Capítulo 20

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Fue hasta el viernes que nos dijeron por qué la licenciada Sade había faltado toda la semana.

Y más que mis clases, me preocupaba que hubiera empeorado.

Tampoco supe bien cómo preguntarle a Carolina.

Desde que me desperté el sábado, estuve dándole vueltas a si estaba bien o mal enviarle un mensaje, nada más para saber cómo estaba.

Luego de ir a darle agua a las flores, volví y lo hice sin pensarlo más.

Solo le pregunté si ya estaba mejor y, una hora más tarde, respondió con un «Sí».

Pudo no haberme respondido, eso habría sido peor.

Fui con mi mamá a su tienda, para salir y para preguntarle a Adolfo si la señora sí había venido por el brazalete.

Él es quien lo hizo, así como se encarga de cualquier reparación en los artículos.

Durante las primeras clases el lunes, solo estaba esperando la última, porque por ahí escuché que la profesora Cynthia sí se había presentado.

Tengo ganas de verla, pero no debería.

Mi duda es por querer verla y por saber, al mismo tiempo, que no debería querer verla.

—¿Qué te pasa? —preguntó Dánae al detenerse en el pupitre delante del mío, donde tomó asiento.

—Nada.

Recargó la cabeza en la mano derecha, para mirarme, y tocó mi mesa con una de sus uñas.

—Pareces un perrito buscando hogar —dijo.

—¿En serio?

Asintió con una sonrisa tranquila.

Al escuchar su voz cuando alguien la saludó, algo dentro de mí empezó a temblar, en mi pecho, pero no era mi corazón.

Fijé la vista en la mesa, mientras respondía las preguntas sobre su ausencia, con sus habituales respuestas cortas.

La estaba escuchando, pero su voz tenía mis manos tensas.

No es solo el saber si ella tiene un interés en mí, cosa que igual y no es lo que me estoy imaginando, es el hecho de que no sé si ella a mí me interesa.

Levanté la mirada hacia el frente del aula, donde estaba ella, anotando algo en el pizarrón.

Creí que, el pensar que es atractiva era porque no me cuesta nada ver la belleza de los demás, en cambio, tal vez, tal vez sea por otra cosa.

∙⊱♡⊰∙

—Llévame, llévame, llévame, llévame. Y te quiero más que ayer —Julia me enterró las uñas en la mano, de donde me tenía sujeta y no me ha soltado desde que llegué del instituto.

—Levántate —dije.

—Si me llevas.

—Dile a Noah.

—¿Crees que no lo intenté? —preguntó con la nariz arrugada.

—¿Y qué te dijo? —caminé hasta la cocina con ella todavía colgada de mí.

—Que lo dejara en paz —habló, exagerando los gestos de Noah.

—Dejen de jugar y ayúdenme —dijo mamá, bajando del ático con una caja de cartón bien sellada.

—Ahorita seguimos —le hablé a la niña y me acerqué a mamá.

Pusimos la caja en el suelo, a un lado de las otras tres. Mamá empaca todo y no se acuerda dónde está cada cosa. Tuvimos que voltear de cabeza el ático hasta encontrar adornos, papel picado, cruces de madera y fotografías de nuestros ancestros.

Vas a estar en mi corazón | EN PROCESO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora