SONIDO 56

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El estómago me ruge, dejo la maleta sobre la cama y salgo, bajo por el elevador, paso por recepción y no hay nadie, salgo, voy hacia la izquierda, doy vuelta en la esquina y busco el pequeño restaurante que me dijo el taxista, al encontrarlo entro, huele muy bien, mi estómago hace más ruido.

-Bienvenido, tenemos comida del día o a la carta. ¿Qué desea?

-De lo que huele, huele muy bien. –La señora se ríe y asiente.

-Siéntese joven, ahorita le sirvo.

Me siento, el restaurante es pequeño, limpio y tiene cuadros diversos, aunque el que me llama la atención es el de un señor, junto a lo que creo es su esposa, ambos se ven muy felices.

-Son mis abuelos, ellos empezaron en su casa vendiendo comida, después pusieron este pequeño restaurante, poco a poco y de generación en generación hemos crecido, para muchos puede ser algo muy pequeño, pero para nosotros ha sido un gran avance.

-Se ve muy lindo, el aroma sin duda me hizo despertar del todo.

-Gente va y viene, los locatarios son los que más vienen, pero el sabor ya es conocido para ellos y me gusta variar, para que no se aburran, empiece con eso y ahorita le traigo lo demás.

-Gracias.

Empiezo a comer, esto se parece mucho a la comida de mi madre, recuerdo todas las llamadas que tengo, pero muero de hambre, así que, cuando esté en la habitación le llamaré. Después de unos cuarenta minutos regreso al hotel, estoy muy satisfecho, la comida estuvo muy rica y no fue cara. Sin duda el tiempo que esté aquí iré a comer con la señora.

Llego al hotel, subo al elevador y justo cuando estoy frente a la habitación, busco por todos lados y golpeo mi cabeza en la puerta, olvidé la tarjeta, regreso para ir a recepción. Esta vez sí hay alguien.

-Hola... lo siento, olvidé mi tarjeta en la habitación ¿Alguien que me abra?

-Buen día. ¿Qué habitación es?

-Doscientos cincuenta y nueve.

-Jan Parkin.

-Sí.

Un señor nos distrae, entra con una maleta que se ve bastante pesada, la va casi arrastrando, es muy alto, blanco de color, pero está rojo de la cara, se pone junto a mí, y mira a la chica.

-... mmm Hi...

-Hello ¿Do you have reservation?

-...Scheisse... ¡Agna!

El señor se voltea hacia la puerta del hotel, esperando a lo que creo es su esposa. Solo que se le ve bastante desesperado, la recepcionista me ve y luego al señor.

- ¿Brauchen Sie ein Zimmer? –Le pregunto. *

-Oh Gott sei Dank! Ja.

- ¿Wieviele Zimmer?

-Zwei

- ¿Für wieviele Leute?

-In einem, zwei und in dem anderen nur einer.

-Ist das Doppelbett in beiden in Ordnung?

-Ja, bitte.

Me dirijo a la chica.

-Dos habitaciones, cama matrimonial en ambas, solo que en una estará una persona y en la otra dos.

- ¿Hablas alemán?

-Entre otros, estudio, estudié lenguas. –Levanto los hombros.

-No te vayas. –Me dice ella, mientras registra al señor.

-No podría, no me has dado mi tarjeta. –Ella se ríe de forma pícara, claro, hasta que no entregue la habitación, no me dejará ir, soy su ayuda en este momento.

- ¿Puedes decirle que su habitación es la ciento ochenta, al fondo del pasillo, por favor? –Me río un poco por la cara según ella angelical que ha puesto. Y le ofrece al señor sus tarjetas.

-Raum einhundertachtzig, am Ende der Halle. Willkommen **

-Danke schön. danke ebenfalls.

Solo le hago una pequeña reverencia al señor, entra una señora alta y el señor se acerca a ella, hablan entre ellos y ella se dirige a mí.

-Danke schön.***

-Gern geschehen.

La chica de recepción me mira y sus ojos brillan, solo me empiezo a reí.

-Jan, ¿A qué debemos tu visita en la ciudad? ¿Has venido a ver el festival?

-No sabía que había un festival.

-Son quince días solamente, habrá una gran exposición, mucho arte, música y el hotel se llenará, usualmente para estas fechas tengo toda la plantilla cubierta, pero me hace falta un recepcionista y una enfermera, ya sabes algunos se pasan de copas, nada grave, sin embargo, puedo cubrir la enfermería no lo soy como tal, pero heridas leves si las cubro, pero en recepción, lo que me interesa es el idioma, puesto que viene mucho extranjero, en general todos los hoteles se llenan, pero acercándose más la fecha nos eligen. Entonces, si no vienes al festival, te trae el trabajo, vacaciones, cambiar de aires... ¿Estás libre?

-... Supongo que cambiar de aires...

-Nicole.

-Nicole... aunque es verdad que no tengo nada qué hacer, no sé nada de recepción, ni de la atención a clientes, siempre he trabajado detrás de todo, he sido lavaplatos, auxiliar, ayudante en general, pero nunca he estado frente al cliente.

-Te juro que no es difícil, el programa tampoco, solo te pido, que asignes habitaciones, le des la bienvenida al cliente, las habitaciones están asignadas por colores, verde una a dos personas, azul tres a cuatro y roja que son pocas, grupos, de cuatro en adelante.

-No creo estar capacitado para ello.

-Lo acabas de hacer perfectamente... por favor... prueba unos días, si no te gusta o incluso si veo que has hecho algo mal, en ese momento me responsabilizo yo.

-... ¿Cuántos días dices que es el festival?

-Quince, pero serían unas tres semanas algunos llegan unos días antes y otros se van días después... te pagaría, no te cobraría el hospedaje y... podrás sanar estos días.

La miro directo a los ojos, ella me sonríe tristemente, me siento algo patético, sé que el labio lo tengo partido y un poco amoratado alrededor, pero es verdad, esto es mejor que regresar a la habitación, llorar y dormir.

-De acuerdo, tres semanas.

Ella aplaude y baila un poco, yo no hago otra cosa más que reír. Inicio mañana, así que me regreso a mi habitación, acomodo mi ropa en los cajones y por primera vez en años, siento que, pase lo que pase, saldré adelante.


*- ¿Necesita habitación?

- ¡Oh gracias a Dios! Sí.

- ¿Cuántas habitaciones?

-Dos

- ¿Para cuántas personas?

-En una, dos y en la otra solo una.

- ¿Está bien cama matrimonial en ambos?

-Sí, por favor.

**Habitación ciento ochenta, al fondo del pasillo. Bienvenido

-Gracias. Muchas gracias.

***-Gracias

-De nada.

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Cuando las cosas se ponen difíciles, de repente llega alguien a sanarnos sin que lo pidamos o sepamos, gente que pasa por nuestras vidas, para confirmarnos que no todo está tan mal. 

EL SONIDO DE TU VOZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora