Una muerte y una aliada inesperada

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Neal se llevó las manos a la cabeza

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Neal se llevó las manos a la cabeza. Hacía solo horas que había recuperado a su hija y ahora Cruella había secuestrado a su hijo. Y encima como "rescate" pedía que mataran al autor. Así que tras hablarlo, Neal se había ido al bosque con Emma y Regina a buscar a Henry mientras que David y Blanca usarían un hechizo localizador para encontrar al autor y saber como vencer a Cruella, ya que parecía que estos se conocían.

Mientras tanto, Elia se encontraba en casa, de donde su padre le había pedido que no saliera. Y esta vez estaba decidida a hacerle caso. No quería volver a encontrarse con Maléfica o Cruella, pero mucho menos con su abuelo. Lo malo es que la casa en la que ahora vivían era la de su abuelo, y estaba nerviosa por si de repente el decidía aparecer.

Por eso, aunque estaba viendo una película en la televisión, no dejaba cada cierto rato de mirar alrededor. Nunca le había molestado quedarse sola en casa, pero aquel día eso la ponía más inquieta que nunca. Por eso no pudo evitar dar un gran respingo cuando de repente llamaron a la puerta. Se giró para mirar en dirección a la puerta nerviosa. Se levantó despacio y se acercó a la puerta de igual manera. Agarró el pomo y lentamente la abrió solo unos centímetros para ver quien era.

—Hola, Elia —August la saludó sonriendo

Elia no respondió de inmediato. Solo se encogió de hombros algo tímida. Su padre ya le había explicado todo, lo de la infiltración de Regina y el tema de Pinocho y August. Pero era raro.

—Hola...

—¿Me dejas pasar? —preguntó August

—Mi padre no está... —dijo Elia

—Lo se —dijo August—. Quiero hablar contigo.

—¿Por qué?

—Puede que ahora sea un adulto, pero todavía me acuerdo de cuando era un niño —dijo August—, y de que fuiste una buena amiga.

Elia sonrió un poco, pero rápidamente la sonrisa se borró de su rostro. Soltó la puerta y se alejó de nuevo hacía el salón. August se permitió entrar y cerrar la puerta tras él, mientras Elia se limpiaba la primera lágrima tratando de que no la viera. Sin embargo, el gesto no pasó desapercibido para el hombre que se acerco a ella y se agachó a su altura.

—Elia, ¿qué ocurre? —preguntó

—Nada —dijo Elia mirando a otro lado

—Oye, puedes contármelo —dijo August—. Sigo siendo Pinocho, tu amigo.

—Pero ahora eres adulto —dijo Elia

—Si, tienes razón —dijo August—. Pero quiero que seas mi amiga aun así.

Elia bajó la cabeza.

—Es que... nunca he tenido muchos amigos —dijo—, y Pinocho era el mejor.

—Te entiendo —dijo August—. A mi también me costaba hacer amigos. Siempre era diferente. Primero porque era de madera. Y cuando llegué a este mundo, tenía muchas cosas que aprender. Tu has sido la primera que me aceptó tal como era desde el primer momento.

Elia por fin volvió a sonreír, un poco, y sorprendiendo al mayor, se lanzó a abrazarlo. Aunque no se lo esperaba, August también la abrazó de vuelta.

—¿Quieres... quieres quedarte aquí? Hasta que venga mi padre —dijo Elia al separarse

Pero August pudo notar que la niña no solo se lo pedía porque fuera su amigo, pero no dijo nada al respecto. Solo sonrió y dijo:

—Claro.


—Henry —Neal abrazó con fuerza a su hijo, pero no podía evitar mirar el acantilado por el que Cruella... por el que Emma había empujado a Cruella con su magia.

Miró a Emma. Estaba preocupado. Después de todo lo que estaba pasando, todo lo que había hecho su padre, no sabía si soportaría perder a otra persona por culpa de la oscuridad. No es que la culpara por hacerlo. Lo importante había sido rescatar a Henry. Pero desde que Emma había descubierto el secreto de sus padres, estaba diferente. Y dado cual era el plan de su padre, no es que Neal no confiara en Emma que insistía en que no sucumbiría a la oscuridad, pero él conocía bien los trucos de su padre.

—Iré a por Gold —dijo Emma—. Él tiene la culpa y debe responder.

Al día siguiente se encontraban todos en la cafetería, es decir, Emma, sus padres, Neal, Regina e incluso Henry y Elia. Emma era la única que estaba en pie.

—Cuidado, Emma —dijo Neal—. Conozco a mi padre y puede que sea lo que quiere

—Cierto, Gold quiere que te enfades —dijo David

—Pues lo estoy, pero no por eso hará su voluntad —dijo Emma—. ¿Qué ojala pudiera cambiar lo que le hice a Cruella? Si. Y eso es arrepentimiento, no maldad. Y quien no se arrepiente de algo...

Para ninguno pasó desapercibida la mirada que Emma les echó a sus padres.

—Ahora hay que centrarse en como impedir que Gold y el autor provoquen más sufrimiento —dijo Emma

—Yo podría serviros de ayuda —dijo Maléfica que acababa de entrar por la puerta acercándose a ellos

Neal frunció el ceño ante la aparición de la villana. Y Elia solo pudo encogerse en su silla casi temblando solo con escuchar la voz, con suerte su hermano así la ocultaría. Su padre se dio cuenta y por debajo de la mesa, tomó la mano de su hija intentando tranquilizarla.

—Según parece, tenemos un enemigo común —dijo Maléfica—: Rumpletiltskin

—El... te resucitó —dijo David confundido

—Para ayudarse a si mismo —dijo Maléfica—. La muerte de Cruella lo ha ratificado.

—¿Y ahora quieres volverte en su contra antes de que lo haga él? —dijo Emma

—Sabía que Gold no mantendría mucho tiempo al dragón a raya —dijo Regina sonriendo

—¿Qué quieres? —preguntó Blanca

—Nada de ti, pero tu hija... —dijo Maléfica mirando a Emma—, creo que es hábil buscando personas.

—Si, lo soy —dijo Emma—. ¿A quién buscas?

—A mi hija —dijo Maléfica

—¿Está viva? —preguntó Blanca sorprendida

—Si, sobrevivió al viaje a esta tierra al que la forzasteis —dijo Maléfica—. Si quieres impedir que Rumpletiltskin acometa lo que quiere hacer, ¿qué mejor forma que partiendo de esta ciudad y ayudándome?

—No pienso escapar de Gold —dijo Emma

—No se trata de escapar de él —dijo Maléfica—, si no de ponerle trabas.

Emma suspiró.

—¿Qué sabes de tu hija?

—Lo que el ser oscuro me dijo —dijo Maléfica—, que fue desterrada a este mundo hace treinta años, a un lugar llamado Minnesota, donde la adoptó una pareja. Y la llamaron Lilith.

—No... —murmuró Emma. Podía ser una coincidencia, claro, pero ¿y si...? Después de todo ya le resultaba difícil creer en las coincidencias. Tenía que estar segura y antes de que pudieran decir nada los demás, salió con prisas de la cafetería.

Neal se levantó de la silla dispuesto a seguirla, pero Regina también lo hizo. Dijo que hablaría ella con Emma, además, como ella también iba a salir de la ciudad, le propondría ir juntas. Así Emma no iría sola. Neal aceptó, él quería ir tras Emma, pero tras todo lo sucedido recientemente, también quería quedarse con sus hijos, así que confió en Regina.

ONCE UPON A TIME (NEAL'S DAUGHTER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora