Capítulo 43

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A pesar de las quejas, acomodé a Julia en su cama y le dije que no se moviera de aquí, que lo que quisiera, yo se lo iba a traer.

Bajé a la sala, donde estaba mi mamá preparándose un café.

—¿Vas a ir a la tienda? —le pregunté.

Hace poco menos de una hora que dieron de alta a Julia y todos necesitan dormir, pero mamá no va a querer, por los pendientes que tiene en la tienda.

Bebió del café, cerró los ojos por un momento y devolvió la taza a la mesa.

—Liz, perdóname por lo que te dije, estaba muy asustada.

—No, está bien —repuse—, se suponía que yo los estaba cuidando.

—Sí, pero también tienes derecho a salir y quedarte con tu amiga si quieres.

—Mamá, es que no estaba con Dánae.

Si no se lo digo ahora, más adelante será peor por no haberle dicho la verdad.

Mirándome, alzó la cabeza.

—¿Con quién estabas? —preguntó en voz baja.

—Estaba con mi novia, en su casa.

Agachó un poco la cabeza.

—¿Dijiste «novia»? —cuestionó para confirmar y asentí—. ¿Desde cuándo tienes novia?

—Desde hace cinco meses, más o menos.

Son poco menos de cinco meses, días.

—¿Y te pareció correcto pasar la noche en su casa sin decirnos nada? —enfatizó lo último.

—No, pero, si no te lo decía ahora, mentir iba a hacerlo ver peor.

—Creo que no puede verse peor, Elizabeth —dijo con seriedad—. Ni siquiera la conocemos, ¿quién es?, ¿dónde la conociste? ¿Es con quien has estado saliendo?

—La conocí en la universidad. Es una persona increíble y admito que no estuvo bien lo que hice, pero, mamá, estoy enamorada.

A estas alturas del partido, no debería dejarme llevar y hacer cosas sin pensar, pero eso me lo prometí antes de conocer a Cynthia y enamorarme así.

Es que solo con ella no me tengo que preocupar por nada más.

—Quiero conocerla —indicó en el mismo tono serio.

Asentí, mirando el suelo.

—Otra cosa, es profesora en la universidad.

Si ya empecé, más vale que termine y le diga todo.

Echó la cabeza para atrás y puso una mano sobre su frente, para respirar hondo, luego la bajó y me miró como nunca.

—Mañana mismo quiero conocerla.

No me atreví ni a asentir, pero mucho menos a rehusarme.

Teniendo en cuenta el tiempo límite que tenía, salí al patio trasero y llamé a Cynthia.

Primero le dije que Julia estaba bien, que ya estaba aquí, y luego lo que le dije a mi madre.

Me puse en cuclillas para acomodarle la sombra a las flores.

—Lo siento, pensé que era mejor que mentirle —me disculpé por confesarle a mi mamá dónde estaba, no por haberle dicho que salgo con ella.

La escuché suspirar.

Se habrían enterado igual —dijo—. ¿Mañana, dijiste?

—Sí.

Me incliné para ver de cerca y vi huellas de Tulipán alrededor. No me gusta que se le acerque y Celeste me juró que siempre se lo prohíbe.

Vas a estar en mi corazón | EN PROCESO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora