Capítulo 25

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Ya me había dado cuenta vagamente, pero así de cerca pude comprobar que su aroma es realmente agradable.

En el momento en que me iba a responder, abrieron la puerta, entonces yo me alejé y ella me soltó.

Era Carolina.

—Esto —señaló la perilla de la puerta—, es un seguro, pónganlo cuando estén aquí.

—No estábamos haciendo nada —repuso Cynthia.

—Quiero pensar que no —del casillero sacó su bata.

Luego de poner los ojos en blanco ante lo que Carolina dijo, Cynthia me volteó a ver.

—Te veo después —dijo para luego irse.

Con la vista en la puerta, me mordí el labio, pensando.

—Yo...

—Ella no me dijo nada —me interrumpió—, yo me di cuenta.

—¿Cuándo?

—A Cynthia le cagaban todas sus citas, salvo por la última, y luego tú me preguntaste si deberías salir con alguien. Hija, no tuve que pensarle mucho.

En cautela, tomé asiento delante del escritorio.

—Si te hubiera dicho directamente que era con Cynthia con quien pensaba salir, ¿me habrías dicho que lo hiciera?

—Sí —respondió sin más—. Niña, no está bien, pero tampoco está mal. Eres mayor de edad y ni tú ni ella tienen ningún compromiso

—¿Cuál es la parte mala?

—Ética profesional —contestó—. Siempre que lo mantengan reservado, hasta que te gradúes, no va a haber el menor problema.

—De acuerdo...

Dio una palmada en la mesa y me asusté.

—Tu medicamento —indicó.

De mi mochila saqué la inyección que compré ayer en una farmacia. Me tengo que poner una cada quince días, seis dosis, para luego ir a una consulta y que el ginecólogo me diga si todo va bien.

Básicamente, va a ser él quien determine cuándo puedo realizarme la operación.

Tomé asiento en la camilla, me quité la sudadera, debajo de la cual traía una camiseta y, luego de colocarse los guantes de látex y preparar la inyección, me la aplicó en el brazo izquierdo.

Sostuve el algodón con alcohol una vez que sacó la aguja.

—¿Le vas a decir sobre esto a Cynthia? —preguntó.

—Todavía no sé a dónde vamos con todo esto. Hemos salido una vez y tal vez yo no le agrade tanto cuando me conozca más.

Puedo entender que por algo llamé la atención de Cynthia y por curiosidad acepté esa cita.

Tampoco voy a negar que ella me agrada, me parece linda y sinceramente volvería a salir con ella, en cambio, no la conozco mucho.

Igual y todo esto termina antes de lo que pienso.

Lo que viví luego de la muerte de Santiago es muy privado como para compartirlo así nada más.

A primera hora, al día siguiente, lo que había pasado con la profesora Cynthia, ya todos lo sabían.

Fue la comidilla toda la semana.

Yo no la vi, sino hasta el viernes, pero la clase consistió en entrega de calificaciones finales.

No es que mis calificaciones no me importaran, en cambio, yo solo quería preguntarle si estaba bien.

Era el último día de clases del semestre y no pude hablar con ella.

Vas a estar en mi corazón | EN PROCESO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora