Una copa de vino y un vuelo por tomar

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Alexandra Danvers

Desde la salida de esa mujer de la cárcel como de mi vida personal y el más importante de mi vida sentimental se fue como el agua que recorre sus caminos, a esa ni siquiera puedo decir ella ya que me duele y me enoja por lo tonta que fui por pensar que podíamos tener algo formal, pero solo quería jugar conmigo misma como con todo mi cuerpo.

Estoy demasiado segura que esa mujer me investigo y como sabía que era la única estúpida ingenua, además de virgen que nadie la pelearía por pelear siempre con su padre, así que hizo la buena samaritana hasta fingió un amor en el cual solo había interés sexual y no de un amor verdadero del que todo el mundo predica, solo son basuras humanas.

Dame otra copa, muchacho.- dije sonriendo.

Barman: ¿Qué trago desea?

Una copa de vino para ahogar las penas.- dije sin emoción.

Barman: ¿Vino en especial?

Del que se te de la gana porque ni eso sé.- dije sonriendo.- Solo quiero olvidar de que Alexandra Danvers vive.

Barman: Bien, aquí está su copa de vino.

Gracias.- dije sonriendo.

Me bebí la copa de un solo trago y le pedí al barman otra botella de vino del cual no me ayuda a aliviar mis penas, sino que me atormenta más, pero así es la vida de caprichosa y solo me quiere ver llorando por allí como mendigando.

Cumplí mis 18 años en esta misma cantina solitaria que me acompaña todos los días también me ayuda a conseguir mujeres bonitas que deciden acompañar a esta humilde mujer en su cama porque no le gusta dormir sola ya que sufre, de los que se dicen ser mis padres ya no supe más de sus vidas porque tomé mis cosas y me largué de ese feo lugar.

Mujer: Hola, preciosa.- dijo con una sonrisa ladina.

Hola, damisela ¿Qué haces por estos lugares tan perdidas?.- dije con un tono inocente.

Mujer: Bueno, ando buscando a alguien que me caliente mi cama fría.

Es una tristeza que anda solita si le das el visto bueno, podemos ir a lugar más privado para calentarnos la noche.

Mujer: Que deliciosa idea.- dijo con una sonrisa.

Barman, mi cuenta.- dije seriamente.

El barman se acercó con mi cuenta e hice el pago en efectivo, salí con aquella mujer a un hotel cercano del bar en la cual hice que esa bella mujer disfrute de la vista de las estrellas, pero con la única condición que no tocará mi cuerpo por nada del mundo porque una vez deje que jugarán y tocarán mi cuerpo, pero nunca más seré sus juguetes.

Regresé a las seis de la mañana al departamento alquilado por Bárbara, Hellen y por mí porque ellas decidieron vivir lejos de sus padres y los motivos que le llevaron a tomar esa decisión no lo sé tampoco pienso meterme en sus vidas.

Hellen: Buenas noches, señorita.- dijo en un tono burlón.

Buenos días, mi vida.- dije sonriendo.- ¿Cómo estuvo sus sueños de ángeles?

Hellen: Muy bien, pero de ti lo dudo mucho porque andas con unas ojeras.- dijo sonriendo.

Son bellas ojeras de placer, mi amor.- dije sonriendo.- Ahora me iré a descansar un rato que me iré a trabajar.

Hellen: Eso ni tú te la crees.- dijo sonriendo.- Por cierto, el director pide que vayas.

Dile que ya no me iré a ese lugar que no me sirve para nada.- dije sin importancia.- Luego retiro mis papeles.

Lo Prohibido Sale CaroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora