Un plan, más o menos.

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Úrsula literalmente la tiró contra el suelo de madera de la cabaña

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Úrsula literalmente la tiró contra el suelo de madera de la cabaña. No es que la hubiera soltado a mucha distancia, menos de un metro, pero la caída fue dura. Elia se quejó, encima los tentáculos de Úrsula tampoco eran lo más agradable, hizo una mueca.

—Mirad lo que nos hemos encontrado —dijo Úrsula

—¿Elia? —fueron dos voces distintas las que dijeron el nombre de la niña

—¡Abuelo! —exclamó, pero luego se giró confundida hacia aquel hombre atado en la silla—. ¿De qué me conoces?

—¿Qué haces aquí? —preguntó su abuelo en un tono demandante y ciertamente intimidante que nunca había usado con ella

—¿Qué haces tú aquí? —preguntó Elia—. ¿Por qué estás con ellas?

—No deberías haber venido —dijo Gold

—¡Habéis secuestrado a mi amigo! —exclamó Elia—. ¿Por qué lo has hecho?

—Tu abuelo ahora está con nosotras, niña —dijo Cruella

Elia ignoró a la mujer y siguió mirando a su abuelo, aunque también miró a Regina, más atrás que los demás.

—¿Por qué? —preguntó Elia—. ¿Por qué, abuelo? ¡Habías cambiado! ¡Papá y Bella lo creían!

—Se equivocaban —dijo Gold con tono serio

—¿Y tú? —Regina se sorprendió de que la niña se dirigiera a ella—. Henry estaba seguro de que eras buena.

Pero Regina no respondió. Sabía que Neal no quería que su hija se involucrara en todo aquello y que por tanto, a diferencia de su hijo, no sabía de sus planes, de su plan para infiltrarse. Así que solo la miró, altiva, fingiendo indiferencia. Aunque mientras tanto pensaba en como podría enviar otro mensaje, para informar la situación de la niña. Pero ya había sido difícil conseguir mandar el primero.

—Me cansa esta niña —dijo Úrsula—. ¿Qué hacemos con ella?

—Yo me encargó —dijo Gold. Levantó la mano y una nube de humo envolvió a la niña.

Elia tosió sorprendida mientras el humo tapaba su vista y notaba una sensación rara. Cuando el humo desapareció, estaba en una habitación distinta, un dormitorio. Pero las paredes y el suelo eran iguales que los de la otra habitación. Había una cama y una cómoda, y poco más. Le dio la sensación de que seguía en la misma cabaña. Además, todavía los escuchaba hablar al otro lado de la puerta.

Corrió hacía la puerta, pero no pudo abrirla. La golpeó y gritó, pero nada. Lo intentó con las ventanas, tampoco consiguió abrir ninguna de ellas. Ni siquiera con magia. Lo intento y lo intento, pero nada. Y entonces se fijó en algo que antes no tenía. Un brazalete, justo en su muñeca izquierda. Era sencillo y negro, y cuando intentó quitárselo, no pudo.

Y cuando ya no supo que más hacer, la niña solo pudo echarse sobre la cama a llorar, asustada, desesperada, confundida, enfadada. Sentía tantas cosas al mismo tiempo que no sabía como manejarlas. Solo deseaba haber hecho caso a su padre y haberse ido con Henry, Solo quería estar con su padre.

Cuando Henry les dijo que Elia nunca había llegado a su casa, Neal supo lo que había pasado. Sabía lo terca que podía llegar a ser Elia y que desde que sabía que tenía magia, a veces llegaba a creerse casi invencible. Ni siquiera necesitaba aquel nuevo corto mensaje que Regina se las arregló para enviarles para saber que su hija había intentado hacerse la heroína, una vez más.

—Tengo que ir a por ella —no tardó en decidir Neal

—Neal, espera —dijo Emma agarrándolo del brazo

—Emma, si le pasa algo...

—Lo se —dijo Emma—. Pero necesitamos un plan. No podemos ir así como así.

—La rescataremos, Neal, a ella y August —dijo David—. Pero no podemos ir a ciegas.

—Todavía tenemos que volver a reunirnos con Regina —dijo Emma—. Pero está con tu padre, se que ahora está del otro lado, pero dijiste que se llevaban bien. ¿Crees que le haría algo?

—No lo se —dijo Neal—. Ya no se nada de mi padre.

—Confiemos en Regina —dijo Blanca

Neal se llevó una mano a la cabeza.

—Necesito tomar el aire —dijo Neal, pero Emma todavía lo agarraba—. No voy a ir, no solo, te lo prometo. Tenéis razón. Solo... necesito un momento.

Emma lo miró preocupada, pero asintió soltándole el brazo. Neal salió del apartamento y una vez en la calle respiró hondo. Por un momento pensó en correr e ir a por Elia de todos modos, pero Emma tenían razón. Con su padre y esas tres, necesitaban un plan muy bueno. No podía dejar de pensar en que en Nueva York no habría pasado nada de eso. ¿Cómo había podido pensar que iban a estar bien en Storybrooke? Si siempre tenía que pasar algo.

Pensó en que en cuanto encontraran a Elia, podría mandarla a vivir con su madre, pero sabía que su hija ya no sería feliz allí. Además, tampoco podía culparla por querer ayudar a su amigo. Lo único malo era que su hija ya sabría que su abuelo estaba allí, algo que el pretendía ocultarle.

—Bae —Killian interrumpió sus pensamientos

—Killian, en serio, no...

—Creo que podría saber como ayudar a Elia —dijo Killian

—¿Qué? —dijo Neal

—Al menos quizá pueda lograr que Úrsula actúe a nuestro favor —dijo Killian

—¿Por qué crees que ella nos ayudaría? —dijo Neal

—Se lo que quiere —dijo Killian—. Y lo se... porque es posible que fuera en parte culpa mía que lo perdiera.

Neal lo miró perplejo. Miró al pirata y luego echó un vistazo al apartamento.

—Voy contigo —dijo

—Bae, no creo...

—Es mi hija, Killian —dijo Neal—. Voy contigo.

Técnicamente no estaba rompiendo su promesa. No se había lanzado corriendo a por su hija, no estaba solo y había un plan, más o menos, pero había aprendido a volver a confiar en Killian. O al menos de eso trató de convencerse. No podía quedarse quieto. Necesitaba encontrar a Elia. Y si lo conseguían, seguramente también encontrarían a August, Pensó en avisar a Emma y demás, pero decidió que era mejor esperar un poco, esperar a ver si la cosa funcionaba.

No le gustó tomar esa decisión y se sintió culpable por no informarles, pero necesitaba hacerlo. No quería que lo detuvieran. Además, se trataba solo de Úrsula. Ella no tenía magia como tal, no como Maléfica o su padre. No debería ser tan difícil como enfrentarse a los cuatro juntos.

ONCE UPON A TIME (NEAL'S DAUGHTER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora