Capítulo 48

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El día finalmente llegó, Inuyasha lo había tenido en mente al irse a dormir y fue lo primero que pensó al despertar.

En la noche de este día, al primer vistazo de la Luna comenzaría el masivo ataque. Pensar en esto lo enfurecía ya que no podría pelear contra aquellos que estaban en su contra, derrotarlos y humillarlos por meterse con él.

Era el sabor más amargo qué había experimentado en la vida sin dudar, la impotencia era incalculable pero lo mejor para él era soportar la cruda realidad y darle prioridad al lazo, y por supuesto al cachorro en su interior.

Llevó su mano a su abdomen teniendo la mirada perdida, se encontraba sentado de piernas cruzadas y frente a la Yōkai que seguía recuperando sus energías.

Ayaka aún no despertaba, Hajime dijo que no sabría decir cuando despertaría pero que a su parecer la Yōkai no tardaría mucho ya que al sentir su alma sintió que Ayaka era muy fuerte.

Inuyasha había estado esperando por su despertar desde ayer, y hoy desde temprano lo había estado esperando también. Sesshomaru seguía estando ocupado así que esperar por Ayaka también lo ayudaba a mantenerse distraído, no habían muchas cosas qué pudiera hacer estando encerrado en un palacio tan aburrido.

Continuó esperando, dejando el tiempo pasar mientras esperaba por la Yōkai y él era cuidado por su par de leales sirvientes.

El tiempo fue transcurriendo, Inuyasha llegó a perderse en su vacía mente pero fue Sayuri quién le hizo salir de su trance y le avisó que era momento de volver a comer.

Inuyasha solamente asintió y pidió que le trajeran la comida a él, así que la Mujina Yōkai obedeció.

La comida le fue traída y la comió con una inusual tranquilidad qué no era propia de él, esto podían notarlo fácilmente los dos sirvientes presentes.

Tanto Hajime como Sayuri comprendían la intranquilidad de su amo, incluso la compartían. Ellos se sentían igual en el fondo, era inevitable sentirse nerviosos ante la llegada de la noche y con ella el primer vistazo de la Luna creciente.

Y así como ellos habían muchos más que sentían los nervios recorrer por todo su cuerpo. Todos sabían que sería una gran batalla la que se aproximaba.

Habían algunos con malos presentimientos y habían otros que sentían qué su victoria era evidente, tanto aliados cómo enemigos para el par de compañeros tenían dichas sensaciones.

Lo único que podían hacer todos incluido Inuyasha, era esperar.

.

La tarde no demoraba en hacerse presente, o así lo consideraba cierto DaiYōkai pelirrojo, la realidad era qué faltaban unas horas pero él se había empeñado en que el tiempo se le fuese rápido.

"Hoy es el día, finalmente ha llegado el día en que serás mío. Mi bello Crisantemo rojo." Pensó, teniendo en mente la única imagen que tenía de su crisantemo.

Se quedó con los ojos cerrados y la cara alzada, con el viento soplando contra él mientras iba acercándosele por detrás su sirviente más leal; Kairi.

Con total tranquilidad el Yōkai se aproximó, reverenciando al estar lo suficientemente cerca de su Señor.

Con una voz firme y respetuosa habló. ── Mi Señor, el Señor del Este viene en camino. Cómo acordaron, ambos serán los primeros en invadir las Tierras del Oeste. ──

Chokichi abrió sus ojos algo de repente y su rostro se tornó más rígido. Sin voltearse respondió con voz autoritaria a su sirviente. ── De acuerdo, Kairi. Cómo última tarea ve a ratificar qué todos nuestros monstruos y Yōkai estén completos. No tardes mucho, debes ir a mi espalda, eres el segundo al mando, no lo olvides, ni se te ocurra fallarme. ──

Compañerismo. (Sesshōmaru x InuYasha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora