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—¿A dónde vas a llevarla?—le cuestionó Imogen a Xaden.

—Al único lugar donde ambos puedan estar a salvo mientras Maeve sigue en la ensoñación—contestó el jinete, apretando los puños al saber a la perfección qué cosa tendría que decir al llegar a Basgiath.

***

Segundo día de ensoñación.

—Hace muchos años, tres hermanos se volvieron uno contra el otro por culpa de la codicia y el poder. —Dice Dunne, caminando a mi lado mientras mi madre al otro lado sostiene mi mano.

»Fue una guerra horrible. Peor que cualquiera que haya visto en toda mi vida. —Respira profundamente—. Los dioses estaban enojados. Amari estaba profundamente entristecida por lo que esos humanos, que habían sido su más preciada creación, le estaban haciendo al continente. Navarra era guerras, sangre y mucha muerte para ese entonces.

Nada muy desviado a ahora, en realidad.

Amari es la reina de todos los dioses. La creadora de cada uno de ellos. La única con el poder suficiente para destruir, crear y manejar la magia divina como se le antoje.

Todos los dioses fueron creados para ocuparse de algún objetivo en específico en el continente. Malek se encarga de la muerte, Zinhal se encarga de dar suerte a quienes la necesitan, Athemir se encarga de la vida y Dunne de la guerra.

—Como sabrás, yo soy la única diosa completamente terrenal—dice y asiento—. En sus libros de historia nunca explican porqué yo soy la única diosa que no controla algo divino sino algo terrenal. Y es porque yo soy la primera elegida.

Parpadeo. «¿Elegida?»

»Amari decidió crear una especie humana única al ver lo que su primera creación estaba causando—sigue—. Las llamó sus elegidos. Esta especie humana no nació de sus manos, como los humanos, sino del continente ya existente. Brotaron de la tierra y la magia misma; les concedió sabiduría y poder pero, sobretodo, un espíritu fuerte y un cuerpo guerrero.

»Fueron siete en total—dice—. Tres mujeres y cuatro hombres. La primera, tenía el don de la guerra; una mente y un cuerpo fuerte, con la capacidad de siempre salir victoriosa y de comprender rápidamente cada parte de dicha guerra. —Me sonríe. «Esa es ella»—. El segundo, tenía el don de la luz. La magia de la tierra que lo había creado le permitía controlar cualquier signo de luz, ya fuera del sol, la luna o las estrellas. —«¿Eso es lo que soy yo?».

—Paciencia—mi madre ríe y Dunne mueve su mano, restándole importancia y dándome una cálida sonrisa.

—El cuarto podía controlar los elementos. Fuego, aire, tierra y agua.—«Como Ridoc»—. El quinto tenía el don de la noche. Podía controlar la oscuridad, las sombras. —«Xaden»—. El sexto tenía el don de la magia absoluta. La tierra lo había creado específicamente para que pudiera arrebatar, conceder y nivelar la magia. Él era el más poderoso de todos porque tenía la capacidad de destruir a cualquiera.

»Durante la guerra que lideré a favor de uno de los hermanos, todos ellos estuvieron de mi lado. —Respira profundo—. Eran mis hermanos. Me respaldaban; y gracias a ellos, que usaron todos sus dones a nuestro favor, ganamos. —Respira profundo—. Pero Amari nos dió a todos libre albedrío, y eso significa que no todos los humanos eran capaces para manejar lo que la monarquía significaba.

Por supuesto. Siempre hay personas buenas y malas. Siempre han existido.

»Los años pasaban y nosotros éramos utilizados como consejo real. Pero igual que habían buenos reyes, llegó uno que no lo era. —Su mandíbula se aprieta—. Nos invitó a una cena en su primer día de reinado, ya que su padre lo había mantenido alejado de todo y se excusó con que quería conocer a quienes estaban detrás del éxito del reinado de su padre.

Su padre lo había mantenido alejado de todo. Pero eso es extraño, sobretodo en la monarquía, lo que quiere decir que algo sabía su padre sobre lo que su hijo era.

Mi madre asiente, confirmándome que la línea de mis pensamientos es correcta.

»Yo no pude asistir, puesto que en ese momento me encontraba en lo que ahora conoces como Basgiath,  enseñándoles a luchar a los humanos que habían reclamado un dragón. Eran los primeros que lo habían logrado, un pequeño grupo de doce. —Suspira, con la tristeza llenando sus rasgos—. Pero mis hermanos si pudieron asistir. Y también fueron envenenados por dicho rey.

Me tenso.

Por supuesto, en historia nos enseñan que los primeros jinetes de dragón tuvieron la guía de los dioses. Pero nunca se dijo que había sido de forma literal.

»Volví a Tyrrendor, dispuesta a acabar con quien había asesinado a mis hermanos y los jinetes de dragón, que se habían vuelto mis más leales soldados, me acompañaban listos para seguir mi objetivo como si fuera suyo. —Sonríe con tristeza—. Ganamos. Solo quedaron con vida siete jinetes y sus dragones. Ningún humano sobrevivió.

—¿Y tú?—pregunto.

—El rey me atravesó el corazón con una daga antes de que yo atravesara su garganta con mi espada. —Posa su mano en el mango de la espada que tiene al costado—. Morí, tal como mis hermanos. Pero los jinetes suplicaron a Amari que me dejara vivir, y la conmovió tanto que me convirtió en una diosa, usando mi don y los de mis hermanos para crear una nueva especie de elegidos destinados a acompañar a los jinetes.

»Por supuesto, como la naturaleza lo indica, elegidos y jinetes se mezclaron y procrearon una especie nueva. Descendientes de elegidos y jinetes de dragón , todos capaces de manejar cierta cantidad de magia, pero los que montaban dragones, formaban un vínculo que les permitía manejar mayor cantidad de esta y eso significaba la aparición de algún don derivado de los dones de los primeros elegidos. —Toma mis manos entre las suyas—. Tú desciendes de una línea de jinetes que tiene la característica capacidad de poder controlar más magia que el resto. Todos tus antepasados podían hacerlo.

—El primero que lo poseyó, fue llamado por Dunne—dice mi madre, parándose a mi lado—. Jinetes anteriores habían sido consumidos por la magia debido a la codicia o al no saber manejarla, así que aquellos que tienen el don del manejo de la magia deben prometer proteger a Navarra. Porque dicha magia, es vital para el continente, y solo quienes poseen el don pueden protegerlo.

—¿Cómo se puede saber quienes son esos?—pregunto.

—El controlar la magia es un sello. Pero este sello es el único que tiene que ver con Navarra y no con lo que el jinete necesita. Cada cierta cantidad de años debe haber alguien, una sola persona, que pueda controlarla. Y a esta se le asigna un protector y un dragón poderoso que pueda complementarla.

—Nosotras somos descendientes de dicha línea—me dice mamá—. Y esta vez eres tú quien posee este sello.

Frunzo el ceño.

—No. Mi sello es...

—Tu segundo sello—aclara Dunne—. Viene con tener un dragón que ya había estado con un miembro anterior de tu familia, ¿recuerdas? Mucha magia. Y tú no solo posees una enorme cantidad de ella, sino que tienes el don de controlarla. Por eso estás aquí.

—¿Para saberlo?—parpadeo.

—No. Porque voy a entrenarte para que puedas manejarla y cumplir con lo que te espera cuando despiertes.

Love Scales [Liam Mairi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora