La semana siguiente, el miércoles, hice la prueba de Desarrollo social y me fue igual de bien que en las anteriores.
Llevo tres de siete.
Me dolía la cabeza desde el domingo. No pude dormir casi nada en realidad. Y sentí que no podía más cuando no llevaba ni la mitad de la semana.
Le mostré mi calificación a Carolina, el viernes, en la enfermería, donde me dijo la profesora que la viera, entonces también la estoy esperando a ella.
—Me impresionas —expresó, mirando mi acta en su computadora, donde están registrados los resultados de estos tres exámenes y de los parciales de mis materias—. Ya te lo tomaste en serio —cerró la máquina y se retiró los lentes un momento para masajearse el entrecejo.
—No es que no fuera importante, es que no tenía ganas de hacer nada.
—¿Y ahora? ¿Qué te está levantando por las mañanas?
Me encogí de hombros.
—Personalmente, nada, pero me anima un poco el trabajo de reconstruir la relación con mi familia y demás gente. Es como si los volviera a conocer, es agradable.
Sonrió a medias.
—No te voy a dejar en paz durante tus vacaciones, por lo menos respóndeme los mensajes de vez en cuando —indicó.
Siempre, durante cada periodo vacacional, ella me enviaba correos preguntándome cómo estaba y no los respondía.
—Cynthia va a venir aquí, ¿cierto? —echó su silla para atrás.
—Me dijo que la viera aquí.
Se puso de pie.
—Regreso en cinco —dijo y salió por la puerta.
Me levanté para cambiarme a la silla de Carolina, le quité el seguro al respaldo y me recargué.
Casi me acosté.
En realidad, no me gusta quedarme hasta después de clases, suficiente tenía con mis horarios extendidos, sin embargo, me fue bastante bien y todo está valiendo la pena.
Y, aunque las clases particulares se acaben definitivamente, seguiré viendo a la profesora Cynthia en las clases normales.
Solo que, en ninguna sesión, en todo este tiempo, he tenido motivos para hablarle ni ella se dirige a mí.
Es como si no nos conociéramos, cosa que es cierta, de alguna manera.
Eché la cabeza hacia atrás y la vi entrando por la puerta.
Me enderecé, a lo que el respaldo me golpeó al venir hacia mí.
—Lo escuché —dijo.
—¿Qué? —volteé.
—El golpe, lo escuché —se explicó al acercarse—. ¿Te dolió?
Negué.
—No, bueno, sí, pero la espalda siempre me duele.
—Entonces —se acercó al escritorio—, ¿cómo te fue?
Abrí la computadora y le mostré mis resultados.
Se inclinó para verlos detenidamente.
Ladeó un tanto la cabeza y, cuando su cabello se movió, me llegó el aroma de este.
—¿Qué harás con Analítica? —preguntó al enderezarse—. Ahí no te puedo ayudar mucho.
Sacudí la cabeza un poco.
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Vas a estar en mi corazón | EN PROCESO | ©
Любовные романы💗 Porque siempre pasa lo que no debería y a tu corazón le importa muy poco si se puede o no. Cuando tu alma es quien elige, tu opinión sale sobrando. . . . Esta novela utiliza en su premisa el romance entre profesora-alumna. ⚠ Hay contenido +...