Cap 37: Heridas abiertas

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Mai

Los días pasaron rápidamente, todos estábamos muy concentrados en practicar y mejorar. Asahi y Yamaguchi trabajaban en sus servicios, Hinata en sus ataques, Kageyama en sus colocaciones, y Nishinoya intentaba imitar al libero de Seijoh con sus colocaciones. Por mi parte, trataba de perfeccionar mi defensa, mi agilidad en reaccionar y en analizar las jugadas del otro equipo. Si no podían bloquear, yo estaría cubriendo de otro lado. No podía quedarme atrás; tenía que avanzar también, así que me pasaba todas las tardes en el gimnasio recibiendo ataques de Tanaka y colocaciones confusas de Kageyama. Volvía a casa agotada, con las rodillas rojas y las costillas adoloridas, pero sabía que iba a valer la pena.

En cuanto a los chicos, estuve un poco más distanciada de Tsukishima ya que no sabía cómo afrontar la situación. Él parecía tan indiferente al beso, mientras que yo me ponía roja como un tomate cada vez que lo veía. En cierta forma, su actitud me irritaba. ¿El beso fue un juego para él? En cambio, con Nishinoya afianzamos más nuestra relación. Pasábamos casi todos los entrenamientos juntos, y a veces él venía a mi casa después de los entrenamientos para charlar. Con Kageyama sentí que éramos cada vez más cercanos, descubriendo poco a poco su lado más cálido, lo que me hacía sentir muy feliz. Y por último, Sugawara siempre se preocupaba por mí, me apoyaba mucho en mis entrenamientos y me daba consejos para mejorar.

—¡Rolling Thunder!—exclamé, imitando la técnica de Nishinoya y recibiendo el servicio de Asahi, dando una vuelta en el piso.

Me levanté orgullosa de mi hazaña.

—¡Te sale increíble, Mai!—me halagó Noya, observando junto a mí.

—¿Sí? No tanto como a ti—le respondí contenta, devolviéndole el halago.

Él se sonrojó y se removió nervioso en su lugar.

—Tampoco es para tanto—dijo soltando una risa nerviosa y rascándose la nuca.

Solté una risa y busqué la mirada de Sugawara en busca de su aprobación, pero él me miraba con una expresion que no lograba decifrar.

—¿Me salió bien, Suga?—le pregunté, mirándolo.

—Tu rodilla, Mai...—dijo, señalándola preocupado.

Bajé la vista y noté que estaba sangrando, una mezcla de tierra y sudor pegada a la piel herida. Me había esforzado tanto que ni siquiera lo había notado.

—Oh, mi rodilla...—dije, viéndola.

De repente, me puse a repasar todo y era un desastre. Tenía dos dedos vendados ya que se me habían doblado en varias ocasiones, los antebrazos rojos, las rodillas todas moretoneadas y ahora una de ellas estaba sangrando. Creo que debería tomarme un descanso.

—¡Tu rodilla, Mai!—dijo exaltado Nishinoya, viendo la herida.

Sugawara se acercó a zancadas, preocupado.

—¿Estás bien? ¿Te duele, Mai?—preguntó preocupado, agarrándome por los hombros.

Pude ver cómo Asahi se acercaba igualmente.

—¿Estás bien, Mai?—preguntó con cara de preocupación.

—Está bien chicos, es solo un pequeño rasguño—les dije con una sonrisa nerviosa, restándole importancia.

Al instante, todos giraron a ver mi rodilla nuevamente, de la cual salía más sangre.

Pequeño rasguñito.

—No está bien. Asahi, ve a buscar el alcohol que está en enfermería y Nishinoya, trae unas vendas—les ordenó firme Sugawara.

Estos asintieron y se fueron del gimnasio rápido en busca de las cosas que les pidió el mayor.

Entre redes y corazones- Haikyuu!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora