Iba por el primer sueño cuando el aire frío me despertó. Abrí los ojos al sentir escalofríos por culpa de la corriente de aire.
Bajé de la silla, caminé siguiendo la corriente y me detuve cuando llegué a los sanitarios.
Ahí empecé a arrepentirme, entonces di la vuelta para regresar, solo que escuché una puerta no sé si del baño de hombres o del de damas.
Entré al sanitario de mujeres. No tenía ganas de usar el baño, fue la curiosidad.
Fui a agarrar una servilleta y, en ese preciso momento, salió una chica de un cubículo.
Me miró durante unos segundos eternos. Yo hice lo mismo, tratando de asegurarme de que no fuera un fantasma.
El rostro pálido no le hace demasiada diferencia a un alma en pena, a eso le sumé el hecho de que tiene una figura esquelética. Ni siquiera se mantiene vivo el color de cabello, que es de un café grisáceo, desarreglado y por debajo de los hombros.
Nada en ella cargaba la vida de ese cuerpo menudo y de apariencia débil, incluso sus ojos verdes parecían haber perdido las ganas de seguir mirando cualquier cosa.
—¿Tú... no estabas dormida? —preguntó, señalando el pasillo. Tiene una voz en extremo cansada.
—Me despertaste.
—Perdón —dijo con una expresión de que no le importaba en lo más mínimo, pero suponiendo que yo esperaba una disculpa.
—No importa.
Se acercó al lavamanos.
Es evidente que no es familiar, es una paciente.
Luce realmente enferma, hecha trizas y estresada. La ropa deportiva que lleva puesta me hace suponer que no es su primera visita al hospital: venía preparada. Se ve joven, tal vez de mi edad, y, de no ser por la postura decaída, creo que es un poco más alta que yo.
Terminó de lavarse las manos y me volteó a ver
—... Mande.
Reaccioné.
Llevaba mucho tiempo mirándola.
—Perdón. Voy a usar el baño.
Miró detrás de ella por un segundo.
Hay gente de vejiga tímida, así le llaman. Si supone que lo soy, eso justificará por qué sigo aquí parada.
El dispensador de servilletas está a un lado de la puerta, donde yo estoy de pie, así que se acercó a tomar una.
Seguí su mano directo al dispensador y, en lugar de tomar la servilleta, recargó la palma en el muro y se acercó.
Me encogí de hombros al cerrar los ojos, además giré la cabeza.
Está muy cerca, tanto que sentía su respiración llegando hasta mí. En serio está muy cerca.
Cuando estaba por decirle que yo no... La escuché quejarse.
En cuanto abrí los ojos, vi que tenía cerrados los suyos, así como el ceño fruncido.
Algo le duele.
—¿Estás bien?
—... Sí —respondió en un quejido.
No sé cómo ayudarla.
—¿Llamo a una enfermera?
Intenté irme y me sujetó de la muñeca. Sigue recargada y sin levantar la cabeza, aunque ya abrió los ojos por lo menos.
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Vas a estar en mi corazón | EN PROCESO | ©
Romance💗 Porque siempre pasa lo que no debería y a tu corazón le importa muy poco si se puede o no. Cuando tu alma es quien elige, tu opinión sale sobrando. . . . Esta novela utiliza en su premisa el romance entre profesora-alumna. ⚠ Hay contenido +...