27

322 42 0
                                    

—No podemos iniciar otra guerra—dice Brennan y asiento en acuerdo, jugando con la pulsera que aún cuelga de mi muñeca.

Mis heridas ahora están cerradas, se encargó de eso inmediatamente después de que los cuerpos de mi habitación fueran retirados y entregados a la General Sorrengail.

Ahora ella misma se encuentra en mi habitación, al extremo contrario de donde sus hijos y Xaden se encuentran.

—No vamos a ir en contra de la corona—alega ella y Liam, sentado a mi lado con su brazo sobre mis hombros, se tensa.

—Vamos a hacerlo—sisea y la General levanta las cejas—. No me importa quién sea usted o cuántos intentos de demostrar poder quiera hacer, pero esto se trata de la vida de la persona que los salvó a todos de morir. —Le lanza una mirada de muerte que me hace respirar profundo—. Todos, incluso a ustedes los salvó. Quizás deberían ser un poco agradecidos.

—Somos agradecidos, pero de ahí a querer ir en contra de nuestro rey...

—¿Y qué les ha dado Tauri?—cuestiona Violet—. ¿Qué nos ha dado? Muertes y una red de mentiras que pudo llevarlos a su propia perdición si no fuera por nosotros. —Nos señala a todos—. Maeve arriesgó su vida por todos ustedes y ahora pretendes que dejemos que la maten. ¿Qué clase de lealtad es esa?

Aaric, que está sentado a mi otro lado, solo mira su regazo fijamente como si tuviera una batalla interna en su cabeza. Y sé que la está teniendo, así que extiendo mi mano y aprieto suavemente su brazo.

Quien te quiera muerta debe morir–dice Adhair–. No está en discusión y ni siquiera la humana podrá impedirlo si el Empyrean está de acuerdo. Házselo saber.

—El Empyrean ya decidió—dejo claro.

Y por Empyrean me refiero al dragón más antiguo siendo ahora su líder. Adhair.

Entre Tairn y Adhair rondan la misma edad, pero Adhair es dos años mayor y más poderosa así que la decisión fue clara.

A Tairn ni siquiera le importa, así que... los dragones están tranquilos en ese aspecto. Consideraron que la muerte de Melgren había sido justa y que la pérdida de Codagh era dolorosa, pero no algo en lo que nosotros pudiéramos influir; así que estoy libre de toda culpa al igual que Deigh y Liam.

—El Empyrean no es Navarra—alega la General—. Esto se trata de nuestro líder, no del suyo...

—Esto se trata de que ya los jinetes en las fuerzas del Rey decidieron y van a aceptar la decisión del Emyprean—dice Xaden—. No necesitamos el apoyo de Basgiath, mi gente ya sabe de qué lado está y nosotros también. El rey Tauri debe irse, no será tolerado la deslealtad que significa intentar asesinar a quien salvó al continente; y su dragona es ahora la líder del Empyrean, así que los dragones también tomarán parte en esto porque la pérdida de la jinete significa perder también a su dragona. No es una votación, le estamos informando porque nosotros no ocultamos información importante.

Pasos resuenan fuera de la habitación y Aaric se endereza, dándome una mirada que me hace fruncir el ceño.

—Está hecho—me dice—. De todas formas mi padre no iba a estar mucho tiempo en el trono.

La puerta de mi habitación se abre y todos nos levantamos al ver al rubio que entra a la habitación acompañado con dos soldados de la guardia real.

—Halden. —Levanto las cejas—. ¿Qué...?

El heredero a la corona y hermano mayor de Aaric pocas veces es visto fuera del palacio. Lo vi quizás tres veces en toda mi vida, y verlo justo ahora es sumamente extraño. «¿Qué hace aquí?»

—El dragón de mi prometida informó la situación—contesta, con ese tono suyo duro y autoritario en contraste con sus facciones suaves y elegantes—. Vine aquí personalmente para informarles que mi padre ha abdicado al trono y en dos días yo seré coronado como rey.

Miro a Liam y Xaden, luego a Vi. Los tres se ven tan sorprendidos como yo.

La General se endereza en su sitio, seguramente recibiendo la información de su propio dragón.

Hay más–dice Adhair.

—En mi caso, estoy profundamente agradecido por lo que ustedes hicieron. —Me mira y luego a Violet, Xaden y Brennan—. Por favor, me gustaría tener una reunión con La Asamblea para llegar a un acuerdo sobre la situación.

Miro a Xaden y él suspira.

—La reunión será en Aretia. Partiremos hoy, de todas formas. —Mira a los ojos a Halden—. Serás bienvenido.

***

Un día después...
Aretia.

—¿Te sientes bien?—Entro al baño y Liam asiente, ofreciéndome una pequeña sonrisa.

Por supuesto, todos aún estamos agotados y recuperándonos. Esta mañana no hubo clases, tendremos un par de días libres para rendir honor a los caídos y volver a estabilizar el lugar.

Es un desastre.

Saber que perdimos a una cuarta parte de nuestra gente me revuelve el estómago, me hace querer volver a ese día y hacer lo que hice desde mucho antes.

Quizás lo habría podido evitar...

–De eso nada–me regaña mi dragona–. Hiciste lo que tenías que hacer. Todos sabían lo que podía pasar. Haberlo hecho antes o después no habría garantizado nada.

—Ven. —Liam me extiende su mano, apoyándose contra la encimera del lavamanos—. ¿Estás bien tú?

Él sabe que no estoy en mi mejor momento. Ambos sabemos que ninguno de los dos lo está. Así que deslizo mi mano en la suya y dejo que me atraiga a sus protectores y confortables brazos.

—Pude hacer más por ellos—murmuro y él besa mi cabeza—. Tanta gente... tantas bajas y tantos cadetes cuyos nombres ni siquiera conozco llorando sus muertes. —Escondo mi rostro en su pecho—. Ni siquiera conocía sus nombres, Liam. Eso es horrible...

—No teníamos tiempo para conocerlos, ángel. —Besa mi frente—. Todos estábamos bajo presión por la guerra que se acercaba. Incluso sin conocer sus nombres, saliste ahí y te enfrentaste al líder de los Venins. Por ellos. —Toma mi rostro entre sus manos y cierro los ojos cuando se me llenan de lágrimas—. Sabíamos que nos arriesgábamos a morir, Maeve. Y quizás hayamos perdido a muchos, y es horrible; pero salvamos a muchos más. —Acaricia mi mejilla—. Deja de castigarte, date cuenta que también salvamos a muchas personas. Salvamos muchas vidas y futuros, ángel.

Trago grueso, sintiendo como sus palabras caen sobre mi.

Nunca lo había visto de esa forma. Vi a tantos llorando por sus pérdidas que fue la única cosa en la que me concentré, pero nunca pensé en quienes vivieron. En quienes van a vivir más tiempo gracias a lo que todos hicimos.

»Está bien que te duelan las pérdidas; pero no por eso le quites mérito y valor a lo que hicimos. —Me deja esconder mi rostro en su pecho y sus brazos me sujetan mientras lágrimas ruedan por mis mejillas—. Estamos vivos, y deberías estar feliz por ello.

—Lo sé. —Lo abrazo con fuerza—. Lo sé, es horrible... no me di cuenta que estaba haciendo de menos nuestro esfuerzo. —Sus brazos se mueven y suspiro cuando me carga—. Lo siento.

El miedo de ese día, la ansiedad que me causaba no tener certeza de lo que iba a pasar y el dolor de las pérdidas se me acumula, hace que mi pecho se oprima con fuerza y lágrimas salgan con más fuerza.

—No lo sientas. Está bien, ángel. —Pronto siento el suave colchón bajo mi espalda—. Suelta lo que tengas que soltar, estoy aquí. —Incluso acostados no me suelta, me permite llorar en su pecho durante tanto tiempo que me quedo dormida.

Love Scales [Liam Mairi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora