Capítulo 58

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La sensación era incomprensible, no era ni una sensación cómo tal. Algo indescriptible.

No tenía un cuerpo físico y era consciente de ello, pero tampoco era alguna otra cosa. Era energía, algo más allá incluso. No podría describirse de forma simple.

Ya no había dolor ni nada más, sólo su existencia.

Permaneció así, sólo existiendo. Hasta qué de pronto ocurrió; su energía ascendió, ó más bien fue atraída hacia otro plano.

De pronto su cuerpo volvió, no fue cómo despertar. Fue un cambio abrupto dónde volvía a ser su cuerpo físico y pudo ver lo qué lo rodeaba; un radiante pastizal qué parecía tan infinito cómo místico. Las largas y finas hojas danzantes con los refrescantes y suaves vientos, así cómo deslumbrantes ante la platinada luz de la Luna.

Tampoco hubo dolor, pero sí sensaciones y pensamientos. Era nuevamente él. Inmediatamente Inuyasha recordó a Sesshomaru y a su cachorro, su preocupación por ellos más bien. Giró por todos lados de aquel lugar y llevó sus manos a su abdomen.

── ¡Sesshomaru! ── Gritó al mismo tiempo, pero no había nada más qué la bella simpleza del pastizal y la luz de la Luna cubriendo por doquier.

Quiso volver a gritar pero entonces los recuerdos le terminaron de llegar cuándo no sintió nada en su interior. El lazo se rompió y los tres habían muerto. Ó eso se suponía qué ocurrió, Inuyasha de pronto se preguntaba dónde estaban los huesos y la neblina. Aquel lugar no era el sitio a dónde tenía que ir al morir.

Pero aún así sabía que habían muerto.

Se quedó inmóvil como estaba, arrugando con sus dedos la tela en su abdomen. Y luego de unos segundos bajó la cabeza.

── Es verdad. ── Dijo en un tono bajo y melancólico. ── No pude salvarlos... ── Susurró, apretando sus ropas.

Permaneció de aquella forma, sin pensar ni cuestionar nada, sólo sintiendo su tristeza hasta qué de pronto un pensamiento llegó a su mente. “Tienen qué estar aquí...” Resonó en su cabeza. Sí él estaba en ese sitio ellos también tendrían qué estarlo.

Tenía qué buscarlos.

No sabía sí podría encontrar aquella presencia que se perdió dentro de sí, pero aquel cachorro no nacido tenía un alma también ¿No era así?, tenía qué tenerla. Quién sí tenía que estar era Sesshomaru. Sólo sabía qué tenía que buscar.

Así que teniendo claros sus objetivos levantó su vista pero sus ojos se abrieron en grande ante el actuar del destino, reflejándose en ellos aquella mujer qué se suponía nunca iba a volver a ver.

Los ojos de ella se achinaron mientras sonrió y sus lágrimas cayeron.

── Inuyasha... ── Sonó su voz llena de sentimiento para él otra vez.

La voz qué creyó no volver a escuchar hasta el día de su muerte mientras partía al otro mundo cómo parte de su propia imaginación; la había vuelto a escuchar de verdad en el lugar qué se suponía jamás sucedería. ¿Cómo podía ser posible?, pero qué más daba, sí él para empezar tampoco debería estar ahí.

── Kagome... ── Salió por sí solo de él, repleto de felicidad mientras su rostro se contraía por las lágrimas qué salieron cómo delgadas cascadas.

Su cuerpo se movió por sí solo, cumpliendo lo qué lleva añorando por años volver hacer, corriendo hacia ella y abrazandola en sus brazos otra vez, mientras sintió el abrazar de ella también. Se unieron fuertemente, llenos de sentimientos y soltando más lágrimas.

Compañerismo. (Sesshōmaru x InuYasha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora