Dos hermanos, un plan

108 11 0
                                    

Se suponía que Elia tenía que ir con Henry a su casa mientras su padre se iba con Emma

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Se suponía que Elia tenía que ir con Henry a su casa mientras su padre se iba con Emma. Emma decía que Regina tenía protegida su casa, que era donde mejor estarían para esperar. Pero Elia no quería esconderse. En lugar de eso, esperó hasta que ellos se hubieron perdido de vista y se volvió hacia su hermano.

—Tengo que ayudar —dijo Elia

Henry sonrió.

—Estoy contigo —dijo—, pero ¿cómo?

Elia hizo una mueca pensativa. Tenía que llegar donde estaba Zelena, aunque no sabía exactamente donde era. Espera... Si, si lo sabía. Se fijo en la hilera de coches aparcados en hilera cerca de allí. Levantó su manos hacia ellos y se concentró. Cuando la puerta de uno de ellos se abrió de repente, Henry se dio cuenta de su idea

—¿Qué haces? ¿Quieres robar un coche? —dijo

—Solo lo tomó prestado —dijo Elia sonriente

—Una vez me dijiste que no podía volver a Nueva York yo solo, que no sabía conducir —dijo Henry—, tu tampoco sabes.

—Es que yo no conduciré, lo hará mi magia —dijo Elia

—Aun así, creo que tienes que saber —dijo Henry—, tienes que saber lo que quieres que haga tu magia.

Elia abrió la boca queriendo discutir, pero se dio cuenta de que tenía razón. Pero otra idea llegó a su mente. Había estado practicando un truco con las hadas, y quizá era el momento de ponerlo en práctica.

—¿Tienes un coche teledirigido? —peguntó

—Si, me lo regalo mi madre de pequeño —dijo Henry

—¿Todavía funciona? —dijo Elia

—Si, ¿por qué?

—Ya lo verás —dijo Elia—, tenemos que ir a por él.

El coche en cuestión era lo que parecía una miniatura de Jeep. Llegaron a la casa de la alcaldesa corriendo y Henry subió a toda prisa a por el juguete. Cuando bajó, Elia se lo cogió y lo dejó en la carretera. Se alejó un poco y apuntó con su mano hacia él. Se concentró. Había practicado el modificar el tamaño de las cosas con las hadas, pero nunca para hacer algo tan grande como pretendía. Elia apretó los labios y frunció el ceño, le empezaba a doler la cabeza del esfuerzo. Pero milagrosamente, de repente el coche aumentó su talla hasta adquirir el tamaño de un coche normal.

—Ala —exclamó asombrado Henry

—Ya tenemos transporte —dijo Elia satisfecha

—¡Elia! Tu nariz —dijo Henry

—¿Qué pasa? —dijo Elia llevándose una mano bajo su nariz.

Sangre. Eso era lo que pasaba. Le había empezado a sangrar. Era normal que se cansara y se pusiera un poco mala cuando hacía mucho esfuerzo con su magia, pero nunca le había pasado eso. Sin embargo, lo dejó pasar. Sacó un pañuelo de su bolsillo y se limpió la sangre rápidamente

ONCE UPON A TIME (NEAL'S DAUGHTER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora