Cap 69: Te amo

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Kageyama

Habíamos ganado, por fin lo habíamos hecho. Todo el esfuerzo, el sudor, las caídas, los bloqueos... todo valió la pena en ese momento. El silbato final aún resonaba en mis oídos cuando la vi entrar nuevamente a la cancha: Mai, con su sonrisa siempre presente, incluso tras su lesión.

No lo pensé dos veces. Mis piernas, agotadas hasta el límite, corrieron hacia ella. Nuestras miradas se conectaron, y antes de darme cuenta, la envolví en un abrazo fuerte, como si con ese gesto pudiera transmitirle todo lo que había estado sintiendo mientras ella estaba fuera.

—Ganamos, Mai— susurré contra su oído, sin poder contener la emoción que me embargaba.

Ella me rodeó con sus brazos delgados, su calidez contrastando con el frío de la victoria en la cancha.

—Yo sabía que iban a poder ganar— me respondió suavemente, su voz tranquila y segura como siempre.

En ese momento, sentí una fuerza que nunca antes había sentido. Quizás era la adrenalina, el agotamiento o el alivio, pero sentí que tenía el valor para decirle lo que llevaba tanto tiempo guardado. Quería decirle que la amaba, que todo en ella me volvía loco, que necesitaba estar con ella. Me separé un poco, manteniéndola firme por los hombros, decidido a decir todo.

—Ma— empecé a hablar, pero en ese preciso instante, una estampida de voces nos interrumpió.

—¡Mai!— gritaron Tanaka, Nishinoya y Hinata, corriendo hacia nosotros como si fueran pulgas descontroladas.

De pronto, me encontré rodeado, empujado a un lado mientras ellos abrazaban a Mai como si la vida misma dependiera de ello. Me había olvidado por completo de que aún estábamos en medio de la cancha, de que habíamos ganado el partido decisivo. El equipo festejaba eufórico, rodeando a Mai. Ella les sonreía y los felicitaba, aunque en su mirada, en su sonrisa... algo me decía que había más de lo que mostraba. Esa punzada en el pecho no se iba.

Después de los festejos, fuimos todos a comer juntos. El cansancio se notaba en cada uno de nosotros, muchos apenas podían mantener los ojos abiertos. A mi lado, Mai estaba somnolienta, luchando por no dormirse. Vi cómo sus ojos se cerraban una y otra vez, hasta que finalmente, decidí ayudarla. Con suavidad, empujé su cabeza hacia mi hombro para que pudiera descansar.

—Duerme un rato, te lo mereces, campeona— susurré, lo suficientemente bajo para que solo ella pudiera oírlo.

No sé qué me pasa cuando estoy con ella, pero es como si todo fuera más fácil, como si las palabras salieran solas. La miré, sus cabellos blanquecinos cayendo por su rostro, y con cuidado, los aparté de su cara para que pudiera descansar más cómodamente. Su respiración era tranquila, rítmica, como si finalmente pudiera relajarse después de todo.

Entonces, escuché a alguien aclararse la garganta delante de mí. Levanté la mirada, solo para encontrarme con Tsukishima mirándome serio. Me puse nervioso, tratando de fingir que no lo había visto, pero alguien más me estaba mirando también: Nishinoya, aunque sus ojos estaban medio cerrados por el cansancio, no me perdía de vista.

Me sentí un poco mal en ese momento. Sabía lo que Nishinoya sentía por Mai. Lo había notado, aunque él intentara ocultarlo. Pero, por otra parte, no podía evitarlo. No podía contener lo que sentía por ella. Cada vez que la miraba, cada vez que escuchaba su risa o sentía su toque, era como si mi corazón explotara. No sabía si estaba bien o mal, pero en ese instante, todo lo que sabía era que no había espacio para nada más en mi cabeza que ella. Mai, siempre ella.

 Mai, siempre ella

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Entre redes y corazones- Haikyuu!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora