***
—¿Ella...?—Violet sollozó al ver a Maeve, recostada contra el pecho de Liam con la expresión más pacífica que había visto.
—Aún huelo su magia. —Es todo lo que contestó Tairn.
***
Maeve.
Un día en estado de ensoñación.—Mi linda niña. —El rostro de mi madre al despertar era algo que no esperaba.
Frunzo el ceño, parpadeando un par de veces, sintiendo que mi corazón comienza a latir con demasiada fuerza al ver, por primera vez en años, el rostro de mi madre.
—¿Mamá...?—Levanto la mano y ella sonríe cuando toco su cabello—. ¿Qué...? ¿Cómo?
—Shh, ya habrá tiempo para responder a todas y cada una de tus preguntas, mi niña. —Me envuelve en sus brazos, haciéndome jadear cuando siento la calidez que es típica de mi madre.
Su aroma siempre a fresas. Su cabello rubio, mucho más dorado de lo que es el mío, y esos ojos azules que recordaba cada noche antes de dormir y cada mañana al despertar luego de que ella murió.
—Mamá...—un sollozo se me escapa, y es como si quitara el tapón que contiene una avalancha.
Me rompo. Comienzo a llorar en los brazos de mi madre mientras ella me abraza con fuerza, acariciando mi cabello y dejando besos en mi cabeza cada nada.
Tanto dolor en mi corazón, tanta impotencia, tanta rabia e indignación. Todo eso se desvanece mientras sigo llorando, sollozando y soltando quejidos adoloridos por la presión en mi pecho mientras mi madre me consuela.
Me da eso que he necesitado por meses. Eso que he estado anhelando desde el momento en que supe lo que había hecho por mi, por mis hermanos. Por todos nosotros.
—Mamá, yo...
—Lo sé todo, cariño. —Su voz es baja, tan suave como el terciopelo. Tal como la recuerdo—. Estoy muy orgullosa de ti. Jamás en mi vida he estado más orgullosa de lo que lo estoy ahora.
—Pero... morí. —Me aparto y ella niega, ofreciéndome una pequeña sonrisa.
—Mira a tu alrededor. Analiza dónde estás.
Trago grueso, apartando mis ojos del rostro de mi madre para mirar a nuestro alrededor y conocer el lugar donde me encuentro.
No hay nadie. Ni una sola alma en este lugar además de mi madre y yo.
Ambas estamos en esta montaña, solo hay césped y árboles detrás de mi madre. Enormes árboles que no parecen tener fin puesto que no logro divisar sus copas.
El lugar es hermoso. No hay ni un solo ruido, el viento es fresco y el cielo está despejado. Los troncos de los árboles son tan brillantes como los rastros de hojas en las ramas que comienzan a ascender.
El césped es suave, cálido.
Pero cuando miro al otro lado, veo el vacío.
Veo nubes y nubes cubriendo mi vista de lo que hay debajo. Veo algunos rastros de la montaña debido a que no quiero sacar mucho la cabeza en esa dirección.
Y no hay nada más.
—¿Qué es esto?—pregunto, la confusión dejándose ver en mi voz.
No tengo ni la menor idea de lo que puede ser este lugar. ¿Alguna clase de cielo? ¿Un punto en la nada entre la vida y la muerte?
—Es exactamente eso. —La respuesta de mi madre me llena de sorpresa—. Podía leer pensamientos, ¿recuerdas?
Parpadeo, negando.
»Cierto... lo siento. —Suspira—. A veces olvido que hay muchas cosas que no sabes, mi niña. —Acaricia mi mejilla—. Esto...—Señala a nuestro alrededor— es el punto de conexión entre el cielo y la tierra. Y no es un lugar al que puedan llegar los humanos.
Parpadeo.
—¿Cómo?
—Este lugar, es el valle de la ensoñación y cada persona que queda en estado de ensoñación tiene una montaña. —Ella señala detrás de mi y volteo a ver como las nubes comienzan a dejar ver montañas. Una tras otra. Demasiadas—. Aquí vienen dos tipos de personas, Maeve.
Ella se levanta y me extiende su mano, así que deslizo mi palma en la suya y dejo que me ayude a levantarme.
—¿Qué tipos de personas?—pregunto.
—Quienes entran en un estado de ensoñación por algún incidente físico que altere sus cerebros y duerma sus cuerpos. —Levanta el índice y luego el dedo en medio para señalar el segundo tipo—. Y quienes son llamados por los dioses.
—Bueno, sin duda soy...
—La segunda. —Una voz detrás de mi me hace girarme, y parpadeo al ver a una hermosa mujer de cabello tan dorado como el oro, ojos tan grises como la tormenta y una belleza elegante y dura, vestida con una armadura dorada como las de los antiguos guerreros.
—¿Recuerdas los libros que el padre de Violet te dió?—Escucho a mamá, pero no puedo apartar los ojos de la imponente mujer frente a mi—. Sobre los dioses.
Rebusco en mi cabeza, tomándome unos segundos hasta llegar al recuerdo de mi yo de ocho años leyendo el libro ilustrado sobre los dioses de Navarra.
Y ella se parece mucho a...
—Mucho gusto, Maeve Satori. —La mujer sonríe—. Soy Dunne.
La diosa de la guerra.
«Oh, mierda»
—Es hora de que sepas la verdad—dice mi madre—. Nuestro origen . Y tu deber.
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Love Scales [Liam Mairi]
FanfictionSer jinete de dragón es la meta de todos los de primer año. Pero antes, debemos cruzar un camino lleno de obstáculos y muerte. Liam Mairi es... un golpe que no esperaba. Coqueto, amable, guapo y... nuestros dragones son pareja. Estamos unidos hasta...