Capítulo 46

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Selene seguía esperando mi respuesta. ¿Qué quería de ellas?

— Quiero conocer más sobre mi linage — respondí con sinceridad — Y necesito una manada que esté dispuesta a entrenarme. Una que me convierta en una verdadera guerrera, una líder, capaz de defender a los míos. ¿Podéis ofrecerme eso?

La líder de la manada sonrió, una sonrisa que llegó hasta sus ojos, y por primera vez desde que llegamos vi una expresión diferente en su rostro. Respeto.

— No será un camino bonito — respondió — Mis guerreras no te lo pondrán fácil.

— No esperaría menos.

Selene sonrió aún más.

— Hacía mucho que no percibía una energía tan poderosa — dijo asintiendo lentamente.

Selene me observó por un momento antes de hablar de nuevo.

— Será un placer tenerte entre nosotras — dijo — Tendrás que adaptarte a la forma en la que vivimos y entrenamos, como una más. No habrá concesiones. Estoy segura de que puedes aprender mucho de nosotras, y tal vez nosotras de ti.

Asentí, sintiendo una mezcla de curiosidad y gratitud. Selene se volvió hacia las guerreras que nos habían escoltado.

— Dejen entrar a su compañero, pero será vigilado en todo momento. No debe moverse sin nuestra supervisión

Las guerreras asintieron y salieron del castillo para ir a por Marcus.

Cuando lo trajeron minutos después, vi el alivio en su rostro al ver que estaba bien. Pero también vi la desconfianza y la incomodidad en sus ojos al darse cuenta de que estaría bajo constante vigilancia. Marcus gruñó, claramente molesto, pero una mirada mía lo hizo callar.

El moreno apretó los labios, pero asintió, tratando de mantener su temperamento bajo control.

— Debéis estar hambrientos y cansados después de vuestro viaje — dijo Selene con una amabilidad formal mientras se ponía en pie — Alana encárgate de atender a nuestros invitados. Que coman algo y descansen — y volviéndose a nosotros añadió — Bienvenidos a nuestro hogar.

Acompañamos a la joven guerrera que se llamaba Alana más allá del salón, hasta un amplio comedor presidido por una mesa de banquete que podría acomodar a docenas de invitados. Candelabros de bronce colgaban del techo, sus brazos elaborados reflejan la luz de las ventanas. Las paredes estaban decoradas con tapices antiguos que contaban historias de caballeros y castillos lejanos, y el suelo, alfombrado con gruesas alfombras orientales, amortiguaba cada paso.

— No esperábamos huéspedes — dijo la joven guerrera mirándonos por encima del hombro — Así que si no os importa os serviremos algo de comer en la cocina.

Por supuesto asentimos sin rechistar y la seguimos hasta la cocina. La cocina, en contraste con la opulencia de los salones, era un espacio grande pero funcional, con superficies de piedra y antiguos utensilios de cobre colgando de las paredes. Aquí, el aroma a madera quemada y estofado flotaba en el aire.

Comimos hasta saciarnos y luego nos dejamos de nuevo guiar hasta las habitaciones en la planta superior. Subimos por la gran escalera. Los pasillos estaban adornados con retratos familiares, rostros olvidados de mujeres que observaban en silencio a los visitantes. Las habitaciones eran espaciosas y estaban lujosamente decoradas, cada una con su propio carácter. Camas con dosel cubiertas de telas bordadas, dominaban el centro de las habitaciones, mientras que los ventanales ofrecían vistas impresionantes del río San Lorenzo, que se extendía en la distancia, envuelto en niebla.

Acomodaron a Marcus y a Erandi en habitaciones contiguas a la mía. Cuando entré en mi cuarto creí estar en una película. La suite principal, tenía su propio salón privado y un balcón que ofrecía una vista panorámica del castillo y sus jardines. Aquí, el mobiliario era aún más lujoso, con detalles dorados, cortinas pesadas y una chimenea que ofrecía calidez y confort.

Tayen, la leyenda de las Lunas [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora