Reinicio #2

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Espero que les guste~

MK se sintió un poco...flotante e ido mientras se daba una ducha rápida, ignorando los gritos de su jefe, tarareando y cerrando los ojos para inclinarse un poco, su cabello cayendo sobre su rostro cuando coloco su cabeza bajo la ducha. Estaba limpio, lo sabía, y aun así, se sentía un poco sucio, como cuando salías de una pelea loca. Era raro.

-¡MK!- bufo, más divertido que molesto ante la voz del cerdo, resignado de alguna manera. Pigsy se había vuelto mucho más tenso después de todo el asunto de convertirse en el sucesor, algo que solo había empeorado entre las cosas malas sucedían, y había estado evitando gritarle desde todo el asunto de LBD. Era...extrañamente bueno escucharlo una vez más.

-¡Ya voy!- y no tuvo otra más que obedecer. Termino su ducha, se seco, se puso ropa limpia y, alisando un poco la chaqueta blanca que usaba como uniforme, bajo a grandes pasos. Se detuvo al llegar abajo del todo y se permitió unos segundo solo para observar.

A Pigsy le faltaba esa tensión que se había puesto en sus hombros en algún punto y el cansancio profundo, dejándolo lucir como el demonio cerdo de actitud algo tosca pero que disfrutaba de cada día haciendo lo que más le gustaba en el mundo. A Tang le faltaba ese gran peso que se le había colocado en la espalda luego de descubrir su descendencia y poderes, luciendo relajado como siempre, burlón y vago, más concentrado en robar cada plato de fideo posible hasta que el otro decidiera echarlo a patadas. Incluso hay algo diferente en Mei, le falta esa postura de entrenamiento rígido e intenso que tuvo con Red Son al despertar del Samadhi Fire, aunque su sonrisa grande y sin riesgo de que algo se incendiara si ella se volvía demasiado emocional.

Su pecho se siente cálido de solo verlos.

-¡MK!- el cerdo lo miro con el ceño fruncido, molesto a simple vista y agitando su cucharon como una especie de amenaza. -¡Llegas tarde!-

-Lo sé- usualmente estaría en pánico, moviéndose con rapidez y tropezando en su apuro por comenzar su trabajo mientras dejaba escapar múltiples disculpas pero no lo hace, no encuentra en si la energía para hacerlo. Se siente cansado, no en el sentido de falta de sueño o mucho esfuerzo, solo agotado hasta lo más profundo de su ser...y mayor, se siente un poco mayor.

-¿Estás bien, chico?- la expresión del chef se ablanda ante la falta de reacción, suave y preocupado, dejando su cuchara a un lado a favor de moverse de su puesto y acercarse. MK siente una punzada de culpa ante la preocupación ajena, sin haberlo querido molestar, y no sé le ocurre como solucionarlo, logrando que el otro solo se preocupara más. -Hey...- le muestra una muy pequeña sonrisa, extendiendo las manos, y el chico solo puede quedarse muy quieto, sin apartar las vista de su papá. -...¿tuviste feas pesadillas otra vez?- acuna el rostro del castaño, amable y cariñoso, logrando que algo en el interior del chico simplemente se estremeciera.

Todo el mundo había estado al borde de ser destruido hasta el punto de la existencia. Pigsy estuvo al borde de morir, Tang estuvo a punto de morir, Mei, Red Son, Macaque, Monkey King...él, todos estuvieron a punto de morir y esa realización es tan repentina que algo en su pecho se afloja.

-P-Papá- y solloza antes de poder controlarse. Es feo, como ese tipo de llanto repentino y lleno de angustia que no sabes como controlar, pero una vez que las lagrimas corren con fuerza, ya no puede detenerse. -¡P-Papá!- se inclina para poder abrazar a su padre, quien es rápido en corresponder el gesto, preocupado y confundido, pero eso no evita que acaricie la espalda de su hijo con suavidad y le susurre palabras de consuelo. A ninguno parece molestarle caer al suelo, porque las piernas del castaño se siente temblorosas y ya no pueden sujetarlo, ignorantes de las miradas que atraen. Mei es rápida en gruñirles, amenazantes para que volvieran a sus asuntos, mientras Tang se retuerce los dedos con cierta ansiedad.

MK no se siente capaz de trabajar y aunque se queja sin mucho animo, se deja empujar a su habitación una vez que logra recuperar un poco la compostura. Su mejor amiga se pega a su lado, negándose a dejarlo solo, mientras el hombre de anteojos es básicamente obligado y empujado a cumplir con las entregas atrasadas en nombre del menor, sollozando y reclamando en todo momento.

Ama a Mei con toda su alma pero al mismo tiempo, en ese momento, agradece al cielo cuando los padres de ella la llaman y la obligan a volver, permitiéndole un momento a solas para analizar su nueva situación.

-¿Qué fue lo que sucedió?- y esa es la pregunta del siglo en su opinión. Se sentía perdido. En un momento, había estado al borde del fin del mundo sin poder hacer otra cosa más que morir a todos a su alrededor y al otro, estaba de vuelta en su departamento, aunque nada parecía igual. Algo faltaba.

Muchas cosas faltaban.

-¿Qué fue lo que hicieron?- se mira al espejo, un suave tono dorado recorriendo su cuerpo mientras dejaba caer su apariencia humana y daba lugar al mono, cuyos ojos extraños y coloridos le devolvían la mirada fija. No las ve, no puede hacerlo, pero esta seguro de que aquellas extrañas piedras que se suponían iban a estabilizar los mundos están en su interior de alguna manera, recuerda vagamente solo...sentirlo. Frunce el ceño con cierta confusión, volteándose y viendo su teléfono dejado sobre la cama, sentándose sobre esta para poder tomar el aparato y revisar el calendario.

Recuerda muy bien la fecha en la que todo cambio, lo había anotado en su pagina de fechas importantes y la había visto tantas veces que la quedo en su mente, así que esta muy sorprendido cuando nota que de alguna manera, esta mucho antes de ese día en particular.

-¿Me trajeron...de vuelta?- eso solo aumenta su confusión. De alguna extraña y loca manera, las piedras no solo se fusionaron con él y sus poderes, sino que lograron retroceder en el tiempo, devolviéndolo a semanas antes del día en que su vida tranquila terminaba y todo lo demás empezaba. Se supone que volvió a la época en la que era solo un simple repartidor más en la ciudad, un humano que había sido adoptado por un demonio cerdo y le gustaría tanto vivir esa fantasía, no pensar en todo lo demás, pero sabe que no puede.

Es Monkie Kid, con los poderes del gran Monkey King y las nuevas habilidades que no conocía que venían de las piedras. Él podía evitar que las cosas malas sucedieran, se iba a encargar de eso.

~Monkie Kid~ 6️⃣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora