía como su padre y Henry jugaban con las espadas de madera

—Tu has dicho que no quieres unirte cada vez que te hemos dicho —dijo Neal

—Es que no me gusta eso —dijo Elia

—Podemos jugar a otra cosa —dijo Henry

—Está bien, ¿a qué queréis jugar? —preguntó Neal

—Quiero irme a casa —dijo Elia

—Elia, vamos —dijo Neal

—¡Pero mañana tengo clase, papá! —dijo Elia

—No te preocupes por eso, llamé a tu profesora —dijo Neal

—¡Podemos jugar al escondite! —dijo Henry

—Buena idea —dijo Neal—, ¿no crees, Elia?

—Vale —dijo Elia—. Henry se la liga.

—¡Entonces contaré! —Henry se lo tomó con más entusiasmo del que Elia hubiese querido—. Escondeos.

Henry se giró contra un árbol para contar y Elia miró rápidamente alrededor buscando algún escondite. Necesitaba uno bueno. Tenía que ganar. Quería ser mejor que Henry. Corrió detrás de un banco. Luego vio unos coches. Pero finalmente se decidió por unos arbustos. No se quedó detrás, si no que se metió entre las hojas. Si no se movía, debería funcionar bien.

—¡Allá voy! —escuchó la voz de Henry

Elia cerró los ojos y se encogió todo lo que pudo, escondiendo la cabeza entre las piernas para no ser detectada. También porque las hojas le molestaban en la cara y eso era un riesgo.

—¡Papá! ¡Te he encontrado! —escuchó nuevamente a Henry

—Me has pillado —dijo Neal con tono divertido

—Solo falta Elia —dijo Henry—, y creo que está... aquí. No, no está aquí.

Elia sonrió orgullosa de si misma.

—¡Elia! No, no es aquí —dijo Henry

Elia escuchó varios intentos más de su (medio) hermano y se tapó la boca para no reírse.

—¡Aquí estás!

Elia soltó un gritito cuando escuchó la voz de Henry demasiado cerca, demasiado alto.

—¡Ay! —le pegó en el brazo—, ¡Que susto me has dado!

—Hey, has escogido un buen escondite —dijo Henry

—Y he ganado —dijo Elia—. Has tardado mucho en encontrarme.

—Elia, solo era un juego, no una competición —dijo Neal

—Pero en los juegos también gana alguien —dijo Elia

—Hola —escucharon una cuarta voz

Un hombre se acercaba. Era mayor, tenía el pelo blanco, y a su lado, iba un niño pelirrojo.

—Buenos días, Marco —dijo Neal. Apenas había conocido al hombre el día anterior, pero había decidido llamarlo por su nombre de la maldición por Elia. Le había dejado leer el libro de cuentos para que supiera las historias antes de hablar con ella (no quería que todo saliera con mal como con Tamara, aunque luego se había arreglado) pero aun no habían tenido esa conversación.

—¿Neal, verdad? —dijo el hombre, que se giró a mirar a los dos niños—. ¿Os importa que mi hijo juegue con vosotros?

—No, claro que no —respondió Henry con entusiasmo

El hombre le indicó a su hijo que fuera con ellos, mientras Neal se acercaba a él para hablar un rato.

—Hola, Pinocho —saludó Henry—. Ella es mi hermana, Elia.

—¿Pinocho? —dijo Elia

—Si —dijo el niño pelirrojo

—¿Cómo el del cuento? —preguntó Elia

—Exacto —dijo Henry sonriendo

Elia no supo cuando se había dormido. Recordaba estar cansada de jugar con Henry y Pinocho, pero no sabía en que momento exacto se había dormido. Solo sabía que cuando despertó, no estaba su cama, en la cama del hostal, al menos. Abrió ligeramente un poco los ojos y lo primero que se dio cuenta fue tenía la cabeza apoyada sobre el brazo de Henry. Su primer impulso fue apartarse rápidamente, pero no lo hizo. Todavía no quería llamar la atención.

Con los ojos entrecerrados trató de ver donde se encontraba. Parecía un apartamento, no mucho más grande que el suyo en la ciudad. En la mesa cerca del sofá donde ella y Henry estaban, estaban su padre y Emma, que no parecían percatarse de que había despertado. Ahora se acordaba. Antes de volver al hostal, tenían que pasar por la casa de Emma a dejar a Henry.

—¿Nunca te has... planteado volver? —dijo Emma

—¿A donde? —preguntó Neal

—A... nuestro mundo —dijo Emma

—Eh... me he pasado la vida intentando olvidar aquello —dijo Neal—. Mi infancia no fue de cuento de hadas. Ya me entiendes

Pero Elia todavía estaba algo dormida y no pudo evitar perderse partes de la conversación. Aunque no entendió todo lo que escuchó. Su padre y Emma parecían muy cómodos hablando. Neal se apoyaba sobre la mesa acercándose a Emma como si le dijera alguna confidencia.

—Dijo que Storybrooke no está a salvo, pero ¿de quién? —dijo Emma

—Bah, siempre tuvo un don para ser misterioso —dijo Neal tratando de restarle importancia por tranquilizarla—. Ya lo descubrirás. Te conozco y no pararás hasta que encuentres lo que buscas.

Emma solo pudo mirarlo ante aquellas palabras. Le hubiera gustado decir que no era así, pero la verdad es que seguramente se equivocaba. Neal siempre la había conocido bien y todos los años que habían pasado no parecían haber cambiado eso.

—Bueno —dijo Neal mientras se levantaba—, será mejor que me lleve a Elia al hostal.

Elia estaba tan cansada que, aunque tenía muchas preguntas para su padre, siguió haciéndose la dormida y dejó que la cogiera. Pero sabía que no se le olvidarían esas preguntas para el día siguiente.

ONCE UPON A TIME (NEAL'S DAUGHTER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora