Sacrificio

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Finalmente, alcanzaron la civilización y atracaron en el puerto de una pequeña ciudad

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Finalmente, alcanzaron la civilización y atracaron en el puerto de una pequeña ciudad. Allí, Emma pudo deshacerse de la túnica raída que llevaba y, con la ayuda de Baelfire, encontró ropa más adecuada: unos pantalones oscuros, una camisa blanca, un chaleco azul y unas botas resistentes. Mientras tanto, Henry, Elia y Garfio se encargaban de conseguir provisiones.

—Te ves bien —comentó Baelfire con nerviosismo cuando Emma salió ya vestida.

Emma esbozó una leve sonrisa.

—Gracias.

—Así que, en esa otra vida... ¿éramos bastante cercanos, no? —preguntó él, tanteando el terreno.

—Bastante —respondió Emma, con un toque de melancolía en su voz—. No te mentiré, tuvimos una historia complicada... muy complicada. Pero, de algún modo, encontramos el camino de vuelta el uno al otro.

Baelfire la miró con una sonrisa, aliviado por esa revelación.

—Me alegra escuchar eso —dijo, sincero.

Emma le devolvió la sonrisa.

—Deberíamos buscar a los demás —dijo, cambiando de tema.

—Ahí están.

Lily había aparecido nuevamente, pero esta vez en forma humana, sin su casco, mostrando su rostro claramente. No estaba sola. A su lado caminaba la Reina Blanca, vestida con su imponente traje rojo, flanqueada por David, su caballero oscuro, y los enanitos. Emma sintió un nudo en la garganta al ver a sus padres de esa manera. Baelfire se apresuró a desenvainar su espada, alerta.

—Lo que os había dicho —dijo Lily, apuntando hacia ellos—. El pirata los está ayudando, y los niños están con ellos también.

—¿Dónde están esos críos? —gruñó Gruñón, avanzando con la espada levantada. Baelfire reaccionó rápido, bloqueando su ataque, y Emma lo empujó hacia atrás.

—¡Eh, calma, Gruñón! —dijo Emma, en tono amenazante—. O te van a empezar a llamar Muñón.

La Reina Blanca alzó una ceja, altiva.

—Te conozco —dijo, su voz fría como el hielo—. Eres... Emma. La bruja loca que encerré en la torre. Casi no te reconozco sin las cadenas.

—Cuesta reconoceros a vosotros también —respondió Emma, mirándolos con firmeza—. No sois así.

—¿Ah, sí? ¿Y cómo se supone que somos? —preguntó Blanca, fingiendo interés mientras sus ojos relucían con malicia.

—Sois mis padres —dijo Emma con valentía—. Y yo soy fruto de vuestro amor verdadero. Me enseñasteis a ser una heroína y a creer en la esperanza. Y eso es lo que he hecho. Ahora necesito que creáis en ella también.

La Reina Blanca la observó, como si por un instante hubiera dejado que las palabras de Emma la afectaran.

—Tienes razón, Emma... La esperanza es poderosa —dijo, con una aparente reflexión en su tono, antes de que una sonrisa cruel torciera sus labios—. Por eso, voy a arrebatárosla. ¡Matadlos!

ONCE UPON A TIME (NEAL'S DAUGHTER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora