Mai
Había entrado al predio, y los pasillos estaban casi vacíos, ya que todos se encontraban dentro del gimnasio. Con los nervios a flor de piel y mi corazón latiendo con fuerza, tomé las manijas de las puertas de metal que me separaban de la cancha. Podía escuchar los ruidos de las gradas, los chillidos de las zapatillas contra el suelo y la pelota chocando con el piso. Respiré hondo, sabiendo lo que significaba este partido. Era la final para llegar a las nacionales.
No pude evitar que los recuerdos inundaran mi mente: el momento en que entré al equipo, cómo todos me habían recibido cálidamente, cada risa compartida, cada derrota, cada victoria. No quería que nada de esto terminara. Quería estar aquí para siempre, seguir compartiendo la cancha con ellos, porque este era mi lugar... El Karasuno era mi hogar.
Abrí las puertas del gimnasio y fui recibida por algunos chillidos de sorpresa desde las gradas, tanto de nuestros compañeros como de los del Shiratorizawa. Cuando miré a mis compañeros, en lugar de las sonrisas que esperaba, vi rostros llenos de tensión y nervios. Los del equipo de Shiratorizawa ya estaban en la cancha, y el ambiente era tan denso que podía sentirlo en el aire.
—Llegó por quien lloraban —bromeé con una sonrisa, tratando de romper la tensión.
Pero mis palabras no hicieron mucho efecto. Hinata vino corriendo hacia mí casi al borde del llanto.
—¡Mai! —exclamó.
Miré alrededor, observando cómo la mayoría de los chicos parecían a punto de colapsar por la presión.
—¿Pero qué pasó con ustedes? —pregunté, preocupada, viendo a mis compañeros tan afectados.
En ese instante, los bombos del Shiratorizawa resonaron con más fuerza, acompañados de sus porristas. Su barra de apoyo no dejaba de gritar con fervor, elevando la tensión en el ambiente. Sentí la necesidad de hacer algo para cambiar la situación. Tomé la mano de Hinata con firmeza y lo jalé hacia donde estaban los demás.
Inhalé profundamente, intentando ignorar los nervios que también sentía, y alcé la voz para que todos me escucharan.
—Escuchen —empecé, proyectando mi voz por encima del ruido—, estamos aquí por una razón. ¡Nadie creía que pudiéramos vencer al Aoba Johsai, y lo hicimos! ¡Nadie esperaba que llegáramos a esta final, y aquí estamos! No somos solo un equipo; somos una familia. Y las familias no se rinden, nunca.
Noté cómo mis palabras comenzaban a calar en ellos. Nishinoya cuadró los hombros, Tanaka alzó la cabeza con determinación, y hasta Kageyama frunció el ceño, enfocado y listo para el reto.
—Hoy vamos a darlo todo en esta cancha —continué con más fuerza—, vamos a mostrarles a todos quiénes somos. No importa lo fuerte que sea el rival, no importa cuántos bombos toquen o cuántos gritos den... ¡Nosotros somos el Karasuno, y vamos a ir a las nacionales!
Una chispa de confianza volvió a sus ojos. Sonreí, sintiendo cómo mi propio nerviosismo se transformaba en determinación pura. Nos miramos todos, sabiendo que estábamos en esto juntos y que, pasara lo que pasara, lucharíamos hasta el final.
Era el momento de demostrar de qué estaba hecho Karasuno.
Sentí de repente cómo alguien tiraba de la parte trasera de mi camiseta, atrapándome. Un escalofrío recorrió mi espalda al instante; no necesitaba darme la vuelta para saber quién estaba detrás de mí. Sabía perfectamente que estaba en serios problemas.
—Chicos, por favor, ¡salvenme! —murmuré, casi en un susurro desesperado.
Los chicos me miraron con ojos comprensivos, aunque ninguno se atrevió a moverse. Hinata, por su parte, dejó escapar un pequeño chillido cuando vio a Ukai detrás de mí, con su rostro serio y una presencia que imponía respeto. Todos esperábamos una regañina monumental, la más grande de mi vida.
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Entre redes y corazones- Haikyuu!
FanfictionEn el universo de Haikyuu.. Mai Sakurai una chica alegre y competitiva vuelve a su pais de origen luego de 8 años de vivir en Estados Unidos y jugar como capitana en el equipo femenino de Voley. Vuelve con ganas de jugar en un equipo y ser la mejor...