Encerradas

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Alexandra Danvers

Con esté día es el cuarto que estamos encerradas las tres en mi departamento y la verdad que ya estoy aburrida de mirar las cuatro paredes de mi casa porque el internet se ha caído y ni si quiera tele puedo ver. Lo único bueno que tenemos es luz y agua, más nada y lo único que se ve en las calles desde mi ventana es el agua acumulándose.

Quiero molestar un poquito a Samantha Arias porque nuestra última conversación no fue nada bueno ya que nos dolió a ambas, aunque lo haya dicho yo también me dolió porque me trae recuerdos dolorosos y muy buenos porque gracias a ella pude levantarme para poder seguir con mi vida y no se merece realmente el trato que yo le estoy dando a ella.

Verifique lo que estaba haciendo y no es nada porque Cassy duerme, me senté en silencio sobre sus piernas.- Hola.- susurré. Pero ni siquiera me miró también evito mi mirada, cruzando sus brazos sobre sus pechos.- Sam, mírame.- dije sonriendo.- No seas orgullosa conmigo porque mira lo que yo estoy haciendo es tragarme mi orgullo solo por hablarte.

Sam: No me hables y punto.- dijo sin mirarme.

Ya me estás hablando.- dije sonriendo.- Se que estás dolida por mis palabras de hace dos días, pero no quiero que esto vaya más a fondo y mi cabeza comience a trabajar en tonterías porque nosotras tuvimos una historia en un tiempo que ya no es el correcto de repetir ahora.- dije suspirando.- Por desgracia no te puedo tratar como juguete o aventura.

Sam: *silencio*

Vamos, Samantha.- dije insistiendo.- No seas así y hablemos, por favor.- dije acariciando su mejilla. Me acerqué a darle un beso en su mejilla que se convirtieron en varios besos a ver si así deja de ser una roca conmigo, pero ella es dura llegué hasta la comisura de sus labios y hasta que decidí besarla en sus labios esperando que me responda a mi beso.

No te hagas la difícil, Sam.- murmuré.- Sabes que puedo hacer que te derritas.

Sam: Y yo que ardas en el mismo infierno, así que no me retes.- dijo respondiéndome.

Veamos si por lo menos haces que me calientes y con nuevo truco porque sé todas tus mañas de memoria, gatita.

Sam: Ahora soy tu gatita y eso yo no lo sabía.- dijo sonriendo.- ¿Me puedes dar un beso?.- dijo acariciando mi cintura.

¿Tú crees que tu hija se levanté?

Sam: No, es su hora de siesta.- dijo sonriendo.

Retomando nuestra conversación la única experta y siempre termina malogrando tu ambiente sexual está esperando por ti y no quiero calentarte en vano.- dije escuchando su llanto al no ver a su madre y me retiré de su regazo para irse.

Sam: Agradece que te salvaste del exótico castigo que te iba a dar por retarme.

Corrí hacia ella y le di una fuerte nalgada en sus dos pompas.- En tus sueños vuelves a tenerme en tu cama.- dije apretándola para soltarla.- También te lo recuerdo en tus sueños.- dije sonriendo y regresé para mi sofá para descansar.

Sam: No cantes victoria antes de empezar la partida.

No le dije nada y solo dejé que vaya a ver a su hija, simplemente me quede allí acotada hasta que me quedé dormida por completo porque ella se estabilizo con Cassy en mi habitación mientras duermo en el sofá.- Alex despierta.- susurró.

Mmmm, no quiero.- dije dándome la vuelta.

Sam: Te llevaré a la cama porque hace mucho frío aquí.- susurró.

Buenos días.- dije levantándome.

Sam: Buenos días, dormilona ven a mirar porque al parecer ya tenemos luz verde.

Lo Prohibido Sale CaroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora