Entre redes y corazones- Haikyuu!

Epílogo

Cinco años habían pasado desde aquel día en el aeropuerto, pero para Mai Sakurai, parecía que había sido una eternidad. Había logrado lo que siempre soñó: convertirse en jugadora profesional de voleibol. Su vida la había llevado por el mundo, de torneo en torneo, y ahora, por primera vez desde que se fue, estaba de vuelta en Japón, lista para disputar un partido importante en el torneo internacional.

Mai, con su uniforme de voleibol femenino, se preparaba para entrar a la cancha. Estaba concentrada, pero en el fondo, un pequeño nudo de nervios se formaba en su estómago. No solo porque estaba jugando en su tierra natal, sino porque sabía que él estaría allí, viéndola.

Tobio Kageyama, la promesa y el amor que había dejado atrás, también había cumplido su propio sueño: era una estrella en el equipo nacional masculino de Japón. Aunque no jugaban en la misma liga, sus caminos se cruzaban de manera simbólica, sus carreras reflejando las ambiciones y sacrificios que ambos habían hecho.

Mientras esperaba en la línea de entrada, su equipo a su lado, Mai no pudo evitar mirar hacia las gradas. Y allí estaba él, como siempre, apoyado en la barandilla, observándola con esos ojos azules que la habían cautivado desde el primer momento. Un escalofrío recorrió su cuerpo.

El silbato del árbitro sonó, llamando a los equipos a la cancha. Mai tomó aire profundamente y entró al campo con el corazón acelerado. Jugó con una pasión que pocas veces había sentido. Sabía que Kageyama estaba observando, y aunque no podía verlo durante el juego, sentía su presencia como una sombra reconfortante, una energía que la empujaba a darlo todo.

El partido fue intenso, lleno de momentos de tensión, pero también de emoción. Mai jugó su mejor partido, y su equipo ganó. Pero, para ella, la verdadera victoria estaba esperando al final.

Después del partido, mientras los vítores del público llenaban el estadio, Mai fue la última en salir de la cancha. Miró hacia las gradas, y allí estaba él, esperándola. Kageyama, vestido de civil, con una gorra que no ocultaba del todo su reconocida figura, caminaba hacia ella, con esa mezcla de seriedad y torpeza que siempre había tenido.

—Has jugado increíble —le dijo Kageyama cuando estuvo lo suficientemente cerca. Su voz, grave y profunda, llenaba el espacio entre ellos como si no hubiera pasado ni un solo día.

Mai sonrió, sintiendo cómo su corazón se aceleraba. —¿Te has perdido alguno de mis partidos?

Él negó con la cabeza, con una sonrisa apenas visible en sus labios. —Ni uno solo.

Ella se mordió el labio inferior, tratando de contener la emoción que la inundaba. —Y yo tampoco he dejado de pensar en ti.

Kageyama la miró directamente a los ojos, como si el mundo entero se hubiera reducido a ese momento. —Han pasado cinco años... pero la promesa sigue en pie.

Mai asintió, sus ojos brillando por las lágrimas que comenzaban a acumularse. —Siempre pensé en aquella promesa, Tobio. No importa cuánto tiempo haya pasado, siempre supe que, de alguna manera, volveríamos a encontrarnos.

Él dio un paso hacia ella, acortando la distancia. —Nunca dejé de buscarte.

Mai lo miró con una mezcla de admiración y amor, ese amor que nunca se había desvanecido, a pesar de la distancia, del tiempo, de las vidas separadas que ambos habían vivido. Alzó una mano para tocar su rostro, tal como lo había hecho aquella vez en el aeropuerto, años atrás.

—Gracias por cumplir tu promesa —le susurró, su voz llena de emociones.

Kageyama cerró los ojos por un segundo, disfrutando del tacto de su mano. Luego, con una sonrisa que rara vez mostraba, le respondió en un susurro. —Siempre lo haré.

En ese momento, el mundo volvió a ser solo de ellos dos, como si el tiempo hubiera retrocedido. Kageyama la rodeó con sus brazos, abrazándola como si nunca quisiera soltarla, y Mai supo que, a pesar de todo lo que había pasado, estaban destinados a encontrarse una y otra vez.

Habían hecho una promesa, y la habían cumplido. Ahora, el futuro les pertenecía, y sin importar qué desafíos vinieran, siempre se buscarían.