Capítulo 16

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Recibí las indicaciones de las tareas que dijo la profesora Cynthia, exactamente el viernes y el sábado las estaba haciendo, es más, empecé bien, solo que tenía duda con algo y llevaba ya media hora dándole vueltas a si enviarle un mensaje para preguntarle, solo que no sabía si estaría ocupada.

La cita que dijo se supone que fue ayer, en cambio, es fin de semana e igual y solo la estaré molestando.

Cerré mi computadora, decidida a que era mejor esperar hasta el lunes.

Bajé de la cama, me calcé y salí al patio trasero, para moverle el techo a las orquídeas. Ya fue suficiente sol por hoy.

De pie en medio del patio, puse las manos en mi cadera y suspiré.

Cerré los ojos, escuchando los diversos ruidos de la calle.

—Te vas a quemar.

Abrí los ojos y, siguiendo la voz, me encontré con Lucero en la ventana de la cocina de su casa, que da justo a esta área.

—¿Estás sola? —pregunté.

—Sí, mi mamá fue a ver a mis abuelos.

Es casi hora de la comida y seguramente va a cocinar ella misma.

Volteé hacia mi casa por un segundo, luego me volví a Lucero.

—¿Quieres ir a comer?

Su mirada se iluminó, previo a asentir emocionada.

Le dije que la veía en la entrada en diez minutos, porque tenía que entrar por mi teléfono, mi cartera y llaves de la casa.

No podía ignorar que mis padres tampoco estaban, así que, con la pena, mis hermanos también iban con nosotras.

La única con quien veo que Lucero se siente cómoda es con Julia, es más, la chiquilla se le encima como antes hacía conmigo.

Eran Celeste y Noah el problema.

Fuimos caminando a un restaurante de comida rápida.

Mamá no dejó dinero para esto, en cambio, reuní la mesada de Noah, la de Celeste y la mía.

Cada quien pidió lo suyo y comimos ahí mismo.

Conforme pasaba el tiempo, me convencí de que debí venir únicamente con Lucero y Julia.

A Celeste nunca le agradó Lucero, en cambio, jamás tuvo motivos. Tampoco es que la hubiera tratado tanto.

Por otro lado, Noah. Seguí su mirada, hacia Lucero, luego regresé a él.

No está molesto.

Volví a mirarlos a ambos y, por un segundo, lo vi; él estaba incómodo.

Si es lo que estoy pensando, ¿en qué momento pasó?

Al desviar la vista, vi a una pareja de chicas en una mesa justo enfrente. Era evidente que son pareja.

—¡Tres! —gritaron Lucero y Noah al mismo tiempo y me asusté.

En los segundos que me distraje, algo estaban jugando o apostando. No pregunté y nada más esperé hasta que quisieron irse, dos horas más tarde.

Al volver, vi el auto de Alisson afuera, así que Lucero volvió a su casa y mi criadero y yo a la nuestra.

En el instituto, me encontré con Noah cuando él salía de la sala de administración y yo de la enfermería, luego de mi sesión con Carolina.

Avanzando juntos por el pasillo, me abracé el estómago.

No he comido nada y no quiero esperar hasta llegar a mi casa.

—¿Por qué siempre estás con la enfermera? —preguntó.

Vas a estar en mi corazón | EN PROCESO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora