Capítulo 37

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Sabía que había recuperado la conciencia cuando el médico me revisó los reflejos y empezó a hablarme, solo que tardé un poco en reaccionar del todo.

Me dijo muchas cosas con mi madre presente, indicaciones sobre el tiempo que estaré aquí y los cuidados, solo que todo me lo repitió mi mamá cuando ella supo que ya estaba prestando atención.

—Mañana vas a estar en tu cama, descansando —dijo segura. Asentí—. ¿Cómo te sientes?

—No siento nada todavía.

—Dijo que los dolores son normales, algunos más fuertes que otros, pero con los analgésicos vas a poder llevarlos.

—¿Y sobre mis óvulos?

Negó.

—Hablaremos de eso después.

Las 24 horas que estuve aquí fueron para observación y para que la ginecóloga me explicara cómo fue que nada ahí dentro podía salvarse.

Pero a grandes rasgos todo había salido bien, entonces, dos días más tarde, ya estaba en mi habitación.

Y tengo una semana de permiso en la escuela, gracias a Carolina.

Mi madre se encargó de ir al colegio para tramitar mi justificante y sabía que, antes de que yo misma le dijera algo, Cynthia iba a enterarse igual por medio de Carolina.

Respetaron mi decisión de que yo misma iba a hablar con Alisson cuando estuviera mejor.

Necesitaba limpieza estricta por unos días, entonces solo mi madre entraba para traerme la comida y me ayudaba a ducharme.

Luego pude recibir a todos.

La única que de plano no puede entrar por un tiempo es Tulipán.

∙⊱♡⊰∙

Julia entró a traerme el agua que le mandó mi mamá y dejó la jarra de cristal en el buró, luego, de pie frente a mi cama, me miró con culpa.

—¿Qué tienes? —le pregunté.

—¿Te sentiste mal por el golpe de la pelota?

Fruncí el ceño.

Entonces todos estos días ella ha pensado que fue su culpa.

—No.

—Es que fue después de eso...

Me acomodé para hacerme a un lado y di una palmada en la cama, entonces subió conmigo y la abracé.

—Fue porque estaba enferma y no les dije a mis papás, pero no fue tu culpa.

Respondió acercándose.

Recién me había tomado el medicamento y me quedé dormida con Julia, ni siquiera me di cuenta cuando se fue, porque desperté y estaba sola.

Mientras cenaba, mamá vino a decirme que Zu estaba aquí y le dije que podía subir.

Ya había recibido a Alisson y a Lucero, ninguna sabe toda la naturaleza de mi operación, pero vinieron a verme igual.

—Perdón, pero me dormí y no he comido nada —me disculpé con Zu por estar comiendo sola—, ¿quieres algo?

Sonrió y negó.

—Solo vine a verte.

Bebí del agua.

—¿Cómo estás tú? Antier fue tu cita, ¿no?

De todas maneras, yo no iba a ir con ella porque dijo que su madre vendría, precisamente, por tratarse de una cita importante.

Vas a estar en mi corazón | EN PROCESO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora