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—Mi espalda me está matando—se queja Ridoc mientras caminamos por el pasillo, volviendo del entrenamiento.

Hoy todos se pusieron de acuerdo para agotarnos, sin duda. Los entrenamientos de vuelo que duraron horas, las clases, el entrenamiento al final del día...

Mi cuerpo está jodidamente agotado hoy.

—A mi también. —Le doy un corto abrazo cuando paramos frente a la puerta de su habitación—. Descansa, creo que mañana van a seguir exprimiéndonos hasta la última gota de fuerza.

—Genial—se queja y río, alejándome en dirección a mi habitación.

Ya la gran mayoría se encuentra durmiendo, pero siempre hay un pequeño grupo que va a entrenar al gimnasio sin importar lo agotados que estemos.

En mi caso, por costumbre, algunos otros por gusto.

Abro la puerta de mi habitación y dejo escapar una exhalación ruidosa, sintiendo que mi cuerpo suplica que me meta a la cama, pero ni siquiera eso me hace desviarme de mi camino al pequeño baño para una ducha.

***

Me siento en el borde de la cama, con mi blusa de tirantes puesta, suspirando ante la brisa fría que entra por la ventana.

«Sin duda todo es mejor después de una ducha»

Me dejo caer en la cama y me quejo cuando algo se me clava en la espalda, haciéndome levantarme rápidamente para ver una pieza de madera que tomo para detallar de cerca.

«Es Adhair»

Es una estatua tallada en madera a la perfección. Las escamas, los cuernos, el tamaño que ocupa solo una mano... es jodidamente impresionante.

Y mi corazón está acelerado porque sé exactamente quién lo hizo. El mismo que no ha apartado sus ojos de mi en todo el día.

Mis manos tocan algo suave debajo de la base de ña estatua y le doy la vuelta para ver la pequeña nota pegada ahí.

Lo siento muchísimo, ángel.
Trabajé en esa figura para ti. Espero que te guste.
-Liam.

Ángel. De nuevo soy ángel. «¿Es que acaso ese hombre quiere hacer de mi cabeza un caos sin remedio? Dioses»

¿Puedo darte un consejo?—habla Adhair y ruedo los ojos.

De todas formas vas a darlo.

Exacto. —No está ni un poco ofendida—. Estoy de tu lado en esto pero creo que es mejor si... ya sabes, enfrentas la situación.

Mhm, que sabia—resoplo, aunque me levanto y abro la puerta.

Respiro profundo, cerrando detrás de mi antes de encaminarme a la habitación de Liam que se encuentra cinco puertas más allá. Pero, a pesar de eso, el camino se siente eterno mientras los latidos de mi corazón llenan el pesado silencio en la poca luz del pasillo.

Al pararme frente a la puerta de Liam, toco suavemente, mirando a ambos lados mientras ruego que no aparezca algún superior. O Dain, que es dependiente de las jodidas reglas.

—Maeve—la voz de Liam llama mi atención y respiro profundo cuando lo veo.

Mis ojos bajan a su pecho y... «Bueno. Estoy jodida, ¿no es así?»

Su pecho está desnudo. Liam solo trae unos pantalones de chandal dejando a la vista sus abdominales marcados, su cuerpo bien esculpido y la hermosa marca de la Rebelión que ocupa desde su muñeca hasta su hombro.

Love Scales [Liam Mairi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora