En el universo de Haikyuu..
Mai Sakurai una chica alegre y competitiva vuelve a su pais de origen luego de 8 años de vivir en Estados Unidos y jugar como capitana en el equipo femenino de Voley. Vuelve con ganas de jugar en un equipo y ser la mejor...
El partido continuaba con una intensidad que electrificaba el aire. Los gritos de los jugadores y el estruendo de la pelota al golpear el suelo se mezclaban con el clamor de la audiencia. Mai, a pesar del dolor en su tobillo, sentía que su cuerpo estaba siendo alimentado por pura adrenalina. Cada latido de su corazón bombeaba una mezcla de determinación y furia competitiva.
El dolor, que al principio había sido agudo y paralizante, ahora era apenas un eco en el fondo de su mente. La adrenalina se encargaba de enmascarar la molestia, permitiéndole moverse con una rapidez casi instintiva. Sus pensamientos estaban nublados por una única obsesión: ganar.
Un saque poderoso de Oikawa se dirigía directo hacia ella. Cualquier otro día, con el tobillo lesionado, habría dudado en lanzarse, pero en este momento, Mai no podía pensar en otra cosa que no fuera recibir ese balón. Su cuerpo se movió antes de que su mente pudiera detenerla. Se lanzó hacia la derecha, estirándose para interceptar el saque.
El contacto fue perfecto. La pelota rebotó con fuerza en sus brazos, enviándola hacia arriba con un arco limpio que permitió a Kageyama armar una jugada rápida para Hinata. El punto fue para Karasuno, y la cancha estalló en vítores.
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El segundo set estaba en su punto más álgido, con el marcador favoreciendo a Seijoh. Los jugadores de ambos equipos sentían la presión creciente mientras cada punto se volvía más crucial. En ese momento, Oikawa se preparó para hacer su servicio, uno que sería recordado como uno de sus mejores. La pelota voló con una potencia abrumadora y una velocidad que parecía imposible de contrarrestar. Mai, desde su posición, reaccionó instintivamente, pero a pesar de su esfuerzo, la pelota pasó velozmente, marcando un punto directo para Aoba Joshai.
El impacto de esa jugada fue devastador para Mai. Hasta ese momento, había logrado recibir algunos saques difíciles, pero este le hizo sentir la distancia abismal que aún existía entre ella y Oikawa. La habilidad natural de Oikawa, combinada con su experiencia y control en la cancha, la hacían parecer pequeña, incapaz de alcanzar ese nivel que tanto ansiaba.
A medida que el partido continuaba, Mai observaba desde afuera, con el corazón latiendo a mil por hora y la ansiedad creciendo con cada jugada. Veía cómo sus compañeros luchaban, cómo Nishinoya defendía con ferocidad, y el deseo de estar en la cancha crecía dentro de ella. Cuando Nishinoya salió de la cancha debido a la rotación, Mai sintió una chispa de esperanza. Se preparó para entrar, creyendo que era su momento de hacer una diferencia. Pero su anticipación fue bruscamente interrumpida.
—No entrarás, Mai. Que entre Nishinoya —ordenó Ukai con firmeza, sin apartar la vista del juego—. ¡Nishinoya, entras de nuevo!
El asombro fue evidente en el rostro de Nishinoya, quien, aunque contento de regresar a la cancha, no pudo evitar sentir preocupación al ver la expresión de Mai. La misma sorpresa se reflejaba en los rostros de sus compañeros de equipo, que no entendían la decisión de su entrenador. Incluso los jugadores de Aoba Joshai y algunos espectadores en las gradas quedaron perplejos ante lo que acababa de suceder.
