Capítulo 13

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La profesora Cynthia fue a tirar el pañuelo con el que limpió las pocas palabras escritas en el pizarrón.

—¿Alguna pregunta? —si bien se dirigió a todos en el aula, no miraba a nadie en específico.

Ella nunca pide silencio, ni tiene que dirigirse a nadie directamente. Siempre alguien va a responder y casi nadie habla sin su permiso.

—¿Está casada? —cuestionó una chica.

—Sobre la clase, señorita —repuso a lo que se refería con si había dudas.

Esta no es la primera vez que le preguntan algo personal y nunca responde. En realidad, nadie sabe nada de ella más que su nombre y estudios.

Nadie siquiera está seguro de qué edad tiene.

Yo digo que es de la edad de Carolina, las imagino como compañeras de clase.

Cuando la profesora dijo que ya podíamos retirarnos, fui de los que enseguida comenzaron a guardar sus cosas. Es que tengo que ir a hacer el trámite del examen antes de que me hagan esperar hasta que pase el periodo de evaluaciones.

—Eli —a mi pupitre se acercó una chica.

Curso asignaturas con tantos grupos que es difícil reconocerlos a todos, pero creo que esta chica es la que más comprometida está con que los profesores la escuchen.

—Mande —respondí.

—¿La familia de Santiago sigue viviendo en la misma casa?

Levanté la vista de mis cosas, las que guardaba sobre la mesa, para prestarle atención.

—Sí —contesté.

—¿Su cumpleaños es el 29? —entrecerró los ojos, no muy segura de la fecha.

—Sí, pero del siguiente mes —alguien por ahí alzó la voz.

—No, es de septiembre —le discutió la chica.

—No, porque acuérdate que lo sentimos muy fresco para la ofrenda —esa fue otra chica.

—Por eso, 29 de septiembre —insistió la primera.

Terminé de guardar mis cosas, me colgué la mochila y me retiré del aula.

El cumpleaños de Santiago es el 14 de octubre.

El 29 de septiembre fue cuando el director de la universidad dio el comunicado oficial durante una ceremonia, tanto por haber sido alumno de esta escuela como por el tema de la donación.

Dejé de seguir el tema, pero cada año envían sus respetos a casa de Santiago, cosa que no sé por qué ni idea de quién es.

Luego de comer, fui a la sesión con Carolina y me recibió con lo mismo; a ella también le vinieron a preguntar la fecha exacta de la muerte de Santiago y si sigue viviendo en esa misma casa.

—Su papá —me dijo Carolina al poner un café frío en el escritorio, para mí.

—¿Qué? —pregunté al tomar el vaso.

—Que si había manera de hablar con él.

Emití un bufido.

—No saben nada de Santiago.

El papá de Santiago los dejó poco antes de que naciera Lucero. De él, nunca nadie supo nada aquí en el instituto y, que pregunten por él, significa que no sabían de Santiago algo tan básico como eso.

Santiago no contaba cosas de su vida a diestra y siniestra, pero tampoco escondía nada.

Respondía lo que le preguntaban.

Vas a estar en mi corazón | EN PROCESO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora