Love Scales [Liam Mairi]

3

—¿Estás bien?—le pregunto a Brennan cuando entra a la cocina donde Liam y yo nos encontramos desayunando.

—Lo estoy, ¿por qué?—Se sirve una enorme taza de café.

Parpadeo, repasando su cabello desarreglado, la palidez de su rostro y las enormes ojeras bajo sus ojos cansados.

—Porque parece que caerás muerto en cualquier momento—contesto y de inmediato levanta la cabeza para verme.

—Sutil. —Liam aprieta suavemente mi muslo y yo me encojo de hombros.

—Solo...—Brennan inhala profundamente y suelta el aire—. Tengo que irme.

Sale a toda prisa de la cocina, dejándome con el ceño fruncido y a Liam con una expresión de sorpresa.

—Probablemente va a una reunión de la asamblea—me explica, sacudiendo la cabeza—. Desde que llegamos han estado discutiendo sobre qué hacer con nosotros.

—¿Qué es la asamblea?—cuestiono.

—Nobles. Los siete más importantes de Tyrrendor. Como el consejo del rey—explica y levanto las cejas—. Mientras Xaden no está, son ellos quienes deciden sobre lo que pasa aquí. Igual que en el consejo del rey, cada uno de ellos tiene conocimientos distintos.

Asiento.

En el consejo del rey debe haber variedad. Los representantes cubren cada aspecto importante del reino, como Melgren cuando se trata de los ejércitos, un Escriba cuando se trata de historia, Curanderos, etc.

—¿Y por qué deciden sobre nosotros?—cuestiono—. Somos jinetes de dragón. Deberían agradecer que tienen dos enormes dragones aquí. —Le tomo el hilo a la situación.

—Si. —Respira profundo, bebiendo un sorbo de su jugo antes de levantarse y extenderme la mano—. Pero Xaden no dejó órdenes específicas sobre nosotros. Solo dijo que nos quedaríamos aquí y...—Aprieta mi mano—, algo sobre confiar en ti.

Enarco una ceja.

—¿Confiar en mi? Claro. —Ruedo los ojos, tomando su mano y dejando que me lleve a algún lado—. Xaden solo confía en su propia gente, Liam. Yo no soy parte de ello.

—Lo eres. —Frunce el ceño, mirándome con molestia—. Eres parte de esto, Maeve. Parte de la revolución.

Caminamos por los pasillos del lugar, subiendo escaleras y cruzando más pasillos. «Es como un castillo, joder»

—Si, y no porque su líder así lo haya querido—le recuerdo—. Y, por los dioses, espero que no se atreva a hacerle lo mismo a Violet.

Liam aprieta los labios.

En algún punto de nuestra caminata, aún con el silencio reinando entre ambos, nos encontramos frente a una puerta abierta. Y mis cejas se levantan ante lo que veo.

—Supongo que esta es la asamblea—murmuro.

Mis ojos repasan la sala de dos pisos. Hay una enorme mesa que ocupa toda la longitud de la sala y sentados en ella se encuentran cinco personas sin contar a Brennan.

Todos sentados de un solo lado, vestidos de negro, sentados de tal forma que tendrían que girarse por completo para vernos parados en la puerta escuchando.

Hay un enorme mapa en una pared y Brennan lo mira como si estuviera esperando que hablara y le diera alguna respuesta.

—Sólo se requiere un quórum de cinco para convocar una votación, ya que los siete casi nunca están aquí al mismo tiempo, y cuatro votos avalan una moción—me dice Liam—. Las reuniones son abiertas. Quien quiera escucharlas, puede venir aquí y hacerlo.