Capítulo 47

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Encendí mi teléfono para ver la hora, ya son las nueve. Les dije a mis padres que estaría llegando entre las nueve y las diez.

Abrí el vasito de helado y comí un poco, luego se lo ofrecí a Cynthia, quien negó, entonces recogí con la cuchara y ese sí lo aceptó.

Le dije que no quería volver todavía a mi casa y, en la misma tienda donde estacionó, me compró este helado y estamos afuera de la tienda, en la banca de metal.

Moví el interior del vaso con la cuchara, para que se suavizara el helado.

—¿Desde cuándo te gusto? —pregunté.

Al no responderme, la volteé a ver.

—Desde que te conocí.

—En tu clase —dije.

—No.

—¿Cuándo?

Otra vez guardó silencio.

—Cuando te desmayaste, en medio de un pasillo. Iba saliendo de un aula y escuché el golpe.

Recogí un poco más del helado y llevé la cuchara a mi boca, luego miré al cielo, pensando.

Recuerdo ese desmayo, porque fue el primero de dos que tuve en la escuela, y también recuerdo que estaba en bachillerato y tenía 16 años.

Fruncí el ceño.

—Pero...

—Solo te llevé a la enfermería y te estuve cuidando mientras Carolina llegaba.

Entonces fue ella la que me llevó y no solo eso, estuvo cuidándome, solo ella sabrá cuánto tiempo.

—Tenía dieciséis.

—Jamás habría hecho nada, ni te hice nada —me aseguró—, solo pensé que nunca había visto a alguien como tú.

—¿Cómo?

—Tan linda —susurró acercándose.

Ladeé la cabeza, aproximándome también, para besarla.

Mi boca estaba más fría que la suya, por el helado.

Llegué a mi casa casi a las diez de la noche, mis padres solamente me respondieron el saludo de regreso y subí a mi habitación.

Me habría gustado que me preguntaran cómo me fue y que me aconsejaran.

Tenía a Dánae de todas maneras, pero no era lo mismo, igual, fui a verla a su aula antes de que comenzara la siguiente clase y le expresé mis dudas.

—Creo que no fue mala intención de su parte —habló luego de pasar el bocado—, se le salió —hizo referencia a la madre de Cynthia y su comentario en la cena.

—Pero, así como se le salió, se le puede seguir saliendo —repuse.

—¿Por qué no hablas con ella sobre ti?

—Si lo hago, le estaré diciendo que Cynthia y yo no vamos a tener hijos y va a parecer que estoy asumiendo que vamos a estar juntas por el resto de nuestras vidas.

—¿Y no?

—Llevamos medio año saliendo, no quiero presionarme con eso ni quiero presionarla a ella.

Cynthia está muy acostumbrada a vivir sola, a hacer sus propias cosas y yo vengo de un entorno más familiar, en cambio, precisamente por eso, no me voy a aventar a la primera.

En estos momentos, todo lo que implica una relación de pareja duradera es lo que menos me importa, yo solo quiero estar segura de la persona con la que estoy.

Vas a estar en mi corazón | EN PROCESO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora