El 'cazaogros'

39 7 2
                                    

El golpe contra el suelo dejó a Elia momentáneamente sin aire

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El golpe contra el suelo dejó a Elia momentáneamente sin aire. Al recuperar el aliento, se fijó en la tierra bajo ella, tan diferente al suelo de madera que conocía. Al levantarse, miró a su alrededor, asombrada. Estaban en un bosque, con unas pocas casas de piedra esparcidas, pero el lugar parecía desierto. Henry también estaba allí, igual de atónito que ella, aunque su expresión mostraba más emoción.

—¿Dónde crees que estamos? —preguntó Elia, la curiosidad brillando en sus ojos.

—Creo que es el bosque encantado —respondió Henry.

—¿Qué? —Elia frunció el ceño, incrédula.

—O al menos, la versión de Isaac —apuntó Henry, con un gesto hacia el paisaje—. ¡Eh, mira!

Henry se agachó y apartó unas hojas, revelando lo que parecía una espada. La levantó con orgullo, como si fuera un héroe, pero la hoja era demasiado grande y pesada para él.

—¿Ya os sentís como héroes? —interrumpió Isaac, acercándose con un escudo en las manos. Parecía que lo levantaba para usarlo contra ellos, pero antes de que pudiera actuar, Elia utilizó su magia para quitarle el escudo de las manos, enviándolo volando lejos.

—¡¿Dónde estamos?! —le gritó la niña, su voz resonando en la quietud del bosque.

—Estáis atrapados en el libro, felicidades —dijo Isaac, su tono impregnado de sarcasmo—. Describamos este lugar: es frío, no hay agua corriente y las cosas siempre quieren asesinarte. No necesito que andéis cambiándolo todo. Este es mi cuento. Ningún héroe tiene un final feliz.

—¿Por qué? ¿Es que eso destruirá el libro? —preguntó Henry, una inquietud palpable en su voz.

Isaac no respondió, pero la forma en que les miró fue suficiente para que comprendieran.

—De eso tienes miedo, ¿verdad? —dijo Henry, desafiando al escritor.

—No importa, estamos en el último capítulo —replicó Isaac con desdén.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Elia, sus ojos llenos de expectativa.

—Lo sé, porque lo escribí yo —dijo Isaac, su tono condescendiente claro—. Sé cómo termina: con el tañido de campanas al anochecer. Cuando oigáis ese sonido, estaremos en la última página, el libro acabará y todo permanecerá tal y como yo lo escribí.

Un potente rugido resonó en el bosque, sacando a Elia y Henry de sus pensamientos. Se giraron, mirando a su alrededor, sin saber de dónde provenía el sonido. De repente, un enorme ser, de al menos tres metros, sucio y deforme, apareció acercándose. Parecía que no veía muy bien a pesar de la cercanía y olisqueaba constantemente el aire. La pesada espada se le cayó de las manos a Henry.

—Ahí está, justo a tiempo —dijo Isaac, su tono casi alegre.

—¿Qué es eso? —preguntó Elia, su corazón acelerándose.

ONCE UPON A TIME (NEAL'S DAUGHTER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora