Cap 48: Despedidas amargas

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Mai estaba sentada sola en los pasillos, su respiración se volvía cada vez más dificultosa

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Mai estaba sentada sola en los pasillos, su respiración se volvía cada vez más dificultosa. Las lágrimas no ayudaban, sus manos temblaban sin parar, y sentía como empezaba a sudar frío. El ambiente alrededor se tornaba borroso y surrealista, como si estuviera atrapada en una pesadilla.

El eco de sus propios pensamientos resonaba en su mente. Estaba harta de todo: de los comentarios hirientes de Sarah, de los entrenamientos inhumanos que les imponía el preparador físico, de la presión constante de sus padres. La acumulación de todo ese estrés la había llevado al borde del colapso.

Cada intento de respirar parecía inútil, como si sus pulmones se negaran a funcionar correctamente. Sentía que se ahogaba, la desesperación creciendo dentro de ella. La lucha interna era intensa: una parte de ella quería desaparecer, esconderse de todos, mientras que otra ansiaba que alguien apareciera y la rescatara de este tormento.

En medio de su angustia, una figura borrosa apareció ante ella, agachándose a su altura.

—¿Estás bien?—preguntó una voz masculina suave y preocupada.

La voz parecía venir de muy lejos, resonando en su mente como un eco distante. Mai intentó enfocar la vista, pero la figura seguía siendo difusa, podia distinguir levemente su pelo, era rubio pero igualmente parecia como si estuviera mirando a través de un velo de agua.

El desconocido se acercó más, y Mai pudo sentir una mano cálida en su hombro, tratando de transmitirle calma. Era como si la presencia de esta persona tratara de anclarla a la realidad, de sacarla del torbellino de emociones en el que estaba atrapada.

—Respira. Estoy aquí contigo—dijo la voz, ahora un poco más clara.

Mai intentó seguir las instrucciones, inhalando profundamente. El temblor en sus manos comenzó a disminuir ligeramente, y la opresión en su pecho empezó a aflojarse. Aunque el mundo a su alrededor seguía sintiéndose irreal, la presencia de esta persona la ayudaba a encontrar un poco de estabilidad.

—No estás sola—continuó la voz—. Estoy aquí para ayudarte.

Mai cerró los ojos, permitiendo que las palabras la reconfortaran. Poco a poco, la sensación de ahogo comenzó a desvanecerse.

 Poco a poco, la sensación de ahogo comenzó a desvanecerse

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Entre redes y corazones- Haikyuu!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora