Cap 33: Regreso a casa

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Omniscente

El Karasuno se encontraba despidiéndose de las demás escuelas, intercambiando palabras y sonrisas de despedida. Entre el bullicio, una cierta peliblanca se encontraba junto a Kenma, hablando con entusiasmo.

—¿Te sorprendió lo que hice, Kenma? A que sí. No esperabas que esta súper líbero descubriera tus jugadas —dijo Mai, emocionada y con un toque de egocentrismo en su voz y moviendo sus manos euforicas.

Kenma, con su habitual expresión impasible, levantó una ceja, observándola con una leve curiosidad.

—Tienes buen ojo, Mai. Pero no creas que siempre será tan fácil —respondió Kenma con una sonrisa sutil, reflejando una mezcla de respeto y desafío.

Mai se cruzó de brazos, manteniendo su sonrisa confiada.

—Pues prepárate, porque la próxima vez no dejaré pasar ni una —dijo, alzando una ceja de forma juguetona.

Kenma dejó escapar una risa suave, apreciando el espíritu competitivo de Mai.

De repente, la menor notó la goma de pelo que tenía Kenma en la muñeca. Era suya, se la había dado hace semanas, pero no se habían vuelto a encontrar desde entonces.

—Oh, esa era mi gomita del pelo —dijo señalándola en su muñeca.

Kenma se sorprendió y amagó con quitársela, pero Mai lo detuvo, envolviendo sus pequeñas manos en la muñeca del rubio. Al sentir el contacto de sus manos, Kenma sintió un calor repentino en sus mejillas, haciéndolo consciente de la cercanía de Mai.

—¿No la quieres de vuelta? Me olvidé de devolvértela —dijo Kenma, confundido, tratando de sonar neutral pero fallando en ocultar el temblor en su voz.

Ella negó con la cabeza, sonriendo con dulzura.

—No, está bien. Quédate con ella. Es como... un amuleto de buena suerte. Además, me gusta cómo te queda —dijo Mai, su voz suave y sincera.

Kenma miró la goma de pelo en su muñeca y luego a Mai, asintiendo lentamente. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, aunque sus ojos traicionaban su nerviosismo.

—Gracias, Mai. La cuidaré bien —respondió, su tono más cálido de lo habitual, aunque su mente estaba en caos por la cercanía y el gesto amable de Mai.

—Lo sé —dijo ella, soltando su muñeca y dando un paso atrás—. Bueno, nos veremos en la próxima, Kenma.

Kenma asintió, sintiendo una mezcla de alivio y decepción cuando Mai se alejó.

La peliblanca terminó de saludar a todos del Nekoma, pero le faltaba una persona: Kuroo Tetsuro, quien había terminado de hablar con su capitán Daichi. Mai respiró hondo y se dirigió hacia él. Al acercarse, Kuroo la notó y esbozó una sonrisa ladeada.

—Bueno, bueno, si no es la pequeña cuervita —dijo Kuroo con su característico tono burlón, cruzando los brazos sobre el pecho.

Mai rodó los ojos, aunque no pudo evitar sonreír ante su comentario.

—Y si no es el famoso arrogante capitán de Nekoma —respondió ella, imitándolo y cruzándose de brazos también.

Ambos se quedaron en silencio por un momento, la tensión palpable en el aire. Mai recordó el último encuentro que habían tenido, el que habían evitado mencionar hasta ahora. Sus corazones latían más rápido, aunque ninguno de los dos quería mostrarlo.

—Hiciste un buen trabajo hoy, Mai —dijo Kuroo finalmente, con un tono más suave y sincero.

Mai lo miró a los ojos, sorprendida por el cambio en su tono. Su semblante también se suavizó.

Entre redes y corazones- Haikyuu!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora