Cap 68: Promesas que sanan

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FLASHBACK

Era un cálido día de verano, el sol brillaba en lo alto y el sonido de los pájaros llenaba el aire mientras Mai, pequeña y llena de energía, se balanceaba emocionada en una banca junto a su padre, sosteniendo un helado de vainilla con chispas de chocolate que se derretía rápidamente bajo el calor. Sus piernas, demasiado cortas para tocar el suelo, se movían de un lado a otro mientras intentaba lamer el helado antes de que se le escurriera entre los dedos.

—¡Papá, papá! ¡Mira! —dijo con una risa contagiosa, mostrando orgullosamente cómo había conseguido evitar que una gota de helado cayera en su ropa.

Su padre, sentado a su lado con una sonrisa tranquila, observaba cada uno de sus movimientos, como si el tiempo se hubiera detenido en ese instante. Era uno de esos momentos simples y perfectos, donde las preocupaciones parecían no existir.

—Eres toda una profesional comiendo helado —comentó él, con una leve risa—. Pero no te confíes, el calor está ganando.

Mai rió de nuevo, completamente encantada por el momento, y volvió a concentrarse en su helado.

Después de unos momentos de silencio cómodo, su padre la miró con una seriedad que contrastaba con el entorno despreocupado.

—Mai —comenzó con suavidad—, quiero que sepas algo. No importa lo que pase en la vida, yo siempre voy a estar aquí para ti. Siempre.

Mai, con apenas seis años, miró a su padre con sus grandes ojos brillantes, tratando de entender completamente el peso de esas palabras. Sabía que su padre siempre estaba con ella, pero había algo en el tono de su voz que la hizo sentir especial. Se inclinó hacia él, descansando su pequeña cabeza en su brazo.

—¿Siempre? —preguntó con la inocencia de una niña.

—Siempre —repitió él, acariciando suavemente su cabello—. Incluso cuando estés lejos, cuando crezcas, cuando sientas que todo es difícil... estaré a tu lado. Y tu madre también.

En ese preciso instante, como si hubiera sido convocada por esas palabras, la madre de Mai apareció a lo lejos, caminando hacia ellos con una sonrisa que iluminaba todo su rostro. Traía en la mano otro helado, esta vez de fresa, que sin duda era su favorito.

—¡Mamá! —gritó Mai emocionada, agitando su mano libre.

La madre se acercó rápidamente, riendo ante la energía inagotable de su hija, y se sentó a su lado, colocando el helado en sus manos.

—Te traje tu sabor favorito, cariño —dijo, inclinándose para darle un beso en la frente.

Mai miró a sus padres, una sensación cálida y segura llenando su pequeño corazón. Sabía que con ellos a su lado, el mundo era un lugar hermoso y lleno de promesas.

—¿Mamá, también tú estarás conmigo siempre? —preguntó Mai, ahora con ambos padres sentados a su lado.

La madre intercambió una mirada con su padre y luego le sonrió.

—Siempre, mi amor —respondió, tomando la mano de Mai entre las suyas—. No importa dónde estés o cuán grande te hagas, papá y yo siempre estaremos contigo.

FLASHBACK

Omniscente

El partido continuaba, el marcador seguía ajustado, y las tensiones en la cancha se hacían cada vez más intensas. Con el set empatado nuevamente, ambos equipos luchaban con todas sus fuerzas. Karasuno tenía la ventaja de un punto, pero Shiratorizawa no pensaba ceder ni un centímetro. Ushijima estaba nuevamente preparado para rematar, y todos en Karasuno sabían que la pelota venía con fuerza.

Entre redes y corazones- Haikyuu!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora