Cuando sentí que el latido de mi corazón me estaba suplicando por lo menos seguir respirando, parpadeé para reaccionar.
Moví la cabeza con el fin de ver a Carolina.
—Solo ten más cuidado —dije para luego dar la vuelta y volver a mi auto, porque yo también estaba provocando embotellamiento.
Ya sin ponerme el cinturón de seguridad, arranqué en reversa y me acomodé de una en un espacio libre detrás.
Apagué el auto, saqué las llaves y volví a poner las manos en el volante, para luego recargar la frente en el espacio libre del manubrio.
Era Cynthia.
Sin duda alguna era ella.
Como si en algún momento de mi existencia pudiera haberme olvidado de cada rasgo suyo por más insignificante que pudiera parecer.
La verdad, cuando imaginé el momento en que la volviera a ver, creí que me pondría mucho peor:
No sabría qué decir.
Temblaría como un chihuahua.
Tal vez lloraría sin importar el lugar o el momento.
O simplemente la abofetearía.
Pensé muchas cosas y nada de eso siquiera lo consideré hace un segundo.
No es que mi corazón no esté latiendo sangre hirviendo, pero puedo aparentar estar perfectamente bien.
De parecer indiferente a haberme roto en dos, prefiero esto.
Temblé cuando mi teléfono sonó. Era el recordatorio de la junta.
Tomé mis cosas para bajar y, sin mirar a nada ni a nadie, entré al hospital.
Dentro de todo, la junta es muy importante y nada va a arruinarme esto. No solo se trata de mi trabajo, es mi futuro el que está en juego.
Esto me puede dar la plaza o definitivamente quemarme.
No quiero terminar de asistente de nadie.
Solamente pasé a revisar mi entrada, dejar mis cosas y fui a la sala donde se realizará la reunión.
—Puedes tomar la palabra cuando quieras —me dijo el médico a cargo tanto de la junta como de mí.
No es que no aprecie su apoyo, pero yo estoy más comprometida con esto que él.
A dos minutos de que el reloj marcara las diez de la mañana, la secretaria anunció que ya estaba aquí Carolina Rangel, la representante del área farmacéutica del Departamento de Salud.
Yo solo pedí ver a la persona responsable, nunca pregunté su nombre.
Por el tema de tratarse de Carolina, preferí que el médico fuera quien comenzara y sintetizara el asunto que la trajo aquí.
Nunca le reclamaron nada, solo fue una pregunta agresiva: ¿Qué le dio derecho a meterse en las decisiones y medicación que solicita este hospital?
—Puedo entender su molestia, pero su farmacéutica no tiene las mismas estrictas bases de identificación al medicamento —respondió Carolina—. Tengo entendido que aquí las prueban y recetan directamente. Nosotros supervisamos su contenido. ¿Qué pasaría si un tratamiento experimental resulta contraproducente de acuerdo al paciente?, ¿tienen consideraciones especiales?, ¿lista de alergias?, ¿historial de suministros particulares?, ¿tienen en cuenta también la automedicación?
El médico me miró, igual que yo a él.
—No teníamos la intención de recetar nada —repuse—, queríamos supervisar esos tratamientos que, gracias a usted, no van a llegar a este hospital.
ESTÁS LEYENDO
Vas a estar en mi corazón | EN PROCESO | ©
Romance💗 Porque siempre pasa lo que no debería y a tu corazón le importa muy poco si se puede o no. Cuando tu alma es quien elige, tu opinión sale sobrando. . . . Esta novela utiliza en su premisa el romance entre profesora-alumna. ⚠ Hay contenido +...